Corea del Norte lanzó un misil intercontinental que alcanzó aguas japonesas, en un segundo ensayo de este tipo. El proyectil voló 1.000 kilómetros antes de hundirse en el mar, según el Pentágono. Corea del Norte así aceleró su carrera armamentística. El cohete salió de Mupyong-ni.
El ensayo tuvo lugar al día siguiente de que el Senado estadounidense aprobara una ley que impone nuevas sanciones a Pyongyang —también a Rusia e Irán— por su programa de misiles. La segunda prueba agudiza aún más el pulso entre Corea del Norte y Estados Unidos.
La norma, que debe ratificar el presidente Donald Trump, endurece las penalizaciones por la venta de determinados minerales y material militar a Corea del Norte, y refuerza las inspecciones a barcos que atraquen en Estados Unidos de países que no respeten las resoluciones de la ONU sobre Pyongyang o que hayan visitado el hermético país asiático.
El ministro de Defensa norcoreano amenazó el miércoles con un ataque nuclear preventivo a Estados Unidos en el caso de que la primera potencia mundial decida optar por la vía militar para acabar con el programa de armamento nuclear del país asiático. Corea del Norte no esconde su ambición de poder alcanzar la Costa Oeste de Estados Unidos con un misil.
NORAD, la agencia de seguridad aérea de Estados Unidos y Canadá, determinó que el misil “no supuso una amenaza” a América del Norte. Y el Pentágono mandó un aviso al régimen de Kim Jong-un: “Se mantiene intacto nuestro compromiso con la defensa de nuestros aliados, incluida Corea del Sur y Japón, frente a estas amenazas. Nos mantenemos preparados para defendernos a nosotros mismos y nuestros aliados ante cualquier ataque o provocación”.
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