El Gobierno español aceptó acoger en el Santiago Bernabéu la final de la Copa Libertadores entre River y Boca, suspendida en dos ocasiones por los actos de violencia entre las hinchadas. El partido se celebraría el 9 de diciembre. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció a través de su cuenta de Twitter, mientras volaba a Buenos Aires a la cumbre del G20: “España está dispuesta a organizar la final de la Copa Libertadores entre Boca y River”. La Conmebol, organizadora del torneo, aún no ha oficializado la nueva sede.
Los dos primeros intentos de disputar la vuelta de la final de la Copa Libertadores entre River y Boca en el Monumental de Buenos Aires, el sábado y el domingo pasados, fracasaron por los disturbios, y las partes comenzaron el martes negociaciones para buscar un sitio donde jugar.
Después de descartar varias ciudades, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), la FIFA, la UEFA, la Federación Española de Fútbol (FEF) y el Real Madrid se habían puesto este jueves por la mañana de acuerdo en que se disputara el próximo domingo 9 de diciembre a las 20:30 en el estadio Santiago Bernabéu.
A mediodía de este jueves, los servicios de seguridad del club blanco avisaron de las intenciones del grupo a la Delegación del Gobierno, que los citaron para reunirse con ellos y con la Policía Nacional. Allí se presentó una delegación con enviados de la Conmebol, la FIFA y el Real Madrid, a los que, según una fuente oficial, se requirió “que formalizaran una petición”, algo que aún no habían hecho.
Si la premura de los organizadores para encontrar una ubicación al partido era grande, la de las fuerzas de seguridad era máxima. Según fuentes conocedoras de los operativos, el estudio de las necesidades de eventos deportivos de alto riesgo requiere de entre cuatro y seis semanas, y los preparativos posteriores pueden extenderse durante ocho meses. Esos plazos se convirtieron este jueves en horas y en días.
Los técnicos que se pusieron este jueves a trabajar sobre el asunto preveían hacerlo durante toda la noche, condicionados por la voluntad del Gobierno de que el partido se disputara en el Bernabéu y con la complejidad del calendario. El domingo 9 de diciembre es el último día del puente de la Constitución, las fechas en las que Madrid recibe más visitantes en todo el año, unos 600.000 en 2017, cuando se registró una ocupación hotelera superior al 80%.
La organización del controvertido encuentro se ha trabajado con varias líneas en paralelo. Mientras se cerraba la sede, aún estaba pendiente una reclamación de Boca, que pretendía que se le adjudicara el título sin disputar el partido de vuelta, después del ataque sufrido por el autobús que llevaba a sus jugadores al estadio el pasado sábado 24. Para entonces, ya se había jugado la ida, en La Bombonera, que había concluido con un 2-2, sin que los goles anotados fuera de casa tengan valor doble.
La búsqueda de un hogar para la final había comenzado el martes en Asunción, capital de Paraguay, donde se reunieron representantes de los clubes y de la Conmebol. Se tantearon Doha, en Qatar, sede del próximo Mundial de 2022, y que ofrecía sustanciosas compensaciones económicas, y también Miami, descartada por la propia federación estadounidense.
El Real Madrid se mostró favorable desde el principio, al contrario que en ocasiones anteriores en las que se le solicitó el uso del estadio para disputar otras finales.
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