El límite entre el horario laboral y el tiempo de ocio ha ido desapareciendo progresivamente en las sociedades modernas, sobre todo porque las organizaciones empresariales pretenden tener al personal bajo una modalidad llamada de “dedicación exclusiva”. Ya es común que en las empresas se diga que hay hora de entrada, pero no de salida por el compromiso que reclaman del empleado. Es decir, se asocia el compromiso institucional con la cantidad de tiempo que la persona le dedica a la institución o a la empresa.
En las sociedades modernas, toda organización busca reducir sus costos a punto de que cada empleado ahora debe rendir por dos o tres personas. Por un lado, hay una recarga de funciones y de responsabilidades, pero por el otro lado también está el hecho de que muchas de esas personas que ingresan en las empresas asumen esa carga porque a veces encuentran una realización personal en el trabajo.
Eso ocurre porque la idea o el paradigma que se maneja hoy en día es que mientras más ocupado estés, “más importante eres”. Es como si todo se comenzara a centrar en el trabajo.
La falta de tiempo para el ocio es más recurrente entre los jóvenes. Por ejemplo, como docente universitaria me he dado cuenta de que hay estudiantes que trabajan y estudian. Son cada vez más los jóvenes que no logran separar los tiempos, los espacios y extienden sus responsabilidades más allá del horario y fuera de su sitio de trabajo.
Detrás de todo esto, hay un afán desenfrenado por desarrollarse profesionalmente o adquirir mayores ingresos en corto tiempo. Antes el desarrollo profesional estaba planificado de alguna manera en función de un tiempo promedio, pero ahora esos tiempos y esas metas se van acortando lo que trae consigo un acelerado ritmo de vida.
Esto a la larga, crea problemas y comienza a afectar la salud en generaciones jóvenes, sobre todo, con enfermedades que antes eran asociadas a las personas adultas maduras. Los ciclos se van adelantando, porque los jóvenes empiezan a tener mayores niveles de estrés y ansiedad. Eso les afecta en su salud física primero y luego en su salud emocional, e incluso se postergan decisiones como las de casarse y tener hijos, por ejemplo.
Las enfermedades como el estrés y la depresión están relacionadas con un nivel de insatisfacción constante entre los jóvenes, porque cuando nos ponemos metas muy altas, luchamos, trabajamos en función de las mismas y podemos caer en comportamientos compulsivos, afectándonos y afectando nuestras relaciones interpersonales y por lo tanto nuestro entorno.
Este tipo de comportamientos, es algo que las organizaciones ahora lo ven como una ventaja, porque saben que los jóvenes no van establecer la separación de espacios y de tiempos, y van a estar dispuestos a extender sus actividades laborales, fuera de horario y hasta los fines de semana.
Es importante que cada persona pueda establecer sus tiempos y horarios, para cada una de sus actividades. Más allá del ocio y la recreación, es importante fijar tiempo para el descanso, la alimentación y la familia. Decidir, por ejemplo, que en mi tiempo para el almuerzo no voy a contestar llamadas porque el ambiente de tranquilidad me ayuda a relajarme y digerir bien los alimentos.
Es necesario dosificar las responsabilidades, o manejar mejor el tiempo en los espacios laborales y una vez definidos los horarios se podrá tener el del ocio, que es muy importante porque nos ayuda a desestresarnos, a liberarnos de la tensión, de la ansiedad.
Ahora bien, la tecnología nos debería ayudar a optimizar el tiempo, sin embargo caemos presos de la misma, o en un círculo vicioso, puesto que al haber alcanzado nuestros objetivos, nos ponen nuevos retos o nosotros nos los imponemos dando más y en menor tiempo. Ya no hay solo una actividad laboral, sino dos o tres. (…) En ocasiones abrimos varios frentes y cada vez vamos relegando nuestro bienestar, la familia, los amigos. El tiempo de esparcimiento queda en un segundo plano.
Lo ideal es buscar siempre un punto de equilibrio, no es fácil pero se puede lograr. La clave será optimizar el tiempo; simplificar las tareas, establecer procesos y procedimientos dentro de una organización a favor de la organización y de las personas, de tal forma que no afecte la vida personal y esto se vea reflejado en un alto desempeño. Está comprobado que quienes dedican más tiempo al ocio, a su familia y a sus metas personales aumentan su nivel de desempeño y compromiso con la organización, porque se sienten compensados y motivados.
El estilo de vida laboral está definiendo nuestros patrones de conducta en otras esferas, porque los jóvenes especialmente han alterado las prioridades. Ellos quieren en corto tiempo lo que a sus padres y a las generaciones anteriores les tomó muchos años conseguir. Eso demanda mayores esfuerzos y mayores tiempos de dedicación.
Es necesario darnos cuenta de que cuando empezamos a tener satisfacciones personales todo se compensa y se equilibra. Es erróneo pensar que si dejamos de estar veinticuatro horas siete en una organización dejaremos de tener el reconocimiento a nivel de la empresa y la valía como personas.
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