Días atrás culminó la visita del Fondo Monetario Internacional y durante la cual se reunió con varios representantes tanto del sector público como privado, pero más allá de este proceso iniciado meses atrás por el gobierno en aras de tender puentes con este organismo multilateral y mejorar así de a poco su imagen en los mercados internacionales, debemos tener presente la conclusión que dejo está visita y que fue dada a conocer por Anna Ivanova (jefa de misión del FMI): “la economía parece estar enfriándose”.
Esta frase sintetiza la situación económica del país que desde hace varios años se siente, y la cuál a pesar de cierta mejoría de algunas variables, no es sostenido ese comportamiento y refleja la fragilidad de la economía. El problema a resolver definitivamente no es coyuntural es estructural, el país se acostumbró a que sea el Estado el motor de la economía, a que su omnipresencia de “tranquilidad” a los actores de la sociedad. Y cuándo empezó la caída del precio de barril de petróleo, la restricción de ingresos extraordinarios, etc., se evidenció lo que mucho tiempo atrás se criticó, el Estado debe ser mesurado en su gasto y saber que el ahorro es fundamental para enfrentar momentos de crisis, las bonanzas no son eternas.
En los últimos meses el Gobierno ha reducido su gasto, a nivel de casi todos los ministerios y secretarías debieron reducir su presupuesto para este año, trayendo consigo desde atraso de obras contratadas, así como la suspensión de varias, alrededor del país, esto genera una afectación en la creación de puestos de trabajo directo e indirecto, muchas personas ya no alcanzan a cubrir los ingresos mensuales que necesitan y esto afecta su consumo de manera importante, reduciendo la demanda de algunos bienes o servicios o eliminando otros. Esta baja del consumo ha llevado a que empresas ajusten los precios de sus productos para tratar de alentar la demanda; este comportamiento en los precios se traduce en un proceso deflacionario que se viene dando desde hacer algunos meses. Las empresas están enfocadas en mantener las ventas sin recurrir al aumento de precio.
Ahora bien, el sector privado tiene la tarea de compensar esa baja en la inversión pública derivado de los recortes del gobierno, a través de las alianzas público-privada y demás mecanismos que alientan las autoridades actuales. Claro que esto se irá concretando a medida que los diálogos y discursos se vayan concretando en acciones, sin duda el cambio de las autoridades del frente económico fueron el punto de inflexión, esos cambios políticos también tardan en asimilarse por los agentes del mercado.
La situación es compleja para el país, pero las autoridades económicas muestran la voluntad para dejar una situación más optimista para el siguiente gobierno, pero sin duda hay factores externos que dejan ver la vulnerabilidad de la economía ecuatoriana y los cuales no están bajo control de las autoridades, por ejemplo las fluctuaciones del precio de petróleo, que si bien ahora está al alza, sabemos que no es eterna está situación.
Los síntomas de la desaceleración de la economía, denota que hay medidas que tomar, si bien la ley de fomento productivo es uno de los elementos que el gobierno impulsa para salir de esta situación no será la solución del problema que atraviesa el país. De ahí que el frente económico debe establecer un conjunto de acciones de corto, mediano y largo plazo para remediar la situación. El gobierno tiene variados problemas que atender, debe seguir controlando el déficit fiscal, a la par que reduce el gasto público, promueve la apertura comercial, afianza las alianzas público-privada, atrae inversión extranjera, reperfila la deuda externa (en aras de mejores condiciones), renegociar las preventas petroleras, se acerca a organismos multilaterales de crédito, entre otros. En todo caso hay mucha tarea pendiente.
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