La corrupción es uno de los principales problemas de Ecuador, y de gran parte de las sociedades latinas. Más allá de la indignación que nos pueda causar, es importante entender desde un punto de vista más racional por qué se produce la corrupción para así poder combatirla. Y en mi opinión no es una cuestión de unos pocos inmorales, es una cuestión mucho más profunda, arraigada en los comportamientos sociales.
La corrupción se produce pues unas 1) personas inmorales, tienen 2) poder discrecional de decisión sobre dinero público, en 3) estructuras institucionales débiles y opacas, y no reciben ni una sanción ni 4) judicial, ni 5) social (LO MÁS IMPORTANTE).
Esto es, para que se produzca corrupción tiene que haber un componente personal de inmoralidad, pero por supuesto un componente de oportunidad por el diseño institucional, y de impunidad tanto judicial como social. Si una persona inmoral con una oportunidad institucional de corromperse creyese que es casi seguro que será sancionada no cometería el ilícito, pues la probabilidad de ser condenado a cárcel es muy alta, y por tanto muy baja la probabilidad de disfrutar de lo mal habido.
Es muy difícil evitar el 1), pues no podemos responder, a priori, por la honorabilidad de nadie. Mucha gente del pueblo dice, y los políticos mismos se presentan a sí mismos diciendo, que “hay que elegir a gente honesta”. La “honestidad” no se obtiene por mucho que uno la proclame, y además si la oportunidad de ser deshonesto es muy alta, cualquier persona puede ser corrompida.
Más aún en unas sociedades donde las pequeñas corruptelas están generalizadas, desde quien se cuela en la fila, hasta quien pide facturas falsas para su declaración ante el SRI, desde quien copia en el examen, hasta quien da una coima (bribe) al policía para evitar la multa. Si se es corrupto en lo pequeño, con la oportunidad que se tiene, es de suponer que también se sería en lo grande si se tuviese la oportunidad.
Lo más importante a evitar es la 2), que los políticos no tengan acceso discrecional a descomunales presupuestos. Los liberales creemos que cuanto menor sea el tamaño y el poder del Estado, menor será la oportunidad de que se pueda dar la corrupción.
Debemos evitar que los presupuestos estatales sean disparatados, pues las oportunidades de corrupción también serán disparatadas. Pero también debemos evitar que las asignaciones presupuestarias sean discrecionales, pues ahí se multiplican las opciones de corrupción.
Pero puesto que la idea de la desaparición del Estado parece aún una utopía libertaria imposible, debemos pensar en mejor estructura institucional para evitar la corrupción.
Para evitar la corrupción hay que tomar una acción decidida por la TRANSPARENCIA, pues cuanto más fáciles sea acceder a los datos, las licitaciones, los presupuestos, los concursos y las adjudicaciones, más posibilidad de fiscalización por parte de la oposición (otros políticos), de la competencia (las otras empresas) y de la ciudadanía. Una ciudadanía responsable, empoderada y vigilante es clave para evitar la corrupción. Además de la ciudadanía hay que destacar y apreciar la labor de los periodistas, quienes son los vigías de la acción del Estado. Una prensa libre e independiente es imprescindible para combatir la corrupción. Por eso todos los estados y políticos corruptos atacan la libertad de prensa.
Las nuevas tecnologías nos ofrecen herramientas muy útiles para poder transparentar los datos públicos.
Todos somos responsables de estar vigilantes de las contrataciones públicas, pues se hacen con dinero de todos. Desde la oposición, hasta las empresas competidoras en los procesos de licitación, desde la prensa, hasta los ciudadanos, organizados en sociedad civil, o interesados en una obra en particular que les pueda afectar. Si todos vigilamos es mucho más improbable que haya corrupción.
Pero para combatir la corrupción evidentemente se requiere de un sistema judicial independiente, eficiente y con recursos (punto 4). Por desgracia, Ecuador se sitúa entre los últimos puestos en los ránkings de independencia judicial, o de eficiencia de la justicia. Este es un problema estructural que urge tratar, pero mientras la política, o políticos interinos sigan interviniendo en el sistema judicial, y no se respete la separación de poderes, es IMPOSIBLE aspirar a una justicia independiente, que es lo que se requiere como solución a largo plazo. Hace falta una reforma ESTRUCTURAL del sistema judicial. Reforma que no se logra a base de sustitución de cargos, también nombrados de maneras más o menos transparentes, más o menos arbitrarias. Reformas que requieren de años de nombramientos legales con normas estables y una carrera judicial prestigiosa, desde la cúpula hasta los jueces de primera instancia.
Los jueces, sin embargo, no actúan solos. La policía ha de gozar de independencia y recursos para hacer las investigaciones, así como la fiscalía que ha de gozar de prestigio y capacidad.
Por desgracia estas reformas, aunque se empezasen a llevar a cabo ahora, llevarían años en implantarse. Y aún ni siquiera hemos comenzado.
Lo más importante para combatir la corrupción es la SANCIÓN SOCIAL.
Si la sociedad que sabe de casos de corrupción no muestra su repulsa a los corruptos, si les sigue apoyando elección tras elección aún a pesar de la evidencia de las pruebas contra ellos. Si en cada pueblo, donde todos saben quién es corrupto no hay comentarios, un cierto ostracismo, una crítica que les haga sentirse avergonzados, el coste de ser corrupto es cero, por tanto habrá muchos corruptos. Es cero pues se sabe que el sistema judicial es ineficiente por tanto no habrá sanción penal, pero tampoco habrá sanción social, por lo que podrán disfrutar del dinero mal habido, o gastándolo en prebendas políticas para ser reelegidos, o en viajes y un ritmo de vida de lujo, colgando las fotos en sus redes sociales y recibiendo miles de likes, en lugar de miles de críticas por sus actos inmorales.
Por tanto, para combatir la corrupción se requieren cambios legales, cierto; cambios institucionales y cambios políticos, más cierto. Pero sobre todo se requieren cambios sociales. Mientras la corrupción no sea repudiada públicamente por la sociedad, la corrupción seguirá siendo generalizada.
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