Una odisea vivió el Atlético Tucumán para llegar a Quito con retraso la noche del miércoles y jugar ante El Nacional su pase a la siguiente ronda de la Copa Libertadores, hasta con uniformes prestados. Nadie puede quitarles el mérito deportivo, pero de ahí a creer que hubo una conspiración para retrasar su vuelo y por ende su llegada al partido hay mucha distancia.
La empresa DAP ha dicho que fue algo raro lo ocurrido la noche del miércoles en Guayaquil con el vuelo que debía llevar al Atlético de Tucumán a Quito. El gerente comercial y el piloto hablaron de una maniobra sucia en la torre de control.
Son declaraciones un tanto desproporcionadas que deberían probarse en todas las instancias pertinentes, porque todavía está fresca la tragedia del Chapecoense. En estos casos siempre será mucho más saludable una investigación a todos los involucrados por no haber dejado despegar a un avión con sospechas de cualquier riesgo.
Los responsables de la aerolínea pueden insistir en que nunca habían presentado problemas para volar y que tenían todos sus permisos en regla, pero en materia de seguridad en la aviación siempre será mejor pecar de precavido.
Ahora en frío se pueden realizar todas las investigaciones y tanto las autoridades de aviación del Ecuador como los responsables de la aerolínea podrán probar quién tuvo la razón, sin necesidad de poner en peligro la integridad física de nadie.
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