Históricamente la información ha sido utilizada con diferentes fines ya sea para manipular, crear tendencias o simplemente dar a conocer algo. Pero, ¿qué es lo que convierte a las fake news en un peligro? El alcance global que les da Internet.
Alrededor del mundo se han creado aplicaciones creadas para notificar noticias falsas, sin embargo, al momento los softwares no han podido resolver cuestiones clave como: ¿qué contenidos se difunde?, ¿cuáles han sido los criterios de selección de esa información? ¿se trata de algo comprobado? ¿cómo se ha accedido a la información?, entre otras.
En ese contexto la forma más segura de prevenir la proliferación de noticias falsas es por medio de la alfabetización digital. Es indispensable educar a los usuarios sobre el uso responsable de la información y de las plataformas digitales, la educación es la herramienta clave para combatir el fenómeno de las fake news.
Siempre dudar. Las noticias falsas son diseñadas para manipular la opinión pública. Las personas deben saber que no todo lo que se publica es cierto.
Verificar la fuente. Si la fuente proviene de un medio de comunicación confiable y reconocido es posible que la información sea verdadera, caso contrario se recomienda comprobar antes de compartir el contenido.
Verificar la fecha de publicación. Existen sitios web cuyo negocio es obtener más visitas, utilizan titulares impactantes para que la gente acceda a su portal sin percatarse de que la noticia es antigua. Si no hay fecha, es un grave fallo, porque es crucial saber cuándo se ha publicado.
Googlear la información. Cuando se trata de temas novedosos la gente suele retuitear, compartir o comentar con indignación, enojo o felicidad dejándose llevar por sus emociones antes de pensar en comprobar si se trata de algo real. Por ello es recomendable utilizar Google o cualquier otro buscador para investigar el tema. Si es real encontrará otras entradas fácilmente. Si no es así, empiece a dudar, y mientras absténgase de compartir.
Acudir a un experto. Un conocerdor del tema puede ser la forma más efectiva de contrastar la información.
Estos son pasos de responsabilidad que no todos los usuarios están dispuestos a desarrollar; sin embargo, es preciso fomentar su práctica en las redes sociales.
Hasta inicios de la década de los 90 los medios analógicos tradicionales eran la principal fuente de información y gozaban de la confianza y credibilidad de los usuarios; por ejemplo, si una noticia salía en el periódico, radio o televisión había una mayor seguridad de que realmente sucedió. Pero a medida que los medios digitales empezaron a popularizarse, este eje de confianza ha sido trasladado a las redes sociales, donde los usuarios comunes se convirtieron en prosumers; es decir, consumidores y productores de su propio contenido.
El problema está en que en ese proceso de prosumo, no existe evidencia de que se desarrolle un criterio frente al manjeo informativo y una conciencia sobre la responsabilidad que conlleva la creación y difusión de información, los usuarios no se preocupan por la verificación y el contraste de los contenidos, actividad que tradicionalmente han desarrollado los periodistas en los medios de comunicación, como parte de su responsabilidad de verificar la información antes de publicarla. Pero en la era digital, en Internet, no existe nada regulado.
Es importante considerar que Facebook es una red social, no un medio de comunicación, por tanto no se le puede exigir que cumpla con la responsabilidad de un medio en lo referente a la información, para brindarnos un nivel de fiabilidad en las noticias, a esto se suma que es probable que a Facebook tampoco le interese la ética en el manejo informativo, mientras siga teniendo usuarios.
Sin embargo, Facebook ha incluido mecanismos para que los propios usuarios reporten las noticias falsas, lo han realizado otras redes sociales y plataformas como YouTube. En Facebook, por ejemplo, el usuario puede alertar sobre una noticia falsa a través de preguntas como ¿cuál es el problema?, ¿este contenido no debería estar Facebook?, ¿es una noticia falsa?, ¿video con contenido violento? entre otras que Facebook se encarga de comprobar y eliminar en caso de ser necesario.
Sin embargo, esto tampoco garantiza la eliminación de las fake news porque ¿a cuántas personas les interesa realmente reportar las noticias falseadas en las redes sociales o saben al menos identificarlas?, seguramente el índice es muy bajo.
Hay iniciativas que han sido desarrolladas por medios de comunicación e instituciones que están buscando hacer frente a las noticias falsas. Un ejemplo es el sitio web Verificado 2018. La idea es que los lectores puedan tener canales de información verificada y contrastar los rumores que corren rápidamente a través de las redes sociales y portales falsos que aparecen y desaparecen sin dejar rastro.
Los usuarios pueden enviar información de una noticia a los periodistas para que ellos procedan con la verificación. Así, cuando una noticia aparezca en los medios que participan con el #Verificado2018, entonces habrá la certeza de que se trata de una noticia investigada y confirmada.
En Ecuador, hace poco se puso en marcha Ecuador Chequea en el marco de las elecciones presidenciales de 2017 para verificar el discurso de los candidatos. Otras iniciativas se enfocan más a la educación de la juventud, Cristian Espinoza, capacitador y experto en medios digitales, está realizando campañas dirigidas a estudiantes de colegio sobre los temas. La campaña Piensa antes de publicar es una iniciativa interesante, por qué permite educar al público juvenil sobre el uso correcto que deben dar a la difusión de contenidos.
Debido a la difusión de contenidos no verificados, algunos medios y periodistas han perdido credibilidad. Sin embargo, la proliferación de noticias falsas ha permitido ver las graves consecuencias de no realizar un manejo profesional de la información, de ahí que la profesión periodística está más vigente que nunca y es necesaria una formación detrás del manejo informativo, porque todos pueden manejar una red social; sin embargo, es preciso desarrollar un criterio para hacer un buen uso de la información que se publica en la misma.
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