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Ecuador está migrando al uso de energías limpias

Lenin Morejón
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
martes, octubre 11, 2016
En Ecuador poco a poco se empieza a utilizar a las energías alternativas para ahorrar el consumo de luz eléctrica. Se han ejecutado proyectos eólicos y de aerogeneradores, un ejemplo de ello es la Central Eólica Villonaco de 16.5 MW (megavatios) de potencia, que inició su construcción en agosto de 2011 y cuenta con 11 […]
Tiempo de lectura: 4 minutos

En Ecuador poco a poco se empieza a utilizar a las energías alternativas para ahorrar el consumo de luz eléctrica. Se han ejecutado proyectos eólicos y de aerogeneradores, un ejemplo de ello es la Central Eólica Villonaco de 16.5 MW (megavatios) de potencia, que inició su construcción en agosto de 2011 y cuenta con 11 aerogeneradores; así como el proyecto de energías renovables de Galápagos.

Se denominan energías limpias porque no se usan combustibles derivados del petróleo, sino que se aprovecha el viento, la fuerza del mar, el sol, que son energías renovables. Precisamente, en las ciudades costeras se puede usar la tecnología mareomotriz, es decir la fuerza de las olas del mar pueden ser aprovechadas para generar electricidad. De hecho, se ha visto que en otros países tienen instaladas plataformas en el mar que aprovechan esa energía y envían a la tierra electricidad.

La tecnología permite el ahorro de energía, mientras se logran los grandes proyectos, se puede empezar por el uso de los sistemas de iluminación LED, que tiene un tiempo de vida mucho mayor al de las lámparas de vapor, de sodio o de luz convencional.

Las ventajas están dadas por los fabricantes de módulos LED, quienes garantizan que los tiempos de vida de sus lámparas son mayores a las 60.000 horas de uso, además consumen menos energía que las lámparas tradicionales. Precisamente, al tener bajo consumo de energía, los costos por alumbrado público serían menores, un valor que podría disminuir incluso en las planillas de luz porque bajaría la tasa de alumbrado público. Entre las cosas negativas que tiene la luz convencional que se utiliza para el alumbrado público es que sus lámparas están hechas de vapor de sodio o mercurio. Una vez que se desechan se vuelve un factor contaminante, a su vez, también emite una luz que es caliente, que es amarilla y no es muy agradable a la vista.

Lo que se pretende con los sistemas inteligentes es que se permita desde un centro de control -a través de un software- prenderlos, apagarlos, por sectores o por circuitos -es más- bajarles el nivel de intensidad, de brillo en determinadas horas. Por ejemplo, a las 18:00 las lámparas entregarían luz al 100 % de su potencia y de su nivel de luminosidad; pero con el pasar de las horas, por ejemplo, 03:00 o 04:00 muchos usuarios no están en la calle, se puede bajar la intensidad a un 60 % o 70 % y con esto el porcentaje restante se ahorra. Esto siempre y cuando se respeten las normas y los estándares para el sistema de iluminación en calles o avenidas. Para lograrlo se requieren unos sistemas de comunicación, ya sea por WI-FI, la red celular o usando tecnología radio, etc.; pero todo esto es más fácil controlarlo si se tiene sistemas de iluminación tipo LED.

Actualmente, los Municipios del país están solicitando en sus nuevos proyectos de desarrollo que los sistemas de iluminación público contemplen todas estas bondades que otorga la tecnología LED, por ejemplo para el tipo de vías, si tiene ciclovía, el ancho de las aceras, de la calle, altura de los postes… Es decir, un nuevo diseño en el que se podría tomar en cuenta todos estos factores para poder iluminar la vía y con esto lo que se busca es dar visibilidad a los usuarios y también dar seguridad.

El Guayaquil, los nuevos diseños de proyectos públicos contemplan el uso de sistemas de alumbrado público LED, así mismo con sistemas de telegestión. De esta manera, el Municipio darán la oportunidad a que las empresas pongan a prueba sus lámparas como nivel de prototipo para ver si cumplen con todas las especificaciones técnicas y todas las normas para hacerles la adjudicación a contrato. Todavía hay pocas avenidas con este sistema, pero lo que se busca es tener buenos niveles de iluminación a menos costos y menor consumo de energía.

En Ecuador ya hay empresas, como Isconet, que desarrolla sistemas de telemetría y de telegestión para el alumbrado público, pero en el país no existe aún tecnología de fabricación de lámparas LED, eso hace que se las importe. Sin embargo, lo que se logra acá es agregar el desarrollo de sistemas o de electrónica para tener el control en dichas lámparas.

En Loja, por ejemplo, en ciertas calles ya existen sistemas de iluminación LED que usan el sol. No depende de la energía eléctrica que entregan las empresas distribuidoras sino que trabajaban en forma autónoma. Durante el día se cargan las baterías internas y en la noche las lámparas dan el servicio de iluminación, sin usar otro tipo de energía, sino la que estaba almacenada en las celdas o baterías en cada una de estas lámparas. De esta manera se aprovecha la energía del sol. En Riobamba hay parques que son iluminados con sistemas LED, que no consumen mucha energía y aprovechan la telegestión, que se los controla a través de redes inalámbricas.

Este es un nicho de negocio que está por desarrollarse. Aquí la oportunidad está en las Universidades que hacen este tipo de investigaciones y la idea es que Ecuador se convierta en generador de energías. El objetivo es lograr un menor costo. A veces no contamos con los recursos necesarios para los desarrollos tecnológicos, pero a los alumnos se les da la base para inicien con este tipo de proyectos, porque las necesidades están ahí. Como país aún nos falta arriesgarnos y entender que sí podemos. Hay que tener presente que la inversión inicial es lo más alto, pero sí se puede conseguirla y en los desarrollo se puede buscar las certificaciones y los estándares de productos que se encuentran en el exterior. Todo está en que haya la disposición para desarrollar nuevos productos y generar así un incentivo, dada la situación económica actual. A veces estas crisis son buenas porque permiten que la inventiva se desarrolle y ver qué producto se requiere en el mercado para ofertarlo. La idea es poner atención a las necesidades y desarrollar productos con un valor agregado.

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