El intraemprendimiento se refiere a cómo una persona, desde el lugar en donde realiza una determinada actividad -sin necesidad exclusiva de que tenga relación con el ámbito laboral-, pone en acción una serie de características personales clasificadas como expresiones de una actitud emprendedora.
De ahí, cuando se habla de emprender no necesariamente se está refiriendo, única y exclusivamente, al campo de la creación de empresas -uno de los espacios más estudiados y con muchas propuestas de promoción-; sino, más bien, la cobertura de referencia del emprendimiento es mucho más amplia, alcanzando, también, otros ámbitos como: el impulso de proyectos promotores del desarrollo, el estímulo de programas y proyectos relacionados al quehacer del sector público y, como ya se dijo, a la demostración -tangibilizada con hechos- de resultados diferentes y de gran impacto en calidad de lo que se viene denominando como intraemprendedores.
Y, precisamente, un ejemplo de intraemprendimiento es el caso de la imbabureña Glenda Morejón quien, en medio de serias dificultades -acrecentadas por el escaso o ningún apoyo interactivo público y privado-, se llegó a coronar -en Kenia- como campeona mundial de marcha en los 5 mil metros; surgiendo, ante esta realidad de dificultades con final glorioso, la primera pregunta: ¿Cómo logró -Glenda- este resultado, si el entorno en el que desenvolvió -más que facilitador del deporte- se convirtió en un constante reto sobre cómo ir esquivando obstáculos que, como se ve, los deportistas del Ecuador tienen que enfrentar en su vida cotidiana?
Una posible respuesta en aparecer -cuando se escuchan los discursos presentes en las entrevistas que diferentes medios de comunicación han hecho a la campeona- está relacionada con la perseverancia y resiliencia demostrada por Glenda, entendidas estas como características intraemprendedoras que aparecen como una expresión del esfuerzo, lucha y capacidad de caerse y levantarse a pesar del terreno espinoso que la persona tiene que enfrentar para alcanzar, eso sí, una meta que la ha definido y, sobre todo, la ha almacenado en su mente y corazón como un fuego ardiente impulsor de acciones dirigidas a la consecución de resultados que, normalmente, el intraemprendedor los considera difíciles pero no imposibles de lograr.
¡Ya basta! de deportistas que, para ser campeones mundiales, tienen que parchar sus zapatos; mientras los corruptos, aprovechándose de su cercanía con el poder político y económico, se llevan en camiones el dinero de todos los ecuatorianos.
Otra pregunta que surge es: ¿En dónde estuvieron primero, los gobernantes de turno con todo su aparataje administrativo dirigido a apoyar el deporte -incluso se creó un Ministerio del Deporte- y, segundo, la empresa privada -sobre todo la grande- que como parte de sus acciones de responsabilidad social transparente -no hipócrita- se puede convertir en un buen estimulador de espacios nobles del quehacer nacional como es el deporte, sobre todo aquel vinculado a campos alternativos a los que tradicionalmente se tiende a apoyar?, lamentablemente la respuesta es: estuvieron ausentes.
Es decir, sobre la base de este breve ejercicio de preguntas y respuestas realizado, lo que se encuentra -en la victoria mundial de Glenda Morejón- es un caso en donde el esfuerzo personal, familiar y de personas cercanas a la deportista -como su entrenador y la Escuela de Atletismo Tarquino Jaramillo- aparece como el factor clave que le ayudó a sortear dificultades presentes en un entorno deportivo en donde, de lo que se ve, tiende a predominar un escaso o ningún apoyo público y/o privado.
Esto que se acaba de exponer se lo siente cuando se toma -como un parafraseo- el mensaje que dio Glenda en una de las primeras entrevistas realizadas por el canal Ecuavisa que, en resumen, hace ver que las ecuatorianas y los ecuatorianos sí somos capaces de conseguir cosas gigantes cuando nos definimos metas gigantes y llevamos a cabo una serie de acciones que requieren, también, de un esfuerzo gigante. Es decir, para llegar a la cima se requiere de una mezcla de visión de futuro, preparación y esfuerzo diario; ahora, claro, sí a eso -esfuerzo personal- le sumaríamos el apoyo interactivo que debería existir por parte del sector público y privado, imagínese lo que lograríamos los ecuatorianos y ecuatorianas.
Finalmente, luego de palpar que los ecuatorianos y ecuatorianas sí somos capaces de conseguir resultados gigantes a pesar de las dificultades presentes en un entorno adverso, queda una reflexión, sobre todo para el campo deportivo, que lleva a decir: ¡Ya basta! de deportistas que, para ser campeones mundiales, tienen que parchar sus zapatos; mientras los corruptos, aprovechándose de su cercanía con el poder político y económico, se llevan en camiones el dinero de todos los ecuatorianos. ¡QUÉ INDIGNACIÓN!
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