La derogatoria de los decretos 16 y 739 que regulaban la conformación y las actividades de las organizaciones sociales, decidida por el presidente Lenín Moreno, mediante Decreto Ejecutivo firmado el pasado lunes, coincidió con la advertencia realizada por algunos personajes conocidos de Alianza País de que llamarán a movilizaciones contra dos de las siete preguntas contenidas en la consulta popular anunciada por el primer mandatario.
El descontento manifestado por Ricardo Patiño, quien ejerció varios cargos durante el gobierno de Rafael Correa (también fue consejero del actual), de igual forma hecho público por otras figuras similares, apunta a dos cuestiones claves de la eventual consulta: la reelección indefinida y la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana.
De ahí que la reciente movida de Moreno le asegura el apoyo de una organización muy bien estructurada a lo largo del tiempo: la Unión Nacional de Educadores (UNE), al abrirle la posibilidad de volver a tener la personalidad jurídica que había sido proscrita por su antecesor. Lo mismo para decenas de ONG que fueron vetadas mediante los decretos correístas.
Hasta hace poco, la UNE fue el sindicato público más poderoso del país. Agrupaba a todos los docentes del sector público y realizaba un fuerte activismo a través de su brazo político: el Movimiento Popular Democrático (actual Unidad Popular), el cual apoyó fervorosamente a la llamada revolución ciudadana, en sus inicios, pero luego se ubicó en la oposición. Actitud que no solo le valió el calificativo de “tirapiedras” sino la persecución a sus principales dirigentes y la captación (dispuesta por el gobierno) del Fondo de Cesantía del Magisterio que superaba los $400 millones, recursos que pasaron a ser administrados por el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
Con sus actos, el actual mandatario ha enviado un potente aviso a la facción de Alianza País devenida en oposición (otro sector se muestra resueltamente favorable a la consulta), en el sentido de que su iniciativa de echar abajo el proceso se verá enfrentada a una amalgama de organizaciones, partidos políticos, movimientos, cámaras de la producción, sindicatos y otros, con quienes se adelantó a tomar contacto en el diálogo social emprendido en las primeras semanas de gestión.
Hasta aquí, las jugadas de Moreno en el plano político han sido bien estudiadas; no han dejado cabos sueltos. Por lo visto se ha rodeado de un equipo de gente sagaz y ducha en estos menesteres, que estaría dirigido por una mente que calcula hasta el “milímetro” cada movida.
Para un presidente que pareció haber llegado a Carondelet atenazado por un movimiento político y un mentor dispuestos a imponerle sus directrices, es un logro haber sumado respaldos a su propuesta de eliminar la reelección indefinida y cambiar el Consejo de Participación Ciudadana, entre otras cuestiones, desde distintas visiones y vertientes que abarcan desde representantes de la derecha como Jaime Nebot y Guillermo Lasso hasta la denominada izquierda en la que se cuentan organizaciones como la Conaie, con su partido: Pachakutik y ahora el antiguo MPD, a través de la UNE.
De paso, ni siquiera se ha tomado la molestia de cuestionar (en público) la posición de sus todavía coidearios ni aparece como el gran divisor de Alianza País. No hay que perder de vista que Moreno es el presidente nacional de ese movimiento.
Hasta aquí, las jugadas de Moreno en el plano político han sido bien estudiadas; no han dejado cabos sueltos. Por lo visto se ha rodeado de un equipo de gente sagaz y ducha en estos menesteres, que estaría dirigido por una mente que calcula hasta el “milímetro” cada movida.
Esto me retrotrae a los albores del correísmo, cuando Rafael Correa llegó a la Presidencia sin un solo diputado, lo que no fue obstáculo para lograr que el presidente del entonces Tribunal Supremo Electoral (TSE) llame a una consulta popular, de iniciativa del Ejecutivo, para preguntar si el pueblo respaldaba o no una Asamblea Constituyente. El Congreso no estaba dispuesto a darle gusto y defenestró al titular del TSE, pero una mayoría de vocales de este organismo (con total respaldo del gobierno) destituyó y retiró los derechos políticos a 57 legisladores, que fueron reemplazados de inmediato por los llamados “diputados de los manteles” convertidos en obsecuentes servidores del régimen.
Por esa época, mucho se dijo que el “golpe de mano” se había gestado en el Ministerio de Gobierno (actualmente de la Política) que entonces se encontraba a cargo de un hábil personaje: Gustavo Larrea, poseedor de una dilatada trayectoria política, además es compañero en lo ideológico y amigo personal de Lenín Moreno. Aparentemente sus caminos se han vuelto a cruzar en estas lides, aunque el presidente lo ha negado.
Ahora mismo, Larrea como director del movimiento Democracia Sí, ha respaldado abiertamente al gobierno de Moreno, además se halla inmerso en un recorrido por todas las provincias formando directivas y buscando los “cuadros” que participarán en las elecciones seccionales de 2019. Al momento tendría más de 600 mil firmas para inscribir la organización en el Consejo Nacional Electoral. ¿Moreno dejará Alianza País para adherir al movimiento de su amigo? Solo el tiempo lo dirá. Por ahora, se encuentra empeñado en sumar todo el apoyo posible para triunfar en su consulta.
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