Tienen un tinte militarista, pese a que despotrican contra los militares; ahí solo se reconocen comandantes, pese a los que empuñan las armas son paramilitares, pero son comandantes al fin. Comandantes de grupos armados que tienen como fin arrestar, golpear, torturar, asesinar y cometer crímenes de lesa humanidad ante la pasividad de las instituciones del Estado copadas por los amigos o, en términos más exactos, cómplices de los comandantes.
Es su forma de garantizarse absoluta impunidad. Creen en la herencia del poder; Néstor Kirchner lo heredó a su esposa Crsitina Fernández; Lula, a su discípula Dilma Rousseff; Hugo Chávez, a Nicolás Maduro, y Maduro ha prometido entregar el poder solo a un chavista o una chavista, como su esposa o su hijo, por ejemplo. Y en Nicaragua ya todo estaba listo para que Daniel Ortega heredase el poder a su esposa Rosario Murillo, hasta que unos seres del infierno, según la devota Murillo, comenzaron a gritar basta de dictadura.
Son solidarios solo entre ellos; todos los males de los países son culpa de un misterioso imperio y de unas oligarquías que son buenas solo cuando están a su servicio. Culpan al dinero de todos los males, por eso lo esconden en sus casas para luego viajar en sus propios aviones comprados con dineros públicos para seguir con su fastuosa vida privada. Hablan del pueblo después de bajarse de sus autos de lujo.
Todos estaban ahí representados en el llamado Foro de Sao Paulo con palabras como ofensiva reaccionaria, intereses convergentes, capitalismo transnacional, derecha imperial, oligarquías subordinadas, derecha golpista, guerra mediática, guerra jurídica, boicot económico, bloqueo criminal…
El Foro de Sao Paulo ha quedado en un grupo de amigos de dictadores tipo Maduro-Ortega o del mismo Evo Morales aferrado al poder y a su mansión con uñas y dientes. Y ha sido el escenario donde una expresidenta de la Asamblea de Ecuador ha dicho respaldar esas dictaduras que, seguramente, soñaba instalar en Ecuador aunque en el país se da de muy demócrata con llamados al golpe de Estado, gritando en la calle: Y va a caer…
Es la clase política que gobernó el país durante los últimos diez años, que coptó todas las instituciones del Estado para viajar en primera clase, en aviones particulares (comprados con dineros públicos) y autos de lujo escoltados por guardias pagados con dinero del Estado. Ahí está de cuerpo entero la expresidenta de la Asamblea que por poco habló de magnicidio cuando fue rociada con gas pimienta en un manifestación a favor del expresidente radicado en Béligica y sindicado en un caso de secuestro y asociación ilícita.
Ahí está la expresidenta de la Asamblea, la que denuncia una dictadura porque el gobierno de Lenín Moreno llevó adelante una legítima consulta popular, y considera normal que unos dos mil paramilitares armados con fusiles AK-47 siembren el terror en Nicaragua, en Monimbó, el barrio indígena de Masaya.
Ahí está la expresidenta de la Asamblea que ve en la crisis humanitaria de Venezuela un invento de las oligarquías a las que ella pertenece en Ecuador, porque seguramente nunca se baja de su auto en el que va con chofer desde la Asamblea a su nada proletaria casa. De otra forma no se entiende como nunca haya visto a los venezolanos que duermen en Carcelén o intentan ganarse el pan de cada día con interminables oficios en la calle, pese a ser la mayoría de ellos profesionales que huyeron del régimen de Maduro con lo que llevaban puesto.
Ahí está el Foro de Sao Paulo de cuerpo entero y en sus propias palabras.
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