El embarazo adolescente en el país es considerado un problema de salud pública debido a las altas tasas que existen, según las estadísticas proporcionadas por los organismos del Estado y de investigaciones independientes.
El problema es considerado de salud pública por las complicaciones que conllevan entre las jóvenes. En primer lugar, están las complicaciones médicas que pueden enfrentar, desde el potencial riesgo de preeclampsia, complicaciones en el embarazo, parto y puerperio.
Una vez superada esa etapa aparecen nuevos problemas, si el parto concluye con éxito. Básicamente los asociados con la lactancia materna, los sicológicos, de apego con el niño… Pero también hay secuelas muy serias en la parte educativa y social.
No es un problema solo médico, sino que engloba a toda una esfera social, económica y biológica.
Las madres adolescentes, por lo general, se enfrentan al dilema de ¿cómo terminar sus estudios?; muchas abandonan el colegio y eso lógicamente incide en menores oportunidades laborales futuras lo que hace que tengan menos ingresos económicos. Eso las obliga a buscar parejas que puedan convertirse en su sustento económico y pueden llegar a convertirse en potenciales víctimas de la violencia intrafamiliar.
Estos patrones de conducta generalmente ocurren porque las adolescentes que llegan a ser madres muchas veces son echadas de su entorno familiar. Es decir, el tema del embarazo adolescente cruza muchas variables tanto en la parte médica, como en la individual, social, familiar y educativa.
El informe Mujeres ecuatorianas, dos décadas de cambios, presentado este año por ONU Mujeres, daba a conocer que Ecuador ocupaba el primer lugar en la región andina, y el segundo en América Latina –solo superado por Venezuela-, por número de embarazos en adolescentes.
La investigación, que citaba datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), apuntó que, en los últimos 10 años, el incremento de partos de adolescentes entre 10 y 14 años fue del 78% y en adolescentes de entre 15 a 19 años, del 11%. En ese mismo periodo, 49 de cada 100 mujeres que fueron madres tuvieron su primer hijo entre los 15 y 19 años.
Las alarmantes cifras ya obligaron, en años anteriores, al Ministerio de Salud, primero, a tratar de diseñar políticas públicas para enfrentar esta problemática, con la Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar (Enipla), una acción del Estado para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las adolescentes y el acceso real y efectivo a servicios integrales de salud sexual. El objetivo era brindar educación, consejería en sexualidad y planificación familiar para toda la población en general.
El Enipla se transformó después en el Plan Familia, porque supuestamente esa estrategia solo privilegiaba la intervención del sistema de salud antes que la participación de la familia en la formación de los jóvenes en temas de educación sexual.
Es un problema complejo que no está concentrado en un lugar específico, sino es generalizado en todas las provincias, según las estadísticas oficiales.
De ahí la necesidad de pensar en nuevos programas de intervención efectivos, pero con información de campo. En Loja, por ejemplo, conocemos el número de adolescentes embarazadas, cifra entregada por el INEC, pero no hemos identificado cuáles son los factores de riesgo que influyen en un embarazo.
Es por eso que, desde la Universidad Técnica Particular de Loja, un equipo multidisciplinario ha emprendido una ambiciosa investigación que busca determinar todos los factores de riesgo, recogidos en la literatura que existe sobre el tema, que podrían estar influyendo en mayor medida en el embarazo adolescente.
La investigación busca identificar toda la gama de factores de riesgo para saber sobre cuáles podríamos actuar.
Su primera fase es meramente descriptiva. Nos enfocamos en los factores de riesgo personales como la edad en la que inician su vida sexual y demás temas referente a su salud sexual. Nos enfocamos también en la parte familiar, las relaciones personales, las relaciones de pareja, si existe o no violencia intrafamiliar, en la autoestima, la ansiedad, la depresión…, proyecto de vida, funcionalidad familiar.
Preguntamos además si son hijas de madres adolescentes, porque sabemos que ese es otro factor que influye mucho en esa problemática. Tratamos de abarcar toda esa serie de variables para conocer exactamente cuáles serían los que más están influyendo o si por el contrario es un conjunto de factores los que están detrás de esas altas estadísticas.
La primera etapa se realizó en el último período escolar. Tomamos una muestra significativa de las estudiantes de los colegios de la ciudad de Loja. Con todas las unidades educativas fiscales, fiscomisionales y particulares se hizo una distribución aleatoria y se sacó una muestra. Unas 700 adolescentes fueron entrevistadas con el apoyo de estudiantes de la Universidad.
En noviembre esperamos tener lista la primera tabulación de las respuestas para poder difundir los resultados.
Lo primero será conocer qué factores son los más frecuentes para poder trabajar con los adolescentes sobre la percepción que tienen de esos factores, cómo podrían influir en su posible embarazo; o, en las jóvenes que ya están embarazadas, cómo influyeron. El objetivo es sacar ideas que nos permitan diseñar un plan de intervención que sea aceptado y validado por las adolescentes, los padres de familias y autoridades educativas.
Para ello vamos a aplicar una metodología de tipo cualitativa: trabajar con grupos focales con adolescentes, padres de familia, profesores de cada uno de los colegios para discutir cuál sería la mejor metodología de intervención y cuál sería el mensaje que nosotros como adultos queremos que llegue a los adolescentes.
Con los datos tabulados en noviembre pensamos regresar a las unidades educativas a socializar la investigación con las autoridades y los estudiantes y luego entrar en el trabajo con los grupos focales. La pregunta clave a plantearse es cómo puedo diseñar un plan de intervención, cómo me gustaría que a mí me informen sobre este tema, desde las sugerencias de los propios adolescentes.
La idea de comenzar el trabajo en Loja fue hacerlo en nuestro propio territorio con una muestra que cumpla con todos los criterios estadísticos para luego tratar de llevar la investigación a otras provincias.
Según las cifras oficiales, el problema del embarazo en adolescentes afecta por igual en todas las provincias del Ecuador, aunque es más generalizado en las provincias de la costa ecuatoriana.
Y afecta por igual en las zonas urbanas y rurales. Las cifras del INEC nos dicen que, de cada diez embarazos atendidos en una unidad de salud, cuatro son de adolescentes que provienen de la zona urbana como rural, incluso de la zona urbano-marginal.
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