En uno de sus primeros anuncios en su cuenta de Twitter, el nuevo ministro de Finanzas, Richard Martínez, escribió un mensaje que da cuenta de la hoja de ruta con la que llega al frente económico del presidente Lenín Moreno.
El ministro aseguró que su objetivo y el de su equipo será garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y promover el crecimiento económico para generar empleo. Si se lee entre líneas, uno puede percatarse de que su principal objetivo será reducir el déficit fiscal; es decir, sanear las finanzas públicas, equilibrar el presupuesto y promover el empleo por la vía de la reactivación del sector privado.
Es claro que toda decisión económica es también una decisión política. Y el cambio tal vez brusco de una ministra con el perfil técnico como el de María Elsa Viteri por alguien como Richard Martínez responde básicamente a la necesidad del gobierno de enviar un mensaje claro al sector empresarial.
Al poner en el frente económico un ministro con un perfil muy relacionado con el sector empresarial, el gobierno da señales de querer poner en orden la economía a nivel macro para comenzar a reactivar el sector productivo, una de sus principales metas, muy de la mano con el sector empresarial.
El país necesita reactivar su economía de forma urgente y eso solo se puede dar de la mano con la empresa privada. Y si bien ya se había anunciado un programa económico que apuntaba en ese sentido, el gobierno todavía no tenía el ejecutor.
Si bien se ha cuestionado que en menos de un año se han nombrado tres ministros de Finanzas, eso no debería asustar porque estamos en un año de ajustes y transición y todo hay que hacerlo sobre la jugada. Es como cuando se construye una casa, si los cimientos no son sólidos lo lógico es enmendar o derrumbar todo y volver a levantarla sobre buenos pilotes.
Los cambios de ministros en la cartera de Finanzas, además, eran casi previsibles, porque cada ministro cumplió un determinado papel. ¿Qué hizo al principio el gobierno? Al comenzar su mandato, Moreno no sabía cómo le habían entregado las cuentas públicas. Carlos de la Torre permaneció con el antiguo equipo de colaboradores del anterior gobierno para revisar los libros. Una vez sinceradas las cifras se va De la Torre y llega María Elsa Viteri para revisar la parte técnica de las medidas económicas anunciadas.
Ahora viene la parte de la ejecución de ese programa económico y qué mejor director de orquesta que alguien como Richard Martínez con el suficiente conocimiento de las necesidades del sector privado, con una formación académica sólida. La contraparte por ahora es el riesgo país.
Si bien puertas adentro, el cambio ha sido leído como algo positivo puertas afuera puede ser leído como un signo de inestabilidad: tres ministros en menos de un año. Eso podría tener sus efectos en el indicador del riesgo país porque podría provocar cierto nerviosismo en los mercados financieros.
De la Torre y Viteri eran conocidos afuera, pero Richard Martínez es poco conocido en los mercados internacionales, auqnue una vez que comiencen a aplicarse las medidas anunciadas y el ministro lance señales claras esa percepción cambiará.
El gobierno cumplió los tiempos para hacer los cambios y, en cierta medida, todo responde a la llamada teoría de las expectativas racionales. Si el gobierno anuncia a los agentes económicos con tiempo qué es lo que va a hacer, estos pueden actuar de una manera premeditada.
Pero este último cambio de ministros, con dos perfiles totalmente distintos, aunque pudiera parecer brusco ha sido el mejor si se analiza el tipo de señales que envía el gobierno. Porque aquí la palabra clave es confianza. Si los empresarios se quejaban porque no había una respuesta a los diálogos convocados por el Ejecutivo, pues ahí está un ministro empresario para transmitir esa tranquilidad y conectar con otro ministro con una visión muy similar, Pablo Campana.
El gobierno ahora tiene una dupla para manejar puertas adentro la economía con el fin de atraer inversión extranjera, con el apalancamiento de Campana en Comercio Exterior. Ahí hay una dupla fuerte. Son dos ministros que tranquilamente pueden formar un equipo para renegociar la deuda con China, por ejemplo.
El nuevo ministro de Finanzas tiene un posgrado en economía internacional y un diplomado en negociaciones y comercio internacional; es decir, reúne las capacidades técnicas para poder llevar adelante ese tipo de negociaciones con uno de los principales acreedores del país y obtener resultados favorables.
Sin duda el país está en un buen momento para iniciar esa reestructuración de la deuda. Mejor que el de hace seis meses o hace un año. No solo por el nuevo perfil del frente económico, sino porque la subida de los precios del petróleo en el mercado internacional ha dado un poco de respiro a las cuentas fiscales. Según las últimas cifras de marzo, la economía ha logrado un ligero repunte.
Los efectos de los cambios iniciados por el gobierno en su frente económico se podrán ver en el mes de julio, en el corto plazo, pero la verdadera medición se podrá hacer en septiembre, cuando haya un trimestre cerrado porque ya solo queda junio para cerrar el segundo trimestre.
Tal vez sea reiterativo en una idea, pero hacer un plan económico y no ponerlo en ejecución sería como dejar la letra muerta en un ley. Hay que poner en marcha el plan. El nuevo ministro sabe qué hacer, con todo el respaldo del sector empresarial y del Gobierno. Ya no es posible estar en la parte de la planificación, ni técnica ni nada.
Si ya planificamos, tenemos una estrategia y los objetivos están claros ahora le toca a Richard Martínez ejecutar. Es un buen director de orquesta porque tiene la formación académica, la trayectoria profesional y la madurez, tres factores claves que apuntan a la confianza.
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