“Fue una semana navideña que tardará en olvidarse, de vertiginosa sucesión de sorpresas; de estratagemas que derriban estrategias. (…) En el Congreso, la mayoría neofujimorista que obedece a Keiko Fujimori planeó derrocar al débil presidente Pedro Pablo Kuczynski a través de un sumarísimo proceso de destitución acusándolo de “incapacidad moral permanente”. (…) Durante el largo debate parlamentario, detrás de los esperpentos retóricos vociferados en el hemiciclo, la batalla real se dio en la pugna por los votos. Cuando el Frente Amplio persistió en su alianza con el fujimorismo, pareció que la suerte estaba echada. Pero en la votación reventó la sorpresa: 10 congresistas fujimoristas, entre los cuales Kenji Fujimori, se abstuvieron. (…) El viernes 22, el triunfante Kuczynski agradeció, (…) aseguró un cambio de estrategia orientada a un vigoroso esfuerzo democrático. Sobre los rumores de un posible indulto a Alberto Fujimori (este había presentado una petición), PPK sostuvo enfáticamente que eso no ocurriría, y que ni se discutiría durante las fiestas. Que las lecciones aprendidas eran claras. Yo hablé con él también y me dijo lo mismo. (…) Hacia el mediodía del 24 se disparó el rumor de que iba a indultar a Fujimori, lo que ocurrió horas después”.
El texto es de Gustavo Gorriti, un destacado periodista peruano. Y es sobre la infamia de alguien que pretendió aferrase al poder a costa todo. Pedro Pablo Kuczynski olvidó demasiado pronto lo que el fujimorismo fue para Perú. La sed de poder parece que funciona así.
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