El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza con construir un muro en la frontera con México y ningún presidente de América Latina se levanta a reclamar una reunión urgente de los organismos creados al margen de Estados Unidos supuestamente para evitarlo, para evitar al policía de la región.
Trump pone en entredicho a los anti-imperialistas, a los anti-neoliberales. Ha cuestionado a la izquierda tradicional, que no sabe qué partido tomar. No saben cómo reaccionar ante el acercamiento de Trump a Putin y, al mismo tiempo, el respaldo de Netanyahu a la construcción del muro. ¿Qué evocan? ¿El muro de Berlín?
La izquierda tradicional latinoamericana, esa que se beneficio de los petrodólares del experimento llamado socialismo del siglo XXI, hace tibios llamados a la unidad latinoamericana, pero con la idea de resucitar un socialismo del siglo XXI caduco, obsoleto y fracasado y nada dice sobre México, una de las economías más perjudicadas por esa campaña de odio digna del Tea Party.
Pero es la propia sociedad de Estados Unidos la que está reaccionando, la que reacciona con multitudinarias protestas en las calles y aeropuertos para apoyar a los migrantes, a esos que construyeron Estados Unidos; es una sociedad civil viva, activa, que no se va a quedar quieta ante los muros de Tea Party. Si alguien pregunta por la Celac y Unasur. Nada, no hace falta. Nunca ha hecho falta.
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