Dice el refrán “El tiempo da gusto a todos: unas veces seca y otras hace lodo”. Lo interesante del refrán es el resultado del mismo, sino no planeamos. Tendremos sequías e inundaciones que arruinarán los sembríos, los campos, las vías, el bienestar, la vida.
En la ciencia económica o en la arquitectura, la planificación es la herramienta más adecuada para capear con la incertidumbre y minimizar el impacto de, por ejemplo, el tiempo.
El economista, por un lado, intentará generar las alertas tempranas para sus políticas públicas y determinar si existirá escasez o exceso, y así podrá diseñar instrumentos de política pública para minimizar el impacto de cualquiera de las dos.
El arquitecto, por su lado, en su proceso reflexivo del diseño determinará los materiales, su tipo y dosificación, para que la estructura de su obra soporte la inclemencia del tiempo o el trajinar de los usuarios y preste el servicio esperado.
Tanto el economista como el arquitecto fallarán en su cometido final, bienestar para los ciudadanos, comodidad y protección para el usuario, respectivamente, sino utilizan la planificación previa para el diseño de sus propuestas. Los profesionales honrados y comprometidos socialmente, son muy meticulosos en su proceso de planeación previa. Entonces ¿dónde está la falla? No está en San Andrés, está a nuestro alrededor. Planificación errada o descuidada, malos profesionales, intereses mezquinos, corrupción, encajaría en la posible respuesta.
Una muestra más de la corrupción total, desde los niveles operativos hasta el más alto nivel institucional e interinstitucional, es la falta de energía eléctrica actual. Nos convencieron del cambio de la matriz energética, que es muy necesaria, por cierto, que se construirían centrales hidroeléctricas para que el país no tuviera que sufrir cortes de energía, o los consabidos apagones. ¿Y? lo volvieron hacer, a pesar de estar casi 15 años en la administración, tiempo suficiente para planificar bien, invertir y ejecutar los proyectos que de verdad nos proporcionarán seguridad y energía permanente y estable.
Ecuador ha exportado a Colombia y a Perú energía eléctrica: 2019, 1800 Gw; 2020, 1300 Gw y, 2021, 500Gw[1]. Dos años más tarde tenemos déficit de producción de energía. Insólito para un buen planificador. Los cambios climáticos y la falta de lluvias incidieron en la poca generación, dirán los funcionarios públicos a cargo. Lo cierto, desde afuera de la institucionalidad del sector eléctrico, es que la demanda sobrepasó a la oferta y en condiciones de riesgo, poco estiaje, se magnificó el problema y sin recursos, sin campo de maniobra, la única salida es racionar la provisión. Insólito en el año 2023, pleno siglo XXI.
El mero hecho de tener apagones 2 horas al día, implica una seria falta de planificación por un lado y ejecución por otro. Todas las administraciones de gobierno tienen responsabilidad, todas. Unas más que otras, pero al final de cuentas, todas nos llevaron a tener apagones. ¿Cuál es el costo de esta irresponsabilidad institucional?
Sobre la base del PIB nominal del año 2022, USD 115.000 millones, con 360 días de producción, 12 horas diarias de trabajo, en promedio, 90 días de apagones y 30% de carga fiscal a la producción, el valor de pérdida de producción alcanzaría los USD 4.792 millones. Es decir 5% más que el subsidio a los combustibles del mismo año (USD 4.560). Este es el valor de la irresponsabilidad.
En las escuálidas cuentas nacionales, la pérdida de producción nacional de USD 4.792 millones aproximadamente, en tres meses, implicaría varias cosas: menores ingresos por ventas, mayores costos fijos, inversiones emergentes en algunos casos, presión en los precios al consumidor (alza), impacto negativo en el empleo, menor pago de impuestos, entre otras. Al estado le afecta también pues la menor producción y ventas implica menos recaudación. La pérdida de producción de USD 4.792, al 30% de carga impositiva en promedio general, significa que los ingresos del Estado por impuesto a la renta se reducirían en aproximadamente unos USD 1.438 millones. Éste valor es aproximado al monto que, según la constitución, se debe asignar al sector salud. Es decir, en tres meses de apagones, el Estado perdió la asignación a salud de todo el año. Ésta es la magnitud de la irresponsabilidad institucional de Ecuador.
Los ministros de energía de la administración Lasso, lo sabían, asumo. Un buen ministro trata los temas de coyuntura y los estructurales del sector bajo su responsabilidad. Esa es la responsabilidad primaria de la cartera de estado, dotar de energía eléctrica segura y permanente para: la producción, el comercio, la seguridad, la logística, la salud, la educación y a las familias. Han fallado todos. ¿Quién termina pagando esta irresponsabilidad? Como siempre, los que menos tienen, los vulnerables, los que dependen de la dotación para generar ingresos que les faciliten su sobrevivencia. Contra ellos están atentando cada vez que cometen una irresponsabilidad.
En este punto puedo elaborar una hipótesis, respecto de esta problemática pues habrá por ahí algún burócrata empedernido que tranquilamente diría, “ya mismo llueve”. Mi hipótesis es “Pese a la poca planificación, el impacto será mínimo porque San Pedro nos ayudará con las lluvias” Bajo esta premisa, hay que poner velas a todos los santos, para que San Pedro se apiade de este pueblo y sople muy fuerte las nubes para que llueva solo en las facilidades de generación hidroeléctrica. Porque si llueve en todo el Ecuador, nos inundaremos. Tendríamos energía para llegarnos hasta el cuello. Entonces no hay que nombrar ministros profesionales técnicos y conocedores del tema, sino más bien ministros beatos.
Ni más ni menos que irnos en un largo viaje en auto, sin haberlo revisado y sin llanta de emergencia. Rogando y rezando para que no se ponche una llanta ¿no es cierto?
¿Por qué el 87% de las facilidades hidroeléctricas están en la ribera oriental de los andes? Solo el 13% de ellas están en la ladera occidental. Esto es otro ejemplo de mala planificación. El riesgo de apagones, si no llueve en el oriente, es del 87%. ¿Alto verdad?
Es hora de reducir al mínimo la inherencia del Estado, por la inoperancia demostrada en la producción estatal. Generar condiciones y facilidades para la iniciativa privada es una necesidad imperiosa. No podemos depender de la efectividad de las beatas y de San Pedro. Ya es hora de despertarnos, zafarnos de los burócratas corruptos y crear condiciones para crecer equilibradamente todos.
[1] https://www.primicias.ec/noticias/economia/ecuador-exporto-menos-electricidad-colombia-peru/. Consultado el 7 de noviembre de 2023.
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