Es el grito más escuchado. El del México que hace cara a la tragedia con una fuerza incontenible. Con la fuerza del dolor al recordar los 10 mil muertos de hace 32 años, cuando otro terremoto puso a prueba su valor. Otro terremoto dejó muchos escombros el martes, un día de macabra coincidencia, una pesadilla que ha dejado hasta muertos en el DF, Morelos, Puebla, Guerrero, Oaxaca…
Edificios completos colapsaron. Una tragedia vista en vivo y en directo gracias a las redes sociales. Una red de solidaridad infinita se extendió. Ecuador no se podía quedar atrás. Equipos de bomberos de Quito y Guayaquil ya llegaron a ese país para retribuir en algo la solidaridad mostrada por México tras el terremoto que destruyó Manabí y Esmeraldas en 2016.
México se volvió a dar una lección de valentía y solidaridad, cuando aún no se recuperaba del terremoto de hace 12 días que dejó desolación y muerte Chiapas y Oaxaca, dos de los Estados más pobres del país. Cuando recordaba el terremoto de hace 32 años. Cuando recordaba los diez mil muertos.
Los servicios de rescate se apuraron por encontrar supervivientes entre los escombros. Miles de vecinos salieron a buscar sobrevivientes levantando ladrillo tras ladrillo. Con gritos de ánimo indescriptibles. Gritos de fuerza, de un optimismo inquebrantable. Gritos de puños en alto de los especialistas que estaban al frente de las tareas de rescate, gritos silenciados para escuchar señales de vida, los que precedían a un “¡Viva México cabrones!”
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