Cada 11 de febrero, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha clave para visibilizar el papel fundamental de las mujeres en la investigación y la innovación. Sin embargo, más allá de la celebración, esta jornada es un recordatorio de los desafíos que aún persisten. Según datos de la UNESCO, en 2019 las mujeres representaban solo el 29,3% de los investigadores a nivel mundial, con una brecha aún más profunda en disciplinas como la ingeniería.
Uno de los principales obstáculos que enfrentan las mujeres en la ciencia no es la falta de interés o capacidad, sino las barreras estructurales que limitan su acceso a oportunidades. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha señalado que, cuando se les brindan las condiciones adecuadas y el mismo acceso a recursos que sus pares masculinos, las mujeres tienen la misma probabilidad de adoptar nuevas tecnologías y aportar soluciones innovadoras. Sin embargo, estereotipos arraigados, normas sociales discriminatorias y la falta de financiamiento para proyectos liderados por mujeres siguen dificultando su pleno desarrollo en el ámbito científico.
En un mundo donde la tecnología y la digitalización avanzan rápidamente, la equidad de género en la ciencia es más relevante que nunca. Aunque el feminismo ha logrado avances significativos en la visibilización del trabajo de las mujeres, todavía existen sesgos que dificultan su reconocimiento y acceso a recursos clave. Para cambiar esta realidad, es fundamental que universidades, centros de investigación y gobiernos impulsen políticas activas de inclusión y respaldo. Becas, programas de mentoría y redes de apoyo han demostrado ser herramientas efectivas para fomentar la participación femenina en la ciencia.
En este sentido, la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) ha asumido un compromiso firme con la equidad de género a través de su carrera de Ingeniería Agropecuaria. Docentes investigadoras lideramos proyectos con un impacto tangible en la sociedad, desarrollando soluciones innovadoras para el sector agropecuario y ambiental, nuestra labor no solo enriquece la academia, sino que también contribuye a la construcción de un entorno más justo y equitativo.
La ciencia no debe ser un espacio exclusivo para un solo género, sino un ámbito diverso que permita el avance del conocimiento desde múltiples perspectivas. La inclusión de más mujeres en la investigación no es solo una cuestión de igualdad, sino también de desarrollo y justicia. Como bien dijo Marie Curie: “El camino del progreso no es ni rápido ni fácil”, pero cada paso que se da hacia la equidad nos acerca a un futuro más prometedor.
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