El relativismo asevera que toda verdad es relativa. Esto concluye que ningún estándar de verdad puede ser afirmado, además da por sentado que ningún tipo de sistema para verificar la verdad puede ser mejor que otro.
En este artículo expondré brevemente algunos factores que, considero, han servido como catalizadores en la proliferación de las ideas relativistas.
La ciencia ha ganado un punto promoviendo la idea de que las respuestas verdaderas se encuentran en la evidencia científica, dejando de lado las cosas que aún no ha podido comprobar como el amor, el odio, la moral o la justicia que el ser humano lleva dentro.
Los medios de comunicación y sus contenidos ayudan a reducir la noción de absolutos y estos, a su vez, a modelar nuestra conducta como lo diría Marshall McLuhan. Esto ha determinado que juzgar los valores y comportamientos desde una cultura propia es incorrecto, pero negar la posibilidad de realizar comparaciones y juicios sobre lo que está bien o sobre lo que está mal en una sociedad podría llevar a dicha sociedad a la decadencia.
La proliferación de redes sociales y la fácil comunicación entre diferentes sociedades muestra la idea de la diversidad respetable cuya idea es eliminar absolutos y la meta es elevar la diversidad buena o mala, pero la diversidad.
Por otra parte está el aumento de las cosmovisiones filosóficas del mundo, que hoy en día se asemeja a una suerte de buffet de comida donde uno puede seleccionar -a la carta- la creencia que más se adapte a su conciencia o a su modo de vida.
Las filosofías contemporáneas de Kant, Marx, Freud, Wittgenstein, Nietzsche, han influido en el ataque de verdades absolutas, ideas que se contraponen a la filosofía de Aristóteles o Platón generando ideas relativas que han causado mucho daño a la humanidad.
Desde esta óptica, si vivimos en un mundo en donde no sabemos qué es cierto y qué no lo es, creo que estos factores han incidido para que el relativismo haya ganado apoyo en la sociedad moderna, en la cual lo incorrecto hoy es correcto o la “verdad absoluta” es la de aquel que ostenta el poder de turno.
El relativismo se halla en la política, en las artes, en la academia, en la ciencia, pero más allá de esto ha penetrado en nuestro diario vivir. La puedes encontrar cuando juzgan tu trabajo, cuando juzgan tus acciones y hasta cuando juzgan tu voto.
Supongamos que alguien te acusa de una mala acción, diría que no es simplemente su disgusto personal subjetivo sino que corresponde a un criterio objetivo, pero este criterio puede estar basado en preferencias personales. Lo correcto a exigir sería formular críticas de manera franca, fuera de preferencias morales o personales, sino más bien considerar el socializar parámetros de convivencia estándares claramente definidos sobre los cuales proponer un juicio justo.
En un país plagado de corrupción, el problema es que este relativismo podría arraigar la falsedad y el cohecho cuando el ser humano sigue actuando bajo su noción de lo que está bien y de lo que está mal, cuestionando a los demás y no a sí mismo.
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