La tecnología es parte constitutiva del desarrollo del ser humano como especie. La tecnología incluye modos de hacer las cosas, un conjunto de saberes específicos, artefactos y sistemas. Cuando hablamos de tecnología hoy en día, normalmente nos referimos a los sistemas tecnológicos más visibles, como las tecnologías digitales, que han tenido un boom significativo desde la globalización. En las últimas dos décadas, hemos visto una aceleración del desarrollo tecnológico de estas tecnologías. Por ejemplo, el avance de la telefonía móvil, el Internet de banda ancha, la fibra óptica, y más recientemente, el Internet satelital. Estas tecnologías se han vuelto cada vez más necesarias para cualquier aspecto de la vida cotidiana.
Las generaciones anteriores pudieron vivir sin sin Internet y sin teléfono móvil, pero al tener un dispositivo con capacidad de procesamiento, como un smartphone, estamos conectados permanentemente a Internet, lo que ha hecho que nuestra vida dependa en gran medida de ello. Aunque aún hay quienes prefieren hacer filas en el banco, las redes sociales, la mensajería instantánea y las plataformas digitales muestran cómo las TIC se han vuelto omnipresentes. No podríamos entender el mundo actual sin ellas.
A continuación, leeremos los principales cambios en diversas áreas de la vida humana.
Economía y trabajo
Uno de los efectos más notables de la tecnología se ha visto en la economía, específicamente en el crecimiento de la economía digital. Se ha digitalizado la economía existente y se han creado nuevos nichos de mercado que funcionan de forma digital. Un sector que ha experimentado grandes transformaciones es el de la logística, que invierte fuertemente en la transformación digital. Plataformas, algoritmos y portales permiten optimizar la eficiencia en la entrega de paquetes. Esto no solo afecta la logística, sino también las cadenas de valor. Antes, había múltiples intermediarios entre el productor y el consumidor; hoy, con las ventas digitales, esa cadena se ha acortado.
En términos de trabajo, la digitalización también ha cambiado las dinámicas. Antes, distintos trabajos se realizaban por diferentes tipos de trabajadores, pero ahora muchas de estas actividades son manejadas por portales y algoritmos, desplazando ciertas tareas, e incluso, eliminando ciertos roles o empleos. ¿Qué medidas estamos tomando como sociedad para hacer del cambio tecnológico una oportunidad y no una condena?
Educación
La educación virtual se ha convertido en una promesa de ascenso social, ya que permite ampliar la cobertura de este nivel educativo y automatizar ciertos procesos, como las clases grabadas o los cuestionarios automatizados. Esta digitalización también ha modificado la estructura de enseñanza: donde antes había varios profesores enseñando diferentes materias, ahora puede haber una sola materia presentada a través de videos o cuestionarios en línea en entornos virtuales de aprendizaje, lo que ha generado, una competencia entre empresas de tecnología por el mercado de las plataformas educativas. Una pregunta que debemos hacernos como sociedad es si todo el proceso educativo es virtualizable y qué cambios no estamos atendiendo de la mejor manera. ¿Cómo pensar en la actividad física con la carga de virtualidad en ascenso? ¿Qué implicaciones tiene la virtualidad en la sociabilidad entre pares? ¿Cómo afecta el uso de herramientas digitales de modo frecuente a la salud mental de estudiantes y docentes?
Sociabilidad
En cuanto a las relaciones interpersonales, la tecnología también ha cambiado la forma en que nos socializamos. Antes, las personas solían conocer a sus parejas en la universidad, el trabajo o eventos sociales. Pero ahora, con la virtualización de la educación y el trabajo, los códigos de sociabilidad también han cambiado. Las redes sociales han jugado un papel importante en este cambio, desde Hi5 y Facebook hasta la omnipresencia de WhatsApp. Hoy en día, tener más de una red social es la norma, y la mensajería instantánea es parte del día a día.
Además, la aparición de plataformas de citas como Tinder, Bumble o Grindr refleja cómo la tecnología se ha integrado en nuestras interacciones afectivas. Las tecnologías digitales han llenado los espacios sociales que antes se desarrollaban de manera física, creando una nueva paradoja: necesitamos apps para socializar, en un mundo en el que socializamos menos, por la digitzalización de diversos procesos. SI la digitalidad es una puerta a la intimidad ¿cómo nos preparamos como individuos para salvaguardad nuestra integridad y afectividad en el mundo digital?
Geopolítica, soberanía y recursos naturales
La dimensión geopolítica en el uso de la tecnología que a menudo no es visible. Para que las aplicaciones funcionen en tiempo real, se necesitan grandes infraestructuras como la fibra óptica y centros de datos, que están conectados por cables submarinos. Todo esto plantea preguntas sobre la geopolítica del Internet: ¿de dónde provienen los materiales para fabricar los dispositivos? ¿Dónde están ubicados los centros de datos y quién tiene soberanía sobre ellos y sobre la información que procesan?
En Ecuador, por ejemplo, no existe una política clara sobre los centros de datos y hay una dependencia de la nube, lo que significa que muchos datos se procesan en centros ubicados en otros países. Esto plantea desafíos sobre la soberanía digital y el control de la información.
La energía que consumen los centros de datos, el agua que se necesita para su refrigeración, los desechos electrónicos generados por dispositivos en desuso , son temas críticos que afectan la distribución global de las capacidades digitales y la distribución de los costos ambientales de estas.
Para todas las dimensiones mencionadas y otras, el quid del asunto no es adoptar posturas tecnofóbicas o su contrario, ciegamente tecno optimistas, sino generar datos para entender qué pasa y poder desarrollar políticas públicas laborales adecuadas a los nuevos momentos.
Desafíos del Ecuador: Cultura de datos
El manejo de datos es crucial. En un mundo donde las tecnologías digitales están siempre presentes, generamos datos constantemente, ya sea a través de correos, fotos, ubicaciones o búsquedas en Internet. Toda esta información es valiosa. Muchas empresas recopilan y venden estos datos, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿con qué propósito?
Durante mucho tiempo, hubo una actitud indiferente. Sabíamos que se recogían datos, pero pensábamos que solo se usaban para publicidad, algo que podíamos ignorar al no comprar lo que ofrecían. Sin embargo, esto ha ido más allá. No solo se trata de que plataformas como Facebook vendan datos; hemos visto que estos también se usan para entrenar inteligencia artificial, analizar opinión pública e incluso influir en ella, como ocurrió con Cambridge Analytica. El caso de Cambridge Analytica, relacionado con el Brexit, mostró cómo los datos de una red social se usaron para modificar la opinión pública y direccionar un proceso de deliberación pública tremendamente complejo. Esto revela un mercado de procesamiento de datos sin regulación ética.
Si no establecemos normas claras, la democracia y la deliberación pública están en riesgo. El problema no es solo lo que ya ocurrió, sino los efectos duraderos en los indicadores sociales y económicos. Estas manipulaciones no son exclusivas de una región: ocurren en todo el mundo, incluido Ecuador. En la comunicación política, la opinión pública está bajo constante análisis, a veces por personas sin la formación adecuada. Esto resalta la necesidad de educarnos como sociedad para identificar el uso ético de la tecnología y comprender para qué la necesitamos.
Las tecnologías no son neutras. Aunque pueden estar diseñadas para un fin específico, las ideas sobre su uso es importante. El reto ético no es solo qué podemos hacer con la tecnología, sino cuándo y por qué hacerlo. Los datos, deberían usarse para explorar fenómenos sociales y generar evidencia no para manipular la voluntad de las personas. Aunque creo en la investigación basada en datos, tampoco es el único enfoque válido para comprender la realidad. Es fundamental tener claridad sobre cómo y cuándo utilizar los datos para garantizar un uso ético.
Transformación digital en Ecuador: Brechas, potenciales y desafios
Para que Ecuador aproveche las tecnologías emergentes, debe enfocarse en varios aspectos. Primero, la seguridad energética es fundamental. Sin energía fiable, no se pueden realizar iniciativas que demanden del uso de grandes centros de datos. Segundo, la conectividad a Internet debe mejorar. Aunque Quito cuenta con alta velocidad, muchas zonas urbanas y rurales, carecen de acceso a internet de alta velocidad. Ampliar la cobertura y mejorar la velocidad a precios accesibles es esencial, ya que actualmente los planes rápidos superan los 50 dólares.
Otro aspecto clave es desarrollar una cultura de privacidad, donde las personas comprendan qué datos personales comparten y cómo protegerlos. Para que exista una cultura de generar datos y explotarlos adecuadamente, debemos pensar en los límites de uso, en los propósitos y en los alcances de la generación de datos. Más aun, ahora que inteligencias artificiales que usan datos para entrenar su funcionamiento, reproduciendo patrones de diseño y sesgos de diseño.
En cuanto al talento humano, Ecuador tiene una base sólida gracias a la diversidad de carreras en tecnologías de la información y la comunicación. Contamos con profesionales bien formados en software, sistemas y comunicaciones, pero el reto es crear incentivos para que trabajen en el país. Muchos programadores terminan trabajando para empresas extranjeras, lo que podría considerarse una “fuga de cerebros”, ya que sus conocimientos benefician a otros países.
Para evitar esto, necesitamos políticas que fomenten la retención de talento, mejorando salarios y ofreciendo incentivos a las empresas. Además, es esencial definir una política clara sobre inteligencia artificial y procesamiento de datos, y decidir dónde alojar los servidores que soporten este trabajo, tomando decisiones estratégicas a largo plazo.
Finalmente, debemos decidir qué tipo de economía digital queremos. ¿Será una economía que respete los derechos laborales, o una que apoye a las pequeñas empresas locales, permitiendo aceptar pagos electrónicos sin altos costos adicionales? Es crucial integrar la economía digital con la popular y solidaria, que emplea a gran parte de la población económicamente activa.
Aunque Ecuador cuenta con legislación básica en transformación digital y telecomunicaciones, el problema no es la falta de leyes, sino de recursos y capacidad administrativa para implementarlas. Los funcionarios públicos deben tener claro su rol, contar con los recursos necesarios y dialogar con empresas, academia y emprendedores para enfrentar los desafíos en este ámbito.
El quid del asunto no es adoptar posturas tecnofóbicas o su contrario, ciegamente tecno optimistas, sino generar datos para entender qué pasa y poder desarrollar políticas públicas adecuadas a los nuevos momentos.
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