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El desarrollo de la tecnología móvil ayudó a dar un salto cualitativo grandioso en Ecuador

Jimena Babra Gilbert
Universidad Casa Grande
domingo, febrero 18, 2018
El miedo a la adicción al celular debe ser una alerta para el padre y no un pretexto para dejar a los niños sin herramientas básicas para el mundo de hoy. Una reflexión en tres entregas.
Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay demasiados mitos o exageraciones alrededor del uso del teléfono inteligente y otros dispositivos por parte de niños y adolescentes. Muchas veces los padres de familia se asustan porque creen que su hijo es adicto al celular, pero hay una cierta irrealidad ahí: los dispositivos móviles, como cualquier tecnología de la información, son herramientas…. Y si existe comportamiento adictivo es a su uso excesivo y sin control; no depende de la herramienta en sí. Como en todas las cosas, la clave está en el equilibrio.

Un cuchillo, por ejemplo, es una herramienta muy útil para la cocina, pero también se puede usar para lastimar a alguien. El tema no recae en la herramienta o dispositivo convirtiéndolo en bueno o malo intrínsecamente, todo depende por el uso que se le dé.

El desarrollo de la tecnología móvil ayudó a dar un salto cualitativo grandioso en Ecuador, un país con un servicio telefónico históricamente malo por falta de conexiones, con un alto porcentaje de la población sin acceso a una línea. Ahora la penetración de la telefonía móvil en el país llega al 112%, lo que quiere decir que existen más celulares que personas.

El problema de los niños o adolescentes “hiperconectados” o tildados de “adictos” apunta al docente y al padre de familia, porque cualquier exceso en cualquier ámbito es malo…

Los teléfonos inteligentes se han convertido en equipos indispensables para la mayoría de ecuatorianos porque, de una u otra forma, sirven para reforzar los vínculos que tenemos con los demás. Es una herramienta de comunicación en una generación absolutamente tecnológica. Una en la que los niños nacen prácticamente con la tecnología en la mano y tienen muchísimas más habilidades y destrezas que los adultos.

El problema de los niños o adolescentes “hiperconectados” o tildados de “adictos” apunta al docente y al padre de familia, porque cualquier exceso en cualquier ámbito es malo y todo lo que se deja sin ningún tipo de control puede resultar negativo o perjudicial.

Yo personalmente creo en el uso de la tecnología para la enseñanza y el aprendizaje, porque las posibilidades que ofrecen estas herramientas son diversas, pero siempre y cuando existan los procesos pedagógicos como eje central de la educación. Por ejemplo, no es para nada recomendable dejar a un chico, sin un criterio formado, con acceso libre a la red y sin ningún tipo de supervisión.

Ningún padre de familia o docente puede simplemente suponer que los hijos o los estudiantes harán un uso adecuado de las herramientas tecnológicas, porque saben manejarlas mecánicamente, y dejar el consumo de los contenidos a su libre albedrío.

Como profesor, puedo tener una súper computadora en el aula y pasarles por la pantalla un discurso científico de YouTube y pretender que eso es la clase, cuando en realidad se convierte en una experiencia tremendamente aburrida…

Sin embargo, también es verdad que hay muchos mitos alrededor de la tecnología. Uno está relacionado con la enseñanza y dice que para ser innovador en educación es necesario usar la tecnología. Eso es falso.

Como profesor, puedo tener una súper computadora en el aula y pasarles por la pantalla un discurso científico de YouTube y pretender que eso es la clase, cuando en realidad se convierte en una experiencia tremendamente aburrida. Tampoco es innovador usar el power point en lugar de la pizarra, únicamente para pasar diapositivas llenas de texto que los alumnos deben de copiar en sus cuadernos lo más rápido posible. Metodológicamente no ha hecho nada innovador.

Innovador sería si después el docente organiza un foro en Twitter con un hashtag donde los estudiantes puedan compartir sus puntos de vista. La tecnología ayuda a abrir ventanas para el aprendizaje significativo. El maestro no enseña, hace que los alumnos aprendan, ese es su principal desafío. Si el estudiante no aprendió, simplemente el profesor no cumplió su trabajo.

En la educación 2.0 el rol del profesor es distinto al de la educación 1.0, que es la tradicional. En la 2.0 pesa mucho el uso de la tecnología, pero el proceso de aprendizaje pasa por dar contexto a las tareas significativas vinculadas a las partes desafiantes del currículo académico, porque los recursos digitales ofrecen muchas puertas para relacionar el aula con el mundo real.

Lea mañana: No hay una receta perfecta para evitar lo que ahora describen como “adicción al celular”

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