Las buenas prácticas agrícolas son el conjunto de acciones de manejo que se realizan a procesos productivos en los sistemas que generan las materias primas de origen vegetal y animal; es decir, las diferentes actividades de gestión agroproductiva que se requieren para dar continuidad a un proceso que da origen a los alimentos derivados de cultivos agrícolas como frutas, hortalizas y vegetales varios, al igual que alimentos derivados de la crianza de animales de abasto que producen huevos, carne, leche, cuero, lana, entre otros.
Las medidas de manejo que se toman para realizar las labores productivas en los sistemas agropecuarios, según la FAO reciben el nombre de Buenas Prácticas cuando son verificadas con normativas, protocolos o reglamentaciones mundialmente aceptadas que garantizan un estándar de calidad e innocuidad de los alimentos generados para el consumo humano y animal, lo que deriva en el reconocimiento, certificación o acreditación de tal indicador que asegura dicho nivel de calidad.
Dentro de los lineamientos requeridos para la adopción de las Buenas Prácticas en los sistemas agrícolas y pecuarios se encuentra el aseguramiento de la salud y cumplimiento de las normativas de seguridad ocupacional en virtud de que “la agricultura es uno de los sectores más peligrosos donde cada año muchos trabajadores sufren accidentes y problemas de salud relacionados con el trabajo”, según la Organización Internacional de Trabajo, lo que se traduce en las diversas aplicaciones de protocolos internacionales que reducen o evitan la innecesaria exposición a los peligros consecuentes de la realización de las prácticas de manejo en la agricultura: operación de maquinarias, aplicación de productos agroquímicos, trabajo en ambientes controlados o con exposición a factores ambientales, como la luz, el calor, el ruido, polvo y sustancias peligrosas o combustibles, manejo de animales y las implicaciones físicas de levantar cargas pesadas y la concentración que demanda de parte de la persona que realiza la actividad, lo que de no hacerlo en condiciones seguras, empleando la vestimenta y protección adecuadas, herramientas y maquinarias diseñadas de la mejor forma, así como la puesta en marcha de medidas que aseguren que el desarrollo de las actividades agropecuarias para que no afecten la salud de las personas de forma directa e indirecta.
Ecuador en un país en desarrollo que se encuentra fortaleciendo e implementando el cumplimiento de estándares internacionales para la aplicación de prácticas de manejo en los sistemas de producción agropecuaria. La idea es garantizar la inocuidad alimentaria, que es acreditable y certificable a través de agencias certificadoras de orden nacional como la Agencia Ecuatoriana de Aseguramiento de la Calidad en el Agro, autoridad nacional sanitaria, fitosanitaria y de inocuidad de los alimentos encargada de la regulación y control sanitario agropecuario; su objetivo es mantener y mejorar el estatus fito y zoosanitario, además de procurar la inocuidad de la producción primaria. Existen también organizaciones internacionales que otorgan “sellos verdes” que se consideran como emblemas diferenciadores de la calidad en los sistemas agropecuarios y sus productos derivados, como el caso de las Global G. A. P., por sus siglas en inglés, “Good Agricultural Practices”, las cuales tienen disponible en tres ámbitos de producción: Cultivos, Producción Animal y Acuicultura y conformando un total de 16 normas, principalmente adoptadas para el modelo agroexportador de banano, cacao, frutas no tradicionales, productos acuícolas, entre otros.
Así mismo, se empiezan a observar las primeras iniciativas de cumplimiento de las OSHAS 18001:2007, normativa que permite a las empresas gestionar los riesgos operativos y mejorar el rendimiento en los sistemas agroproductivos, lo cual es preciso certificar por las agencias acreditadoras internacionales como la SGS (2017) (Société Générale de Surveillance) quien destaca que “el tránsito de los productos agrícolas desde el campo a la mesa requiere atención, seguimiento e integridad”. Es importante destacar que dicho condicionamiento se hace necesario en función de las demandas que los mercados internacionales hacen de los países productores de alimentos frescos y procesados.
La seguridad social en el Ecuador a través del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) ha generado los lineamientos requeridos para apoyar a la clase trabajadora para que se precautelen sus intereses en cuanto a la salud y seguridad ocupacional, por lo que se ha generado el Reglamento de Seguridad Y Salud de los Trabajadores y Mejoramiento del Medio Ambiente de Trabajo, que en sus artículos 66 67 y 68 hace referencia a los condiciones en las que debe trabajar el con relación a los riesgos biológicos y la exposición a la contaminación ambiental, en especial a la industrias alimenticias.
La propuesta académica
El nuevo entorno contemporáneo le exige a la academia respuestas a sus demandas sociales y laborales, con la finalidad de que cumpla su rol protagónico en base a la puesta en operatividad de sus asignaturas para atender dichos requerimientos, ofertando carreras para el campo amplio de la CINE-UNESCO, de la siguiente forma: “6 Agricultura, 62 Agricultura, silvicultura y pesca: agricultura, producción agropecuaria, agronomía, ganadería, horticultura y jardinería, silvicultura y técnicas forestales, parques naturales, flora y fauna, pesca, ciencia y tecnología pesqueras; 64 Veterinaria: Veterinaria, auxiliar de veterinaria”, lo cual es recogido por el Reglamento de Armonización de la Nomenclatura de Títulos Profesionales y Grados Académicos que confieren las Instituciones de Educación Superior Codificado.
Las nuevas competencias que los profesionales agropecuarios adquieran durante su formación serán puestas en ejecución en sus ambientes laborales que se escenifican con las tendencias emergentes en la agroproducción como son: responsabilidad socioambiental, de trazabilidad alimentaria, comercio justo, seguridad e innocuidad alimentaria, interculturalidad con integración e inclusividad en contextos idóneos para el diálogo de saberes, denominación de origen, normas de calidad, potencialidades territoriales y nuevas responsabilidades de los gobiernos autónomos descentralizados, entre otros.
En todo ese andamiaje que se yergue como ejes que hacen transversalidad, las ofertas educativas rediseñadas agropecuarias contienen criterios de pertinencia académica que fundamentan la existencia de los currículos que han sido aterrizados en dicho contexto: se han atendido de forma sistémica, interrelacionada con los actores y sectores afines, que se acrisolan en las dependencias físicas universitarias y se traducen en habilidades, destrezas y resultados de aprendizaje que los hacen altamente competitivos y con atributos diferenciadores en base a las improntas de cada institución.
Estamos pues, ante un verdadero reto permanente, que mide a través del grado de empleabilidad de sus graduados, los indicadores acreditables por el ente regulador de la educación superior en el Ecuador. De modo que se han abordado los temas de la aplicación de las buenas prácticas agrícolas, la salud y seguridad ocupacional, la calidad y trazabilidad de la misma y demás que hacen un sector agropecuario prominente y verdaderamente productor, capaz de avizorarle mejores días al campesinado en el marco del Buen Vivir Rural.
Para los sistemas agropecuarios que fomentan esquemas agroexportadores como banano, cacao, frutas no tradicionales, camarón, flores y maderas, se condicionan exigencias que coadyuven a las restricciones de mercado, al no evidenciar las acreditaciones que se soliciten, será más fácil la adopción de tales protocolos y normativas, sobre todo porque se vuelven condicionantes para la comercialización, y por ello, existen departamentos dentro de las empresas que son los responsables del aseguramiento de la calidad en sus bienes, productos y servicios y por ende, el cumplimiento de los requisitos, entorno a las personas que laboran en dichos emprendimientos.
Por otra parte, se encuentran los pequeños y medianos agricultores a quienes se los debe acompañar por su propia dinámica para que adopten medidas de seguridad en el desarrollo de sus labores, es decir, modelos de desarrollo endógeno como por ejemplo, la agricultura familiar, el agroturismo, turismo ecológico, agricultura urbana y periurbana, las granjas familiares autosuficientes, entre otros modelos de desarrollo endógeno agroproductivo, favoreciendo la emergencia de condiciones y atributos que pueden ser utilizados en beneficio del posicionamiento de sistemas alternos de producción que avalados por sellos verdes y denominaciones de origen, rentabilicen los esquemas de producción a pequeña escala, a la vez que se incorporen los elementos de buenas prácticas agropecuarias, que garanticen salud y seguridad ocupacional, que orienten a la generación de mejores y más diversos productos que sean innocuos para el consumo humano y animal.
Se torna de imperiosa necesidad que los actores del sector agroproductivo reciban el acompañamiento de la academia y los entes reguladores de la producción para que identifiquen y tomen conciencia de los riesgos existentes en la actividad agropecuaria, una de las de mayor exposición a peligros condicionantes, tales como las situaciones agrestes del ambiente de trabajo (sol, polvo, gases, luz, calor, humedad, ruido), la exposición a los agroquímicos y sustancias altamente tóxicas, el manejo inadecuado de maquinarias agrícolas y herramientas de trabajo, la manipulación de animales de granja y por ende sus plagas y enfermedades zoonósicas que pueden predisponer a los trabajadores a riesgos significativos en su salud física de forma eventual, recurrente y permanente.
Hay que homologar protocolos y normativas de otros sistemas de producción que se encuadran en las adopción de medidas que garanticen las mejores y más seguras condiciones para el desarrollo de una agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y veterinaria más eficientes, más justas y equitativas, más productivas y más a tono con las exigencias del mundo contemporáneo, para que continúen siendo el motor de la economía del Ecuador y se vuelva competitiva y sostenible en el tiempo.
Es preciso intervenir en el esquema productivo actual, para que se integren las medidas de seguridad ocupacional en el campo agropecuario, para que tanto agricultores como profesionales del agro reconozcan la importancia de los protocolos internacionales y las normativas vigentes a nivel mundial, que hacen un sector agrario, más seguro para quienes interactúan diariamente en él, para que existan cada vez, mejores condiciones para su crecimiento y desarrollo prospectivo de la actividad, a partir de la capacitación oportuna, concientización y declaración afirmativa de la propia seguridad, incentivos por preparación efectiva y eficiente, bonificación por producción de alta calidad y cumplimiento de protocolos de aseguramiento y demás medidas que ayuden a integrar elementos que hagan a la actividad más segura y a tono con el Buen Vivir que se promueve en la constitución política del Ecuador.
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