Ecuador siempre fue su refugio, su casa de descanso. Paseaban por Quito, descansaban en Esmeraldas, la hija de uno de los miembros del secretariado de las FARC casó a su hija en un hotel del centro norte de Quito, con abundante whisky y fiesta burguesa tan despreciada en sus discursos. Tenían enlaces que les organizaban ruedas de prensa, relacionadores públicos encargados de visitar los medios de comunicación, mientras en la frontera paseaban el miedo, el terror y el dinero del narcotráfico para garantizarse colaboradores leales.
Ahora las autoridades de Colombia han entregado a las autoridades ecuatorianas como 13 millones de archivos electrónicos sobre los bienes de las FARC relacionados con Ecuador: 13 millones, casi casi un archivo por cada ecuatoriano. Eso como parte de la cooperación bilateral emprendida a raíz del coche bomba en San Lorenzo y los ataques en El Pan, en Esmeraldas.
Todos esos archivos, la mayoría, fueron recopilados en esas computadoras de Raúl Reyes que murió en un ataque del ejército colombiano a su campamento instalado en Ecuador, con sus cinco anillos de seguridad. Desde esa frontera las FARC montaron verdaderas multinacionales del narcotráfico, como Joamy EMA. Muchas de las cuales seguramente mantendrán su fachada legal porque sus dirigentes ahora metidos en la política colombiana necesitarán recursos para intentar cumplir su objetivo por otra vía: conquistar el poder desde la legalidad con recursos conseguidos desde la ilegalidad.
Ahora las autoridades de Colombia y Ecuador van tras esos bienes, que seguramente darán muchas pistas sobre los tentáculos del narcotráfico que desde la frontera norte se tendió en Ecuador. Eso si las investigaciones avanzan y la entrega de archivos no se queda en la instantánea para los medios de comunicación.
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