El Gobierno actualmente se halla consensuando un proyecto de Ley para repatriar recursos al país y al mismo tiempo atraer inversión extranjera. Según estimaciones de la Red de Justicia Fiscal entre 1970 y 2010, y con proyección del SRI al 2015, se estima que unos $30 mil millones fueron a paraísos fiscales tanto de personas naturales y jurídicas del Ecuador. Y en los tres últimos años habrían salido $4.723 millones.
Las cifras nunca serán completamente reales. Nadie sabe con certeza la totalidad de estos valores, pues en algunos países existe el secreto bancario. Por lo general se hacen investigaciones sobre salidas de dinero camufladas hacia determinados países, por ejemplo bajo la figura de pago en el comercio internacional. Esta figura es preocupante, pues se esconde no solo dinero del que no quiere que se paguen tributos, sino dinero resultado de estafas, narcotráfico, entre otros. En el primer caso, lo que logra es incrementar la brecha de las desigualdades y que unos cuantos tengan que pagar por el resto de personas.
Los incentivos tributarios son de ayuda para atraer inversiones, pero no son suficientes para el caso ecuatoriano. El gobierno debe ofrecer garantías pero también debe de dar una imagen de país serio. Y esto se logra respetando libertades, batallando contra la corrupción, con un sistema judicial transparente y con una economía saneada. Tarea difícil, pero no imposible, la cual dará frutos a mediano y largo plazo. El primer escalón ya lo ha dado el presidente Lenín Moreno, al dialogar con el resto de partidos, se esperaría que esta acción vaya de la mano con políticas coherentes a la transparencia que parece mostrar.
Los inversionistas analizarán el riesgo que podrían afrontar en el país anfitrión; y, en el caso de Ecuador, no es escaso. Como indiqué antes, corrupción, complejidad en leyes alejan la inversión.
Adicionalmente, estos incentivos no pueden ser temporales. El hecho de indicar temporalidad es un riesgo para los inversionistas, puesto que no tiene claro cuándo puedan cambiar las reglas del juego, el papel del gobierno debe ser ofrecer estabilidad para el inversor.
Los inversionistas analizarán el riesgo que podrían afrontar en el país anfitrión; y, en el caso de Ecuador, no es escaso. Como indiqué antes, corrupción, complejidad en leyes alejan la inversión. Del mismo modo, los inversionistas contemplarán la economía del país, las cifras económicas, el endeudamiento y las políticas gubernamentales en materia económica, en resumen la estabilidad del país.
Una parte fundamental de la atracción de capitales está constituida por el sector financiero, el cual debe abrirse, estableciendo alianzas internacionales. Salvo contadas excepciones, el sector desafortunadamente sigue perteneciendo a un grupo que se aferra a mantener un estancamiento endógeno.
En la esfera económica nacional, hacen falta tasas de interés bajas para poder acceder a créditos. Desde 2007, que se asignaron tasas a los diferentes segmentos productivos, se pensó que ayudaría, pero las tasas fueron favorables para el sector corporativo, mas no para el pequeño y mediano empresario. Actualmente la tasa de microcréditos ronda el 30%, es imposible en un país dolarizado una tasa tan alta.
La matriz productiva no es una idea que está alejada de lo que necesita el país, pero para generar inversión productiva la labor es de mediano a largo plazo. Y así como tasas de interés atractivas, no solo se debe dar facilidad de créditos, sino venir acompañado de capacitaciones para el empresario, sobre todo en Pymes.
Los últimos diez años no generaron confianza a los inversionistas, más bien hubo una desinversión. Actualmente estamos en un punto de inflexión, todo dependerá de las medidas del actual presidente, si ejecuta cambios o no. Por lo pronto, nos mantenemos en una política fiscal expansiva que no tiene futuro.
Si se elimina la salida de divisas de forma inmediata el resultado será la salida masiva de capitales. Si se lo hace, deberá ser de forma paulatina y ofreciendo al mismo tiempo oportunidades para que el inversionista se lo piense antes de retirar el dinero del país. El equilibrio puede venir por el lado de tasas competitivas, reducciones de impuestos, sean aranceles o incluso IVA.
En 1993 (cifras públicas del BCE) el impuesto a la salida de divisas representó el 1,24% del total de los impuestos, para 2016 constituyó el 7,68% de la totalidad.
El rubro por el Impuesto a la Salida de Divisas se ha vuelto muy importante, y ha suplido la falta de liquidez que ha venido afrontando el país por la caída del precio del petróleo. En 1993 (cifras públicas del BCE) el impuesto a la salida de divisas representó el 1,24% del total de los impuestos, para 2016 constituyó el 7,68% de la totalidad; crecimiento tal vez no tan representativo en 23 años, pero si se compara el valor de 1993 a 2016, éste se incrementó en más de 11.700%. Esto se debe a que en los últimos años los impuestos se han diversificado. Hay que tomar en cuenta que en 2015 y 2016 han sido los únicos años que esta partida ha sufrido un descenso.
Las alianzas público-privadas siguen siendo una estrategia válida. La labor del nuevo gobierno radica en promover éstas, ofreciendo incentivos sencillos e interesantes a las empresas. Nos hemos dado cuenta que la inversión pública no es suficiente, requiere de mucha liquidez en el corto plazo, una capacidad con la que no cuenta el gobierno actualmente, por lo que las alianzas deben impulsarse.
Los últimos años del gobierno anterior se caracterizaron por falta de liquidez, nadie quiere tener un socio insolvente. Además, el peligro que cambie las reglas del juego. Diría yo, el temor generalizado a un gobierno dictatorial.
La dolarización volvió al país más estable a las crisis financieras, pero le quitó la oportunidad de emplear una política monetaria por el lado de las devaluaciones, por lo que si no se toman las medidas necesarias el país se encuentra en un vaivén, casi como un barco a la deriva. La dolarización pudo reversarse en 2008, cuando el precio del petróleo fue el más alto y cuando la deuda externa estuvo en los niveles más bajos, es decir cuando el país se ganó la lotería dos veces. Ahora es casi imposible.
Por el momento hay que trabajar con la competitividad perdida, lo cual se logra a través de fortalecer las debilidades de la dolarización. Promoviendo la producción interna, a través de reducción de aranceles para materias primas, capacitación, reducción real de tasas de interés, impulsando exportaciones de empresas que no han podido alcanzar ese nivel, entre otros.
Pero lo más importante es tener un plan a largo plazo para fomentar la inversión extranjera, rubro que en Ecuador constituye el más bajo para Sudamérica.
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