El 19 de agosto el mundo celebra uno de los inventos más trascendentales de la modernidad: la fotografía. Desde aquel lejano siglo XIX, cuando Daguerre y Niépce abrieron la ventana mágica que permitió atrapar la luz, este arte-ciencia transformó radicalmente la manera en que los seres humanos percibimos la realidad y dejamos huella para la posteridad.
La fotografía es memoria y es testigo. En sus primeras placas se guardó la infancia de la modernidad: retrataron los rostros solemnes de quienes apenas descubrían que podían permanecer en el tiempo. Desde entonces, cada clic ha sido una relación silenciosa entre el instante y la eternidad.
Cultura, arte-ciencia y conocimiento
A lo largo de su historia, este arte se convirtió en herramienta de cultura y conocimiento. Sirvió para registrar descubrimientos arqueológicos, hazañas científicas, expediciones geográficas. Fue testigo de guerras y revoluciones, de gestas deportivas y de la vida cotidiana de millones. Allí donde la palabra no alcanzaba, la fotografía habló con la elocuencia de la imagen.
En el periodismo, la cámara dio un nuevo sentido al derecho ciudadano a la información. Desde las imágenes icónicas de los conflictos bélicos hasta las fotografías que derribaron dictaduras o revelaron injusticias, la fotografía periodística nos enseñó que una sola imagen puede sacudir conciencias más que mil discursos.
En el terreno de las artes, la fotografía dialogó con la pintura, la arquitectura, la literatura y el cine. Su lenguaje plástico se convirtió en espacio de exploración estética, abriendo caminos a la creatividad sin fronteras. Cada fotógrafo —profesional o aficionado— se vuelve narrador, intérprete, soñador.
Imágenes omnipresentes
Hoy, en pleno siglo XXI, vivimos rodeados de imágenes. La fotografía se ha democratizado como nunca antes: un teléfono basta para capturar y compartir el mundo. Y, sin embargo, sigue siendo un acto profundamente humano: elegir un encuadre, esperar una luz, detenerse un instante para mirar con otros ojos.
Más allá de su valor estético o informativo, la fotografía se ha convertido en un recurso indispensable para la ciencia, la medicina y la educación. Con ella se documenta la biodiversidad, se vigila el cambio climático, se explica el universo y se reconstruyen memorias colectivas. Gracias a la fotografía, vemos lo invisible, ampliamos el conocimiento y preservamos lo esencial para las generaciones futuras.
También la vida personal de millones se expresa hoy en fotografías. Cada celebración, cada viaje, cada gesto compartido en redes sociales es parte de un álbum global que refleja nuestras aspiraciones, emociones y sueños. En un mundo a veces dividido por las palabras, la imagen sigue siendo un lenguaje común que une y emociona.
Homenaje y reconocimiento
Este Día Mundial de la Fotografía es un homenaje a quienes han hecho de la cámara su herramienta de vida, y también a quienes con pasión y sensibilidad registran los momentos que nos definen como humanidad. Porque cada fotografía, desde el retrato familiar hasta la gran obra de arte, es una prueba de que la luz guarda nuestra memoria.
Finalmente, un reconocimiento especial a los fotógrafos ecuatorianos: aquellos que han retratado la diversidad de nuestra tierra, desde las montañas y volcanes hasta las selvas, costas y ciudades. Ellos han capturado la historia, la identidad, la cultura, la vida diaria y las luchas de nuestro pueblo con talento y entrega. A ellos, nuestro respeto y gratitud en este día en que celebramos la eternidad de un instante.
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