El Quijote se sigue leyendo, 400 años después, porque es una propuesta de vida. Y quizás esta haya sido la razón de que se haya publicado en todas las lenguas que tienen escritura. Y si bien es cierto que estamos en una sociedad menos lectora que antes, también es cierto que tenemos el derecho de abrir nuestra capacidad imaginativa a una propuesta literaria que no solamente narra la vida de un personaje o nos cuenta una historia, sino que nos hace regresar a preguntas vitales que atraviesan los 400 años de vigencia de la obra: ¿quién soy? ¿Cómo enfrento mis miedos? ¿Cuán valiente soy para mirar lo que es diferente de lo que yo pienso? ¿Cómo asimilo lo que no entiendo? ¿Cómo puedo ser creativo en medio de las dificultades? Y entender algo fundamental: que todo lo dicho no lo puedo vivir individualmente, pues necesito de otro, que en el texto es Sancho Panza, para desde allí entender que el individuo, solo, no es nadie.
Visto El Quijote como una propuesta de vida, el concepto de libertad atraviesa todo el texto, porque el personaje es absolutamente libre para reinventarse, tener una propuesta para resolver los problemas de su sociedad. Es libre para vencerse a sí mismo e ir más allá de sus limitaciones. Y libre también para entender que hay aspectos que nos sobrepasan, como cuando es vencido por el Caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcelona. El Quijote tiene que rendir honor a la ley de la caballería a la cual era absolutamente fiel y bajo esa norma tiene que acatar lo que el Caballero de la Blanca Luna le pide: renunciar a su sueño de transformar el mundo. Por eso él le dice que si ya le ha quitado la honra, ahora debía quitarle la vida. Porque la vida no se entiende si te quitan la libertad de poder transformar, crear y seguir tu sueño.
Luego en la obra también incide críticamente el concepto de utopía. A veces me resisto a relacionar lo utópico con perseguir algo que no tiene sentido. Más bien pensaría en la noción de thopos: es decir, que uno va haciendo lugar en la medida en que uno se entrega. Si eso es un fracaso, siempre quedará algo del individuo en los demás. En algo habrá cambiado ese thopos en el cual ha actuado. Aunque el personaje fracase en tanto se inventa un mundo de caballería que ya no existe, su dignidad y fidelidad a su idea deja una marca por donde haya ido. En ese sentido el thopos deja de ser algo lejano e inalcanzable.
Ahora recuerdo un libro: Teoría del Quijote. Su mística hispánica, de Fernando Rielo Pardal. El autor hace una analogía entre El Quijote y un santo de cualquier época. Porque el personaje es capaz de darlo todo por los demás, porque El Quijote no lucha por él mismo sino por los otros. De hecho, él define que ha venido a enderezar entuertos, a proteger doncellas, en el contexto de la caballería. Y, por otro lado, Rielo Pardal lo asocia con un santo porque el ejercicio de la caballería implica también una transformación interior, una renuncia y una donación de sí.
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Iluminador artículo sobre el mayo clasico de lengua española. Muchas gracias Dra. Astudillo. !Felicitaciones¡
POSITIVO Y PROFUNDO ENFOQUE DL QUIJOTE. EN LA EDUCACION NO SE INSINUA SIQUIERA EN ESTOS MATICES.
GRACIAS Y FELICITACIONES