¿Qué hemos hecho o qué estamos haciendo para sobreponernos a la crisis energética? Es lo que me pregunto cada día, para aliviar la desesperación reinante. Me pongo en los zapatos de esas personas que luchan todos los días para llevar el sustento a casa y me aflijo. Creo que deberíamos:
Sin embargo, existe una condición necesaria y suficiente, gastar menos energía o ahorrar luz, ajustándose al entorno en el que nos desenvolvemos. Es muy diferente estar sin energía en Quito (sierra) que en Guayaquil (costa-amazonia)
Entendiendo
No es un problema endógeno coyuntural de este gobierno, más bien es exógeno estructural por las decisiones de política adoptadas durante las dos últimas décadas. En suma, apostar ciegamente a la hidroelectricidad, a sabiendas del cambio climático, ha sido un desatino técnico y político no contar con opciones alternativas, como la termoelectricidad, la energía solar o eólica o cualquier otra. La decisión del Gobierno de Colombia de no seguir vendiendo energía a Ecuador ahondó más el problema. A estas decisiones erradas de política, se suma la corrupción y tenemos una situación extrema; falta de generación eléctrica para abastecer la producción, el comercio, los servicios y a los hogares, con el consecuente costo asociado y desatención a la termoelectricidad como opción de emergencia.
Comprendiendo
Las alternativas de corto plazo para resolver la grave crisis, son casi nulas. Las tres fuentes se limitaron drásticamente: hidroelectricidad, por falta de lluvias; termoelectricidad, por desatención de mantenimiento; e importación de energía de Colombia, por decisión del Presidente Petro. Esto ha obligado a la Administración de Gobierno a tomar decisiones urgentes para minimizar el impacto: barcazas, corte del suministro; reinversiones emergentes en plantas hidro y termo sin funcionamiento; y, renegociación con empresas privadas en Colombia. No es un problema generado en la actual administración; pero los efectos de las alternativas aplicadas para paliar la crisis, sí.
El caso más grave es la desinformación de la gravedad del problema y el desorden en la implementación de las compras de energía y especialmente de los horarios de los cortes. Hay que reconocer las acciones para recuperar Coca-Codo, Toachi-Pilatón y otras.
El costo que está ocasionando es severo. Según la Cámara de Comercio de Guayaquil[1], éste puede llegar a USD700 millones por semana[2], lo cual significa casi un 29,2% del PIB o el cien por ciento del Presupuesto General del Estado para el año 2024. Me parece que existe algún error de cálculo, es muy alto. Esperaría un valor más cercano al 5 o 6 por ciento del PIB. Me explico. Los cortes no han sido de 24 horas durante 6 semanas, han sido en promedio de 6 a 8 diarias. Sigue siendo alto el dato. Además, no hay que olvidar que ésta situación ha generado aumento del gasto de los hogares y empresas en: actividades fuera de casa, consumo de entretenimiento, equipos y aparatos de generación de energía y otros instrumentos complementarios. Este incremento del gasto y/o endeudamiento no está, creo, reflejado en el costo calculado por la CCG. Si tomamos el dato de USD700 millones como cierto, en términos del PIB (29,2%) es un retroceso severo y el país podría caer en default. Sin embargo, el nerviosismo por este tema no se siente, habiendo estado una misión del FMI recientemente en el país.
Reflexionando
Ante lo expuesto, sobre la base de ser proactivos, es preciso actuar cada uno de forma positiva, pensando en cómo lidiar con la falta de energía pública. Partamos de un principio económico fundamental, la persona enfrenta disyuntivas y actúa ante incentivos, en esa línea, podemos pensar en actuar bien para generar buenas acciones y superar la crisis. Profundicemos:
Primero, ahorrar lo que más podamos de energía, reduciendo el consumo propio. Existen muchas formas de hacerlo, desconectando equipos, apagando luces, cocinando menos tiempo, dejando de usar aparatos y equipos de alto consumo energético. Al hacerlo reduciremos el consumo de kWh, reflejándose en la planilla. Este dato debería generar cada empresa de comercialización de energía y transmitirla al gobierno central para premiar el menor consumo. El valor del ahorro se convertiría en un crédito para la próxima planilla y así, sucesivamente, en un lapso de 4 a 6 meses.
Segundo, sé que es tarde, pero hay que evitar el pánico y por tanto las compras innecesarias, en la mayoría de los casos, de aparatos y equipos para generar energía. Esto simplemente aumenta el gasto de las familias y empresas y hace que los precios de esos productos suban a niveles altos, favoreciendo el comercio que toma ventaja por la desesperación reinante. Peor aquellos que invierten en alternativas caras, financiando estos gastos con desahorro o endeudamiento.
Tercero, el gobierno debe poner en orden a las empresas eléctricas locales para que se respeten los horarios. La mayoría de la población está consciente, los apagones están aquí y hay que aguantarlos. Pero, que no se cumplan los horarios anunciados está exacerbando los ánimos, y tienen razón, mucha razón. Ministra ponga orden. Si se dice a las 7h00, que sea a las 7h00. Son 4, 6, 8, 10, 12 o 14 horas de suspensión, que así sean, ni más ni menos. Los ciudadanos asumen el corte durante el día, la industria y el comercio durante la noche y, lo contrario, los ciudadanos sin corte en la noche y las industrias y el comercio sin cortes en el día. Bien programado y transparente se dialoga y se logran acuerdos. Podemos adelantar el reloj un par de horas para aprovechar la luz solar.
Cuarto, incentivar a todas las organizaciones privadas que disponen de autogeneración a utilizar sus facilidades para reducir la demanda de energía pública. Obviamente un incentivo puede ser el precio del combustible y/o un crédito tributario por Kwh generado y entregado. La gestión de esos dos incentivos es más completa y facilita el control. La compra de combustible requiere registro y esa información pasa al Ministerio de Economía para la emisión del crédito tributario por el 50% del gasto en combustible. Listo. Así cuidamos del contrabando de combustible también.
Quito, incentivar los espacios comunes de trabajo, con seguridad cibernética, para estudiantes, consultores, empresarios, comerciantes. No interrumpen sus actividades durante el día. El incentivo puede ser una reducción en el impuesto por la venta de estos servicios, del 15 al 5 por ciento.
Sexto, aunar esfuerzos para que las negociaciones con Colombia den resultado, aunque sea cara. Será por poco tiempo, pero es mejor que los apagones y el costo intrínseco para toda la economía y la ciudadanía. Preferible caro a no tenerlo.
Séptimo, reformar la Constitución es imperativo para abrir el sector energético a la inversión privada. Tantos años que la responsabilidad de la gestión ha estado en manos de la Administración de gobierno de turno y ¿que hemos logrado? Ante una sequía severa, apagones de 6, 8, 10, 12 y hasta 14 horas con el costo implícito. Basta, el Estado, como entidad generadora, distribuidora y comercializadora de energía ha demostrado incapacidad.
Octavo, promover la inversión privada en la generación eléctrica de corto y mediano plazo, no de largo plazo pues los proyectos de Cardenillo (600MW) y Santiago (3000MW) entraría en conflicto con estas inversiones, si el estado sigue operando las centrales. Pero si la decisión es coinvertir o invertir en estos proyectos, la oportunidad está dada. Que la inversión privada la lleve adelante con una tarifa que no afecte a los hogares, es posible, hay que dar las señales del caso. Además, la apertura para facilitar que el estado entregue al privado centrales termoeléctricas para su reinversión y operación hasta que entren en operación los dos proyectos hidroeléctricos nuevos Cardenillo y Santiago. La cereza del pastel es la tarifa de 10 centavos. Se debe evaluar esto pues es mucho más caro los apagones que el incremento. La tarifa de kWh ha impedido la inversión privada en el sector[3]. Reconsideraremos y encontraremos oportunidades para reducir las eventualidades y crecer con seguridad energética.
Pensando positivamente, no solo criticando o desacreditando, se hace país. Esto necesitamos pensar en nuestro país, no podemos claudicar. Seamos positivos para diseñar e implementar las soluciones. Pero al mismo tiempo, debemos ser exageradamente duros con la corrupción. Ya estarán buscando subterfugios para aprovecharse de la situación o de los planes para resolver la crisis.
Mente positiva, cero corrupción, es nuestra bandera para fortalecer nuestro hermoso país.
[1] https://www.lahora.com.ec/pais/crisis-electrica-costo-fuerte-pequenos-comercios-empresas-situacion-puesto-rodillas-enviado-lona/ visitado 11/11/2024
[2] USD700 millones a razón de 50 semanas, USD35.000 millones, redondeando.
[3] La concesión de carreteras es un muy buen ejemplo de cómo la inversión privada ha favorecido la prestación del servicio de transporte y movilidad.
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