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La UCSG estudia alternativas que mejoren la calidad de vida de los adultos mayores

María del Carmen Lapo Maza
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
martes, abril 18, 2017
La Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) y la Universidad de Talca De Chile realizaron una investigación para conocer la calidad de vida de los adultos mayores de dos regiones específicas de estos países. Los resultados permiten plantear opciones para orientar políticas públicas enfocadas en programas que vayan más allá de la jubilación.
Tiempo de lectura: 6 minutos

 

La región del Maule, en Chile, y la provincia del Guayas, en Ecuador, fueron los sitios escogidos para realizar un análisis comparativo de la calidad de vida de los adultos mayores.  Esta investigación  es el resultado de un convenio que mantienen la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) y la Universidad de Talca de Chile desde el año 2005.

De acuerdo con estadísticas dadas a escala global se ha observado que hay una alta tasa de envejecimiento poblacional, de ahí que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre los años 2015 y 2050 la proporción de los habitantes del planeta mayores a 60 años se va a duplicar, pasando del 12 % al 22 %. Es decir, casi un cuarto de la población será de adultos mayores, segmento poblacional muy importante para el Estado y para las organizaciones, entre ellas, las empresas. Por ello se requerirá formular políticas públicas y sociales dirigidas a este colectivo de la sociedad.

En Ecuador, las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) señalan que esta proporción de la población tiene un crecimiento más acelerado que los otros grupos y establece que para el año 2050  la cifra de adultos mayores se ubicaría entre el 16 % y el 18 % del total de la población. Todos estos aspectos sumados a la mejora de las tecnologías sanitarias a nivel global, da como resultado una menor tasa de mortalidad  y de fecundidad.

Esta proyección de la realidad de los adultos mayores exige a las instituciones gubernamentales, empresas y sociedad en general, enfrentar esta nueva realidad de una manera especial. En ese sentido, las instituciones  de la educación superior, de tercer nivel, están llamadas, por una parte, a colaborar con la formulación de políticas públicas y definición de programas de apoyo hacia los adultos mayores de impacto social y, por otra, a ofrecer un portafolio más amplio de espacios de desarrollo tales como carreras, cursos de educación continua y programas de posgrado para incluir a los adultos mayores como futuros instructores o alumnos. Es decir, pensar en una universidad inclusiva para toda la vida.

Parte de los resultados de la investigación señalan que para la provincia del Guayas-Ecuador y Región del Maule-Chile, las principales variables relacionadas con la calidad de vida (medidas de bienestar subjetivo) fueron la salud, la satisfacción con la alimentación, la importancia de la familia, el número de bienes que existen en el hogar y los recursos percibidos, mostrando una relación positiva con la percepción de satisfacción vital.

En la provincia del Guayas a los adultos mayores, en su mayoría,  les gusta estar con sus amigos, acudir en grupo a los centros comerciales, parques, para conversar y sociabilizar es decir, buscan y valoran los espacios y oportunidades de integración. En un porcentaje menor hay quienes prefieren estar cerca de la naturaleza. En cambio en la Región del Maule de Chile, el porcentaje más alto fue del grupo que prefiere integrar o pertenecer a pequeñas ciudades porque eso les da tranquilidad.

Otra característica identificada es que los adultos mayores en Chile asumen su etapa de vejez con más optimismo, lo que permite explicar por qué les interesa vivir en una ciudad pequeña y hacer sus cosas de forma tranquila; en cambio, los adultos mayores ecuatorianos no asumen esta etapa de sus vidas con ese optimismo y por eso, prefieren integrar colectivos que valoran para no sentir esa soledad.

Además, en relación a su situación marital, el 55,4 % de los adultos mayores del Ecuador manifestaron sentirse solos, mientras que en Chile esta percepción fue expresada por el 44,7 % de los entrevistados.

Por otro lado, el 45,8 % de los adultos mayores ecuatorianos consideraron que su salud es de “tipo regular” categoría que en Chile fue del 38,4 %. En cambio, el 43,7 % de los chilenos aseguraron tener una “buena salud” y, de los ecuatorianos, el 34 % calificó esta opción,  resultados que, de alguna forma, representan el mayor optimismo expresado por los adultos mayores de Chile en comparación a los ecuatorianos.

Desde la perspectiva de la motricidad de los adultos mayores, los resultados muestran que en el Ecuador este segmento poblacional es levemente más funcional que en Chile, es decir, que se trasladan ellos solos y no dependen de otra persona para salir; en Ecuador la escala preponderante fue: “puedo hacerlo sin dificultad”, en cambio en Chile la respuesta mayoritaria fue: “puedo hacerlo pero con poca dificultad”.

Desde el ámbito de la salud, los resultados ponen en evidencia que los adultos mayores chilenos son más obesos que los ecuatorianos, eso medido a través del Índice de Masa Corporal. Es así, que los adultos mayores de Chile en un 45,5 % resultaron ser pre-obesos, mientras que el Ecuador este porcentaje fue solo de un 35.3 %. Sin embargo, en Ecuador los adultos mayores tienen más problemas de desnutrición que en Chile.

A nivel cognitivo y, sometidos los adultos mayores a pruebas de recordación, se observa que en la región del Maule, los entrevistados recuerdan más las cosas que los de la provincia del Guayas, Ecuador. Al respecto, los investigadores consideran que estos resultados podrían deberse al hecho que, en Chile, los adultos mayores leen mucho más. De hecho, uno de los datos que les llamó la atención  a los investigadores de estos dos países es que los adultos mayores de Ecuador tienen un nivel de educación menor en comparación con el adulto mayor de Chile, así por ejemplo, el 14 % de los adultos mayores del Ecuador manifestaron que no tienen estudios y en el caso de Chile estos alcanzan solo al 8 %, mostrando  una diferencia estadística significativa.

En síntesis, este es un primer estudio en convenio realizado por equipos de investigadores  de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil del Ecuador y de la Universidad de Talca de Chile, la idea es continuar con esta línea de investigación, incorporando otras escalas, por ejemplo, que incluya los aspectos laborales, de educación, amigos, cultural y ocio, entre otras dimensiones relevantes.

Hacia una Política de Estado para los adultos mayores

 Sobre la base de algunos de los resultados que, sintéticamente se mostraron, se sugiere:

  • Generar programas de política pública de reinserción de los adultos mayores en la actividad productiva, incluyéndolos en trabajos en los que ellos se sientan bien, puedan aportar desde la experiencia y no sean tan demandantes, por ejemplo en los Estados Unidos, existe una ciudad de 15.220 habitantes, Vero Beach, donde la mayoría de su población está conformada por adultos mayores retirados y son altamente activos, trabajan de voluntarios en los hospitales, algunos trabajan en empresas que alquilan carros para llevar a sus clientes a sus casas, son voluntarios para dar clases en bibliotecas y colaboran como tutores de jóvenes, entre otras actividades de esta naturaleza.
  • Propiciar a nivel de las instituciones de educación superior, universidades o centros de capacitación de tercer ciclo, programas de atención social básica como de atención especial para los adultos mayores, generándoles espacios que gusten y aprecien el hacer docencia, quienes podrían dictar ciertas materias en cursos de educación continua o cátedras especiales vía patrocinios de fundaciones en temáticas del adulto mayor.
  • Dado que las proyecciones de la OMS (2016) destacan que la población de adultos mayores a nivel mundial se duplicará en los próximos 25 años llegando a alcanzar la cuarta parte de la población, parece vital que las instituciones del estado, en particular las relacionadas con la salud, tengan que enfrentar un escenario de mayor demanda de servicios de salud en enfermedades crónicas como la diabetes o catastróficas como el cáncer, entre otras. Para ello, es preciso que los estados prevén los programas que les permitan disponer de los recursos humanos, materiales, clínicos, acceso, oportunidad y financiamiento adecuados para prestarlos en condiciones de dignidad.
  • Las empresas también tienen que prepararse para enfrentar las nuevas exigencias de los adultos mayores, considerando que este grupo etario se convertirá en los próximos años en un segmento importante para el consumo asociado a las características del ciclo de vida, en términos de alimentos, turismo, salud, educación y ocio, entre otros de esta naturaleza.
  • A nivel de la sociedad toda, es vital generar una reflexión sobre el Estado Constitucional de Derechos y de Justicia que se vincula a conceptos de garantía de los derechos y sus distintas manifestaciones, especialmente en relación con los adultos mayores, definidos como “grupo de atención prioritaria”, que se transforman progresivamente en un grupo, eventualmente, cada vez más influyente, por la proporción que representan como por las características más específicas de sus demandas.
  • Es preciso establecer programas de salud preventiva, que permitan manejar adecuadamente enfermedades crónicas de gran cobertura, programas de acompañamiento, que propicie el fortalecimiento de la familia, genere espacios de integración y oportunidades socialización y para el ocio, que proporcionen a los adultos mayores las oportunidades de acceso a productos servicios, entre otras acciones de este tipo.
  • Existe la necesidad gubernamental de integrar un equipo de trabajo inter ministerial, en donde participan los especialistas de diversos ministerios para diseñar diversos tipos de programas:
    Primero, programas de protección, de igualdad y no discriminación y de atención prioritaria.
    Segundo, programas de erradicación del analfabetismo y post-alfabetización, de educación permanente.
    Tercero, programas de acceso a la justicia y de defensoría pública, que garanticen derechos de libertad, políticos, de seguridad social, de desplazamiento arbitrario.
    Cuarto, programas que regulen prohibiciones asignando deberes y responsabilidades para la protección integral de los adultos mayores.

La sociedad debe priorizar los medios para que se generen programas que internalicen o endogenicen la complejidad social de los adultos mayores, para que se sientan útiles, tengan una vida feliz en su última etapa de la vida y que pueden entregar, desde su dignidad, sus talentos y capacidades a la sociedad. Hay que tener claro que la vida del adulto mayor no termina con la jubilación y que todos somos responsables de su bienestar en esta nueva etapa de

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