El incendio forestal más grande registrado en Groenlandia fue descubierto recientemente cerca de la costa oeste de Sisimiut, cerca de la isla de Disko, en donde específicamente estudio el desprendimiento de los glaciares. El incendio ha capturado el interés público y científico, no solo por su sorprendente magnitud y ubicación, sino también porque es otro signo de un profundo cambio ambiental en el Ártico.
Groenlandia es un elemento importante en el sistema climático mundial. La capa de hielo que cubre el 80% de la isla refleja gran parte de la energía del sol en el espacio y modera las temperaturas a través de lo que se conoce como el “efecto albedo”. Y puesto que ocupa una posición estratégica en el Atlántico Norte, su agua congelada modera la temperatura del océano.
Pero Groenlandia es especialmente vulnerable al cambio climático, ya que las temperaturas del aire en el Ártico están aumentando al casi el doble de la tasa media mundial. Las condiciones ambientales suelen establecer nuevos récords de: “el más cálido”, “el más húmedo” y “el más seco”.
A pesar de su tamaño, el fuego en sí representa solo una instantánea de la historia del fuego de Groenlandia. Por sí sola no puede decirnos acerca de un cambio climático más amplio en el Ártico.
Pero cuando superponemos estos extraordinarios acontecimientos en contraste con registros ambientales de largo plazo, se pueden observar tendencias importantes.
La capa de hielo se está derritiendo
Entre 2002 y 2016 la capa de hielo perdió masa a una tasa de alrededor de 269 gigatones por año. Un gigatón son mil millones de toneladas. Una tonelada es aproximadamente el peso de una morsa.
Durante el mismo período, la capa de hielo también mostró un comportamiento inusual a corto plazo. La temporada de fusión de 2012 fue especialmente intensa: el 97% de la capa de hielo experimentó derretimiento superficial en algún momento durante el año. La nieve incluso se derritió en su cumbre, el punto más alto en el centro de la isla donde el hielo se amontona a más de 3 km sobre el nivel del mar.
En abril de 2016 Groenlandia sostuvo temperaturas anormalmente altas y su “evento de fusión” fue prematuro (un día en el que más del 10% de la capa de hielo tiene al menos 1 mm de su superficie derretida). La fusión prematura no introduce un período de cambio completo y catastrófico; el hielo no desaparecerá de la noche a la mañana. Pero sí ilustra cuan profunda y rápida puede responder la capa de hielo en función a las crecientes temperaturas.
El permafrost se está descongelando
A pesar de su imagen helada, los alrededores de Groenlandia son en realidad bastante pantanosos, y con enjambres de mosquitos. Esta es la “capa activa”, formada por fango y sedimentos de hasta dos metros de espesor, el cual se deshiela temporalmente durante el verano. El permafrost subyacente, que puede alcanzar profundidades de hasta 100m, permanece congelado permanentemente.
En Groenlandia, como en gran parte del Ártico, el aumento de las temperaturas está descongelando el permafrost. Esto significa que la capa activa crece hasta 1,5 cm por año. Se espera que esta tendencia continúe, ya que según las actuales predicciones del IPCC, las temperaturas del aire en el Ártico aumentarán entre 2,0 ° C y 7,5 ° C en este siglo.
El permafrost ártico contiene más de 1.500 millones de toneladas de plantas y animales muertos y se la ha denominado como “materia orgánica”. Este material se ha congelado durante miles de años. Pero cuando el permafrost lo deshiela, esta materia orgánica se desintegra, liberando carbono y metano (otro gas de efecto invernadero) a la atmósfera.
Si continúa esta descongelación, se estima que hacia el 2100 el permafrost emitirá de 850 a 1.400 billones de toneladas de CO₂ equivalente (para su comparación: las emisiones mundiales totales en 2012 fueron de 54 billones de toneladas de CO₂). Y, por supuesto, todo ese metano y carbono adicional tiene el potencial de aumentar aún más el calentamiento global.
Con esto en mente, se ve claramente por qué el reciente incendio forestal, que estaba ardiendo en fango seco en la capa activa, era especialmente interesante para los investigadores. Si el permafrost de Groenlandia se degrada y seca cada vez más, existe la posibilidad de provocarse incendios forestales aún mayores que liberarían vastas reservas de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Las especies se están adaptando a un ecosistema cambiante
Los grandes cambios en el entorno físico ya están afectando a las especies que habitan Groenlandia. Basta con mirar a los osos polares, la cara del cambio climático del Ártico. A diferencia de otros osos, los osos polares pasan la mayor parte de su tiempo en el mar, lo que explica su nombre latino Ursus maritimus. Particularmente, utilizan el hielo marino como una plataforma en aguas profundas, ayudándose de este al momento de cazar focas.
Sin embargo, desde 1979 la extensión del hielo marino ha disminuido cerca del 7.4% por década debido al calentamiento climático, y los osos han tenido que adaptarse al nuevo hábitat. Con el aumento continuo de la temperatura y la desaparición del hielo marino, se predice que las poblaciones de estos animales disminuirán hasta un 30% en las próximas décadas, llevando el número total de osos polares a menos de 9.000 ejemplares.
He considerado solo a un grupo reducido de los principales cambios ambientales en Groenlandia en las últimas décadas, pero los efectos del aumento de las temperaturas se están sintiendo en todas las partes del sistema terrestre. A veces se manifiestan como acontecimientos extremos, otros como cambios lentos y graduales.
Las diferentes partes del rompecabezas ambiental interactúan, de modo que los cambios producidos en un área (el descenso del hielo marino, por ejemplo) influyen en otra (poblaciones de osos polares). Tenemos que vigilar de cerca el sistema en su conjunto si queremos hacer interpretaciones confiables – y planes significativos para el futuro.
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