Fiebre amarilla y leptospirosis: una mirada desde la salud pública y veterinaria

jueves, mayo 29, 2025

Las enfermedades zoonóticas como la fiebre amarilla y la leptospirosis siguen cobrando vidas en comunidades vulnerables del país. En este artículo, Natacha Fierro analiza su impacto desde una visión integral de salud pública y veterinaria, y llama a fortalecer la prevención, la vacunación y la coordinación entre autoridades, profesionales y comunidades. La Amazonía ecuatoriana, rica en biodiversidad pero marcada por profundas desigualdades, exige respuestas urgentes, técnicas y humanas.

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En el contexto actual, las enfermedades zoonóticas como la fiebre amarilla y la leptospirosis representan desafíos crecientes para la salud pública y la medicina veterinaria, ya que su transmisión directa entre animales y humanos exige enfoques integrales, preventivos y coordinados. 

Estas enfermedades no solo comprometen la salud de quienes las padecen, sino que también afectan la estabilidad social y económica de comunidades enteras, sobre todo en aquellas ubicadas en zonas rurales, de difícil acceso o con servicios básicos insuficientes, donde el saneamiento es deficiente y la atención médica oportuna resulta limitada, lo cual incrementa la vulnerabilidad de la población y complica una respuesta eficaz ante posibles brotes epidemiológicos.

La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, transmitida por mosquitos, que puede afectar tanto a las personas como a ciertos animales silvestres, especialmente los monos, y su transmisión ocurre en entornos urbanos o selváticos, siendo este último especialmente preocupante en zonas donde la relación entre humanos, fauna y vectores es muy estrecha, lo que facilita la propagación del virus. 

A pesar de que existe una vacuna segura y eficaz para prevenir esta enfermedad, persisten interrogantes sobre por qué se siguen registrando casos, y aunque la respuesta no es sencilla, se puede atribuir en parte a la limitada cobertura de vacunación en ciertas áreas, al desconocimiento sobre la importancia de inmunizarse y al crecimiento de actividades extractivas ilegales en zonas boscosas, que incrementan la exposición al virus en poblaciones vulnerables que suelen vivir en condiciones precarias.

Según datos emitidos por las autoridades nacionales durante el primer trimestre del presente año, se confirmaron casos en las provincias de Zamora Chinchipe y Morona Santiago, con al menos tres personas fallecidas, lo cual, además de ser lamentable, ha motivado la implementación de controles sanitarios más estrictos y la exigencia de certificados de vacunación en puntos estratégicos del país, lo que evidencia una reacción institucional ante el riesgo, aunque también pone en evidencia la necesidad de reforzar las acciones preventivas de manera sostenida y no solo como respuesta a situaciones de emergencia.

Paralelamente, la leptospirosis es otra enfermedad que continúa siendo una preocupación importante, ya que se trata de una enfermedad bacteriana que se transmite mediante el contacto con agua o suelos contaminados con la orina de animales infectados, entre los cuales se encuentran roedores, pero también animales domésticos como perros, cerdos y bovinos y, en menor medida, cabras y ovejas.  Esto incrementa el riesgo en comunidades donde el acceso a agua segura es limitado y las condiciones de saneamiento son deficientes, generando un entorno propicio para la propagación de la bacteria y dificultando su control sin una vigilancia sanitaria efectiva sobre los animales que pueden actuar como reservorios.

Un ejemplo preocupante se presentó recientemente en el cantón Taisha, en la provincia de Morona Santiago, donde se reportó un brote que, lamentablemente, cobró la vida de varios niños, y cuya atención, al verse demorada por dificultades en el diagnóstico, expuso las debilidades estructurales del sistema de salud en territorios con limitado acceso a servicios médicos.  Esto refuerza la necesidad de mejorar la articulación entre la medicina humana y veterinaria para detectar a tiempo las enfermedades zoonóticas y actuar de forma más efectiva, especialmente en comunidades rurales e indígenas, donde las condiciones de vida incrementan la exposición y reducen las posibilidades de una atención adecuada.

Tanto la fiebre amarilla como la leptospirosis tienen en común un escenario caracterizado por comunidades expuestas, infraestructura sanitaria insuficiente y una débil articulación institucional para enfrentar de forma integral estos riesgos, lo cual se hace más evidente en regiones como la Amazonía ecuatoriana, donde la riqueza biológica convive con profundas desigualdades sociales, por lo que se requiere una atención diferenciada que considere las particularidades del territorio y promueva estrategias interculturales que integren el conocimiento técnico con los saberes locales, permitiendo una intervención más cercana y respetuosa de las realidades comunitarias.

Desde nuestra labor como veterinarios comprometidos con la salud pública, es indispensable asumir un rol activo que no se limite al ámbito técnico, sino que también considere el trabajo educativo y preventivo en las comunidades, fomentando la vacunación, promoviendo la bioseguridad en los predios, fortaleciendo los sistemas de diagnóstico temprano y trabajando de forma coordinada con los profesionales de la salud humana, las autoridades locales y los líderes comunitarios. Porque más allá de la ciencia, se necesita sensibilidad social y compromiso con los territorios, ya que la salud no se construye únicamente en los laboratorios o en los centros médicos, sino también en la vida cotidiana y en la relación que las personas establecen con los animales y el entorno que comparten.

Desde la carrera de Ingeniería Agropecuaria de la UTPL reafirmamos nuestro compromiso con la promoción de la salud pública y animal, trabajando junto a las comunidades para prevenir estas enfermedades y construir territorios más saludables, resilientes y solidarios.