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Donde hay abejas, hay vida

Natacha Fierro
Universidad Técnica Particular de Loja
viernes, junio 6, 2025
En este artículo profundamente reflexivo, Natacha Fierro nos recuerda que las abejas son mucho más que productoras de miel: son guardianas del equilibrio ecológico, aliadas silenciosas en la seguridad alimentaria y protagonistas invisibles de la biodiversidad. A propósito del Día Mundial de las Abejas, la autora nos invita a asumir un compromiso activo con su protección, a través de la conciencia, la educación y la acción responsable. Porque sin abejas, no hay flores, ni frutos, ni futuro.
Tiempo de lectura: 4 minutos

Desde 2018, se ha establecido el 20 de mayo como una fecha para reflexionar sobre el papel fundamental de las abejas en la vida del planeta, y aunque para muchas personas puede pasar inadvertida, representa una oportunidad clave para detenernos a pensar en la importancia que tienen estos pequeños insectos alados en el equilibrio de los ecosistemas, en la producción de alimentos y en nuestra propia supervivencia como especie humana. Porque donde hay abejas hay vida en movimiento, hay flores que se transforman en frutos y hay paisajes que se renuevan constantemente con cada ciclo de polinización.

Desde el ámbito agropecuario se aprende a reconocer el valor de cada especie en la red de la vida y, desde luego, las abejas son un claro ejemplo de cómo un insecto tan pequeño puede sostener sistemas completos de producción y conservación, ya que más del setenta por ciento de los cultivos que alimentan al mundo dependen directamente de su trabajo. Y no solo hablamos de frutas, hortalizas o granos, sino también de plantas forrajeras que son fundamentales para la ganadería, lo que nos lleva a comprender que sin abejas la seguridad alimentaria se vuelve frágil y vulnerable. Esto es algo que también ha sido destacado por la FAO, al señalar que la polinización es un proceso esencial para alcanzar una producción sostenible y conservar la biodiversidad, tanto en ecosistemas agrícolas como naturales.

Sin embargo, pese a que se reconoce la importancia de estos organismos, lo verdaderamente preocupante es que las abejas están desapareciendo a un ritmo alarmante, debido a factores que se relacionan directamente con nuestras decisiones como sociedad humana. Esto se debe a que el uso excesivo de pesticidas, la pérdida progresiva de hábitats, la expansión de monocultivos y los cambios en el clima, están reduciendo de manera crítica las poblaciones de abejas en diversas regiones del planeta, incluyendo nuestro país, donde investigaciones promovidas por el INIAP han evidenciado que la disminución de polinizadores ya se refleja en la calidad y cantidad de las cosechas, lo cual afecta principalmente a quienes dependen del campo y de la agricultura familiar para subsistir.

Además de su importancia para la producción de alimentos, las abejas cumplen un rol fundamental en la conservación de la biodiversidad, ya que ayudan a que muchas especies de plantas silvestres se reproduzcan y mantengan el equilibrio ecológico de bosques, páramos y otros ecosistemas. Perder una especie de abeja es perder también la continuidad de esas interacciones naturales que permiten que el agua fluya que el suelo se mantenga fértil y que otros animales encuentren alimento, lo que nos lleva a comprender que la salud ambiental está profundamente conectada con la salud de estos polinizadores.

Además de los beneficios que brindan al equilibrio de los ecosistemas, las abejas también nos ofrecen productos naturales de gran valor como el polen, el néctar y la miel. El polen representa una fuente rica en proteínas, vitaminas y antioxidantes, y es recolectado por las abejas para alimentar a sus crías, mientras que el néctar, obtenido de las flores, es transformado por estos insectos en miel mediante un proceso biológico complejo que permite conservar y potenciar sus propiedades nutricionales. 

Por su parte, la miel no solo se utiliza como un endulzante natural, sino que también contiene enzimas, minerales y compuestos antimicrobianos que aportan beneficios importantes a la salud humana. Por esta razón ha sido utilizada tanto en la medicina tradicional como en la industria alimentaria, además, su producción genera ingresos relevantes para comunidades rurales y se convierte en una alternativa económica viable que puede fortalecerse mediante el comercio justo y la valoración de los productos locales.

Por estas razones, desde la Universidad Técnica Particular de Loja hemos asumido el compromiso de actuar, y lo estamos haciendo, a través de proyectos de meliponicultura que apoyan la crianza de abejas nativas sin aguijón. Esto con el objetivo de conservar especies locales que durante mucho tiempo han sido ignoradas y, al mismo tiempo, fomentar prácticas sostenibles en comunidades rurales que encuentran en la apicultura no solo una fuente de ingresos, sino también una manera de convivir armónicamente con la naturaleza sin causarle daño. Esto se puede lograr gracias que la meliponicultura no requiere grandes extensiones de terreno ni equipos costosos y representa una alternativa real para quienes desean proteger el ambiente mientras desarrollan una actividad productiva

Por todas las razones expuestas, es importante considerar que el Día Mundial de las Abejas no es solo una fecha para recordar: es una invitación a involucrarnos activamente en la protección de estas especies, clave para el futuro del planeta. 

Como agropecuarios, docentes, estudiantes o ciudadanos, tenemos la responsabilidad de generar conciencia, promover prácticas agrícolas responsables, evitar el uso de químicos sin justificación técnica, plantar flores nativas, apoyar a quienes producen miel de forma sostenible y, sobre todo, valorar el trabajo silencioso de las abejas. Sin ellas, no hay alimentos, no hay biodiversidad y no hay equilibrio natural que resista.

Por lo tanto, es fundamental comprender que el Día Mundial de las Abejas no representa únicamente una fecha conmemorativa, sino una oportunidad concreta para asumir un compromiso activo con la protección de estas especies que resultan esenciales para el futuro del planeta. Su labor incide directamente en la estabilidad de los ecosistemas, la seguridad alimentaria y la biodiversidad que sustenta la vida en todas sus formas, lo que implica que, desde nuestra labor como veterinarios, docentes, estudiantes o ciudadanos, debemos asumir la responsabilidad de generar conciencia, fomentar prácticas agrícolas responsables, evitar el uso de productos químicos sin una justificación técnica adecuada, promover la siembra de flores nativas, respaldar a quienes producen miel de manera sostenible. 

Y lo más importante: por encima de todo, reconocer y valorar el trabajo silencioso pero vital de las abejas, porque sin ellas no hay alimentos, no hay biodiversidad y no hay equilibrio ecológico que pueda sostenerse a largo plazo, lo que nos recuerda que cuidar a las abejas es cuidar la vida y que su protección está, hoy más que nunca, en nuestras manos.

 

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