El pedido de Estados Unidos de imponer nuevas sanciones contra el gobierno de Corea del Norte, tras la prueba nuclear realizada el fin de semana pasado por el régimen de Kim Jong-un, no se materializará fácilmente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas convocado para hoy.
Hace años Corea del Norte anunció su intención de desarrollar una cabeza nuclear capaz de impactar el territorio de Estados Unidos, al que considera su enemigo. El proyecto se ha mantenido a pesar de que ese país ha sido objeto de siete paquetes de sanciones impuestos por el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), para que abandone sus programas balístico y nuclear.
El 3 de septiembre, el régimen de Kim Jong-un detonó una bomba de hidrógeno que, asegura, puede instalarse en un misil de alcance intercontinental. Se trata del sexto ensayo nuclear y el más potente, con una magnitud de 6,3 registrada en las inmediaciones del sitio de pruebas.
La escalada belicista aumenta el riesgo de un eventual ataque; hasta el momento ni las sanciones ni las amenazas verbales han logrado persuadir al líder norcoreano de que renuncie a su plan. Por el contrario, la advertencia lanzada hace pocas semanas por el presidente Donald Trump, de que Corea del Norte se expone a un diluvio de “fuego e ira” y que las armas de Estados Unidos están “listas y cargadas”, parece haber atizado las llamas.
Esta pugna divide en dos bloques al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Por un lado, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, amigos de Corea del Sur, son partidarios de castigar con más sanciones al régimen norcoreano; por el otro, Rusia y China son aliados tradicionales de ese país. Por eso, aunque sus líderes han dicho estar de acuerdo con aprobar nuevas sanciones, su posición todavía es incierta.
Aunque a veces ha sido criticada por no evitar a tiempo algunas crisis, el rol de la ONU es promover la paz mundial. Hasta el momento, las sanciones y advertencias no han surtido ningún efecto en el régimen norcoreano, por lo que tal vez ya sea hora de buscar otras salidas.
Las dos Coreas mantienen una especie de “guerra fría” desde el final del conflicto que las enfrentó entre 1950-1953, el cual concluyó con un alto el fuego, y la firma de un armisticio y acuerdos de no agresión; pero nunca la paz. Sus aliados estratégicos son de la misma época.
Corea del Norte es uno de los pocos países donde permanece un régimen comunista, de corte totalitario, aislado de la comunidad internacional. En la práctica es un territorio cercado y de lo que sucede dentro de sus fronteras se tiene poca información. Un verdadero anacronismo en plena era de la globalización.
Además de ser perjudicial para las dos Coreas, un potencial conflicto armado se ampliaría a todo el continente asiático y desde ahí se proyectaría a una escala global. Detrás de este contencioso existe todo un entramado de intereses que involucran a otros países afectos a los aliados de cada uno de los bandos, cuyos gobiernos se verían abocados a enfrentarse.
Las acciones y declaraciones belicistas de los líderes no acarrean nada bueno para los pueblos. Desgraciadamente, la población civil, totalmente ajena a las movidas de la geopolítica mundial, termina pagando las consecuencias con un saldo de horror y de muerte catalogado de “daño colateral”, como eufemísticamente se denomina a las víctimas de este tipo de confrontaciones.
De continuar el actual estado de cosas, la querella podría salirse de control. Por ello es imperioso poner un alto a la carrera armamentista de Corea de Norte así como bajar el tono a las intimidaciones por parte de Estados Unidos. En caso de producirse una confrontación nuclear, todas las naciones del planeta estarían en aprietos.
Aunque a veces ha sido criticada por no evitar a tiempo algunas crisis, el rol de la ONU es promover la paz mundial. Hasta el momento, las sanciones y advertencias no han surtido ningún efecto en el régimen norcoreano, por lo que tal vez ya sea hora de buscar otras salidas.
En tanto Estados Unidos, sus aliados europeos y Japón negocian nuevas sanciones contra Corea del Norte; Rusia y China, ambos con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, si bien han anunciado su respaldo a esta posición han dicho que esa es solo la mitad de la solución; la otra es el inicio de conversaciones para buscar una salida política a la crisis. ¿Será la hora de lograr una paz definitiva? Habrá que ver.
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