La supervivencia humana está amenazada por el deterioro del ambiente en el aire, el suelo, el subsuelo, los océanos y los ríos; a tal punto que más de 100 jefes de estado se reunieron en 2016 para tomar medidas al respecto y el Papa publicó su Carta Encíclica Laudato Sí, preocupado por la eventual catástrofe.
En efecto, el aire está contaminado excesivamente y si bien se ha logrado controlar el deterioro de la capa de ozono, varias grandes metrópolis, en determinadas horas, no permiten circular a niños y ancianos; y, sobre todo, las grandes industrias procesadoras de químicos, generan lluvias ácidas.
Los océanos reciben todos los días millones de toneladas de desechos, la mayoría no reciclables y pierden capacidad de mantener peces y otras especies. El Pacífico Sur gana importancia, porque se transforma en la vía de transporte de China e India con el resto del mundo. La CONVEMAR, ratificada por más de 160 países, será la Constitución de los océanos, para definir límites nacionales y para regular el uso del espacio marítimo internacional; el nuevo canal de Panamá expandirá el comercio y obligará a los países de América, a construir puertos que permitan el acceso de buques Panamax, de gran calado.
El agua dulce, poca, mal distribuida y mal utilizada, será cada vez menos; su propiedad generalmente estatal definirá la prioridad de uso comenzando por la atención de las necesidades básicas de la población, mayoritariamente urbana; habrá conflictos internacionales por su posesión y es necesario aprobar una convención internacional que regule la propiedad nacional y el uso mundial.
Con relación a los continentes, Asia, es el más extenso y será el más poblado, llegando a tener en 2030 más de 4.000 millones de personas; Europa es pequeña y está unida al Asia, pero cada vez se diferenciará en su geografía, por los cambios necesarios para atender a la población; América tiene enormes diferencias físicas entre sus cuatro regiones, que afectarán su comunicación física para el transporte y la integración; África, con grandes desiertos y grandes selvas, tendrá dificultades para acelerar su desarrollo.
La población global de 2030 superará los 8.000 millones de personas, 1.500 millones más que ahora, que multiplicarán las necesidades de alimentación, vestido, vivienda, educación, salud y demás. India será la más poblada hacia el 2030, China la segunda, debido a sus políticas demográficas. La población será menor que ahora en varios países desarrollados, habrá mayor concentración urbana, las grandes megalópolis crecerán sobre tierra agrícola, elevando el costo de transporte de agua y alimentos; habrá nuevos tipos de familias que alterarán el consumo, exigiendo nuevos tipos de productos. Habrá mayor dispersión de la población por países, con una alta concentración en Asia. Se producirán fuertes corrientes de movilidad humana, con impactos culturales, religiosos, idiomáticos y en el empleo, sobre todo en los países dinámicos.
El envejecimiento será notable en varios países desarrollados, lo que afectará a su crecimiento económico, pues perderán mano de obra altamente calificada; la inmigración no será alternativa para continuar produciendo al ritmo actual y varios de ellos perderán posiciones en el ranking mundial. El nulo o lento crecimiento de los países desarrollados incidirá en la economía de los subdesarrollados, porque se reducirá la demanda de todo tipo.
La nueva y dinámica tecnología expulsará trabajadores actuales y creará nuevos tipos de empleos, relacionados con la nanotecnología, la genética, la industria aeroespacial, la nueva química; habrá exigencias profesionales no conocidas; la educación continua será – ya es – una necesidad.
Con respecto al trabajo, el trabajo infantil se reducirá por exigencia legal, pero no se extinguirá, sobre todo en las áreas rurales; el trabajo femenino crecerá y abarcará nuevos ámbitos; por su capacidad y exigencia legal ganará mejor. El trabajo a distancia se multiplicará e internacionalizará mucho más que ahora.
Habrá mayores diferencias tecnológicas entre los países, las empresas y las personas. Eso creará una élite mundial pequeña directora y una gran masa de gente en los niveles medio y bajo de ingreso. La pobreza aumentará en términos absolutos, asentada especialmente en los países pobres; mientras se mantendrá en términos relativos, en los 2/3 que ahora registra. Una consecuencia importante de ese panorama, será que la migración para trabajar será una constante y causará serios problemas, sobre todo en Europa e India.
El poder surgirá cada vez más del conocimiento: saber qué hacer, dónde, cuándo, cómo, para qué y para quién. La globalización tecnológica generará enormes avances en muchos campos, especialmente en la biotecnología, la nanotecnología y la genética, la industria aeroespacial, la química. El centro del poder económico se desplazará hacia China e India y por tanto la gradiente económica de los países se transformará; con lo cual perderán sus posiciones actuales Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unidos, Rusia y otros países. Habrá duras luchas por los primeros puestos del ranking mundial; pero, en el concierto internacional, América Latina seguirá siendo irrelevante.
La educación se expandirá como servicio mundial, la educación superior y continua será on line y los títulos obtenidos los reconocerán los estados. Los servicios de salud se beneficiarán de la tecnología para internacionalizarse y para utilizar masivamente la nanotecnología y la genética.
La economía, cada vez más, deberá tener en cuenta su impacto ambiental, para reducirlo a los niveles concertados mundialmente; eso impedirá que la nueva producción agropecuaria, minera e industrial sea contaminante. China e India liderarán la invención y producirán muchos nuevos servicios y bienes de exportación; sus enormes mercados serán centros de atracción de inversiones. Las normas internacionales de respeto a la propiedad intelectual serán más exigentes, pero la piratería no será fácil de controlar. Por suerte, China se volverá exigente en la defensa de los derechos de la PI.
La agricultura encontrará nuevas formas de producir, de mayor competitividad; en efecto, los transgénicos serán más, pero serán reglamentados, aunque impedirlos no será posible. Serán más necesarias la hidroponía, el uso de invernaderos y la biotecnología. La ganadería aprovechará más las partes de los animales, para generar valor agregado. La acuicultura será mayor que la pesca mundial y ampliará productos y áreas de cultivo. El área forestal crecerá por razones ambientales y de producción industrial. Los productos tropicales, entre ellos el banano, tendrán mayor mercado y mejores condiciones de comercio. Habrá agricultura urbana en edificios altos, para reducir costos de producción.
Para la producción industrial y de servicios, la nueva educación tendrá una carga de tecnología moderna muy fuerte. Se sustituirán los campus universitarios por centros de comunicaciones internacionales para la formación superior; gracias a la robótica, aumentará y se perfeccionará la vida artificial inteligente; se transitará hacia el uso masivo de nuevas energías, las telecomunicaciones impulsarán el desarrollo de los demás sectores, se crearán procesos y productos hasta ahora no pensados, habrán decenas de nuevas profesiones, grandes bloques económicos impulsarán el desarrollo tecnológico de sus miembros.
El comercio internacional aportará a la paz mundial, su expansión necesitará de muchas normas iguales o armonizadas para todos los países, lo que producirá beneficios a bloques, países y empresas competitivos; fomentará aún más el desarrollo mundial y cada vez más, favorecerá el desarrollo sostenible; impulsará la creación de empleo, el comercio y la inversión irán unidos, contribuirá a reducir las desigualdades entre países; finalmente, comercio, empleo e igualdad harán posible aprovechar las oportunidades que provoque la demanda mundial.
Con respecto al banano, la producción mundial anual es de cerca de 120 millones de toneladas; de ellas, la variedad Cavendish suma 55 millones de toneladas (47%). La exportación mundial total es de 17 millones de toneladas (14,5%). La Unión Europea importó en 2015 más de cinco millones de toneladas, especialmente a Bélgica, Alemania y el Reino Unido. Estados Unidos importó en igual periodo alrededor de 4,5 millones de toneladas, el Japón importó un millón de toneladas. El valor total del comercio bananero es de alrededor de 7 mil millones de dólares.
Para la expansión de las exportaciones bananeras mundiales, los controles ambientales serán más exigentes; el uso del agua dulce adquirirá prioridades, incluso por productos; es posible un precio internacional del agua, el uso agropecuario del agua puede volverse más caro y controlado y por tanto se impondrán los sistemas de riego ahorradores de agua.
El nuevo canal de Panamá obliga desde ahora a varios países, pero especialmente a los del Pacífico americano, a modernizar sus puertos, para recibir buques de alto calado. Esto es especialmente necesario para el Ecuador, que en los años pasados no hizo nada positivo al respecto. Cuando esos buques recalen en Posorja o Puerto Bolívar, los fletes pueden ser menores y el costo del paso por el canal también.
La demanda mundial de banano crecerá en la medida que crezca la población.
El Ecuador puede mantener su primer lugar como exportador, mejorando su tecnología de producción, también podría desarrollar industrias derivadas de la producción bananera. Sin embargo, es necesario advertir que la tasa de crecimiento de la demanda mundial será baja, muy similar a la del crecimiento demográfico; y que, los países que registrarán mayor demanda, serán aquellos que registren acuerdos comerciales con terceros importantes, como la Unión Europea y los Estados Unidos.
Para la actividad bananera ecuatoriana, son dificultades inmediatas y mediatas a superar, la vigencia del precio oficial de la caja para exportación, la incertidumbre sobre la ratificación del Acuerdo Ecuador – UE, las fuertes exigencias sanitarias de la UE, el valor del peaje en Panamá, la falta de transporte de retorno para los buques bananeros, la gran distancia de algunos mercados.
Se ha especulado mucho con la posibilidad de industrializar el banano. José Riofrío Sáenz, experto en temas de banano, señaló hace un par de años, varias posibilidades: almíbar, rodajas deshidratadas (sin freír), banano congelado, banano deshidratado en hojuelas, banano pasa (higo), banano liofilizado, etanol, bebidas alcohólicas, harina y polvo de banano, jaleas y néctares, jarabe de glucosa de banano, banano preservado por radiación, puré, rodajas fritas, sabores y aromas, vinagre, alimentos para animales, residuos para fines textiles, almidón, biogás, pectina.
Conviene pensar siempre en que el comercio internacional de cualquier producto exige elevar el nivel del valor agregado y competir en el sitio donde vive el consumidor. Por tanto, hay que trabajar en mejorar la productividad nacional, suma de la competitividad de las empresas y la efectividad del Estado. Todo esto a propósito del XIII Foro Internacional del Banano, que desarrolló La Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE), en Guayaquil, el pasado entre el 10 y 13 de octubre pasado.
Este artículo se basa en el capítulo 10 del libro ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DE AMÉRICA LATINA, que se promocionó en el indicado Foro, escrito por Luis Luna Osorio, economista, y la abogada colombiana Claudia Marcela Bastidas.
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