Un fotógrafo o un fotoperiodista debe ser alguien capaz de ver lo que está ocurriendo en el instante mismo que ocurre. Ese es el poder que tiene la fotografía, y sigue teniéndola, a pesar de las nuevas tecnologías, las redes sociales, el streaming, los videos caseros, etcétera.
La foto ganadora en el World Press Photo 2017, sintetiza en una imagen, un conflicto de tipo global, que enfrenta al fundamentalismo islámico con las potencias occidentales, incluyendo en este caso a Rusia.
Es una imagen en la que vemos la síntesis perfecta de un problema que nos incumbe a todos los seres humanos, por más que nos tengamos que ver en el espejo del miedo o en el espejo del horror.
Yo recuerdo mucho el reportaje que hizo Tom Junod sobre una fotografía de Richard Drew, de los hombres que caen de las Torres Gemelas en los atentados del 11 de septiembre de 2001. Todo ese trabajo sirvió para explicar cómo la sociedad norteamericana, en su momento dado, cuestionó esas imágenes de tal manera que terminó censurando a una gran cantidad de medios que querían seguir indagando sobre la naturaleza del atentado y sus consecuencias. Estos evitaron, los medios, algunos, confrontarse con la idea de investigar quiénes eran las personas que caían. ¿Quién está cayendo? ¿Quién es la persona que está en el aire?
En nombre de que para algunos círculos de la sociedad, para algunos afectados, publicar esas imágenes era morbo, en nombre de que se estaba violentando la privacidad de las víctimas, se trató de evitar los nombres asociados a esas fotografías de la caída, que de por sí hablaban de una enorme tragedia, capaz de hacer que gente inocente se lanzará con desesperación desde las alturas.
Tom Junod explica en ese reportaje la cantidad de problemas que consiguió al tratar de buscar la identidad de las personas que caen en la foto de Richard Drew. Cierta familia decía que ese tipo de información violaba su vida privada y un Comité de Victimas argumentaba que la imagen daba a entender que se habían suicidado.
Fue todo un debate sobre si era un acto lógico lanzarse al vacío desde una torre que estaba a punto de caerse o fue un simple suicidio. Fue una polémica que osciló entre lo moral y lo religioso para evitar que finalmente se indagara sobre la identidad de las víctimas.
Las imágenes tienen el poder de quedarse en la mente de uno, por eso es que la fotografía no va a desaparecer con toda esa moda de los videos. La fotografía es una narrativa con méritos suficientes para contar ciertas historias, acercarse a ciertas cosas. La fotografía tiene eso de la imagen imperecedera. Es un cuadro, la permanencia de un instante. Esa permanencia es la que perturba, su fuerza, mucho más que un video. Los hombres que en la foto caen, están siempre cayendo, nunca van a dejar de caer.
Igual pasa con ese hombre muerto en la imagen ganadora del World Press Photo. Está ahí muerto y el otro hombre levanta sus manos y gesticula como si estuviera clamando algo. Es una presencia continua.
Es la imagen de un fundamentalista que actuó en medio de un conflicto que para muchos es muy complejo explicarlo. Siria se ha hecho incomprensible para el mundo entero. Nadie sabe bien quiénes son los buenos, quiénes son los malos. Un rato son unos, otro rato son otros.
Esa imagen retrata la idea del terror instalada en la mente de todos los seres humanos. En un museo, un señor embajador con todo el personal diplomático que lo rodea, del protocolo del museo, es asesinado de una manera imprevisible y terrible.
Una imagen que habla de la violencia que vivimos. Al fondo se puede ver hasta los lentes del embajador. Puedo ver lo humano de todo, sin ver el rostro, sin ver el cuerpo, solo con ver la suela de sus zapatos. Es una suela gastada como la del zapato de cualquier ser humano. Son pequeños rastros que quedan, como las pistas de un crimen, las pruebas que le hablan a la humanidad entera de una tragedia que puede ocurrirle a cualquiera de nosotros.
Los méritos técnicos de la foto ganadora del World Press Photo está en una buena cámara, un buen angular, además de la capacidad del fotógrafo para adaptarse a las circunstancias en un momento tan crucial; cambiar la velocidad del obturador para obtener esa foto con un segundo cuerpo muerto en un plano tan perfectamente definido.
De ahí que cabe preguntarse, ¿de qué madera está hecho un fotógrafo que es capaz de captar esa imagen en un momento en que todo el mundo busca ponerse a buen resguardo? En una sala que está vacía y donde todo el mundo está expuesto a la pistola del asesino.
Una imagen es capaz de sintetizar un gran problema humano o una gran tragedia humana.
En el World Press Photo no hay cómo escapar a la lógica noticiosa. La noticia es el fondo en un gran conflicto, en una gran tragedia. Es una imagen que nos resume lo humano de la tragedia.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
Aumento del salario: Cara o cruz
Con el décimo y otros bonos decembrinos, primero pague las deudas
Debates
Chancay: ventajas y desafíos
Oratorio de Noël, la obra coral se presenta en la Universidad Andina Simón Bolívar