Fue asesor del expresidente residente en Bélgica de visita en el país para intentar boicotear una consulta popular en la que los ecuatorianos deberán pronunciarse si están de acuerdo o no con que alguien pueda reelegirse indefinidamente en el poder, para convertir una democracia en una especie de monarquía.
La mayoría no creía en él. La mayoría daba por descartado que su función sería proteger el estatus quo montado por el aparato de propaganda del anterior gobierno, el de ex presidente. El que ahora llama democracia en peligro, que no era otra cosa que una serie de instituciones leales, que hacían lo que pedía, lo que le daba la gana. Dictadura en peligro sería el membrete que mejor le calzaría.
Contra todo pronóstico, el Fscal siguió adelante el proceso contra el delfín del expresidente, el ahora exvicepresidente Jorge Glas, cuyo tío fue grabado recibiendo fajos y fajos de billetes del representante de la constructora Odebrecht. Las escenas parecían calcadas del fujimorismo con Montesinos o de esa serie de Netflix que tiene como protagonista al Chapo Guzmán.
“Lo peor que uno puede hacer es actuar con miedo de lo que puedan pensar los otros. Hay muchas cosas por investigar y la Fiscalía es una institución que hay que ponerla en el lugar que le corresponde estar”, dijo el Fiscal en una entrevista con radio Visión. La Fiscalía es una entidad encargada de la lucha en contra de las actividades delictivas, dijo.
Es una incógnita saber para dónde circula todo con el entorno político de un expresidente que todavía cree tener todo el poder del mundo, pero por ahora es una buena señal que las instituciones hagan el trabajo para el que fueron encomendadas, y el de la Fiscalía fue es y será perseguir las actividades delictivas.
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