Actualmente, enfrentamos una crisis ambiental que demanda un cambio en la sociedad. Comprender el impacto de nuestras actividades en el medio ambiente es clave para adoptar buenas prácticas en la relación con nuestro entorno.
Educar, es seducir por encantamiento y ejemplaridad menciona Enrique Rojas. En un mundo cada vez más desarrollado, centramos nuestro esfuerzo en alcanzar una estabilidad que nos permita acceder a servicios de calidad, comodidad, tecnología, sensaciones y placeres, por lo que hoy en día estamos afrontando problemas de convivencia comunitaria y desinterés colectivo que aúnan los problemas de contaminación ambiental.
La contaminación ambiental se genera por hábitos y actividades que se constituyen en una amenaza constante para la salud del planeta. Por ejemplo, respecto al consumo de agua, estamos acostumbrados a llegar a casa abrir la llave y tomar el agua que necesitemos, sabemos que es bueno cerrar la llave mientras nos enjabonamos las manos o cepillamos los dientes, que lo recomendable son duchas de 10 minutos no de 30, que es mejor usar la lavadora con carga llena, pero muchas veces no lo hacemos. Se estima que el 80% del agua potable que utilizamos se convierte en agua residual, el agua residual se recoge del sistema de drenaje y lleva consigo restos de alimentos, de jabón y detergentes, las excretas de nuestros baños; en algunos casos lleva basura, grasas, químicos y otros compuestos. Cuando nuestra ciudad cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales es posible remover estos contaminantes del agua. Sin embargo, en ausencia de estas instalaciones el agua residual se vierte directamente sobre el medio ambiente con los consecuentes impactos de contaminación que esto acarrea. Me pregunto sí hemos pensado antes en todo esto.
Nuestros ríos evidencian la consecuencia directa del vertido, no solo de aguas residuales sino también de basura en grandes cantidades, cada papel que cae al piso puede ser arrastrado por el viento o por agua lluvia hacia las alcantarillas que descargan en los ríos. Los ríos de nuestras ciudades aportan a ríos más grandes hasta llegar al océano. En redes sociales nos sensibilizamos por imágenes que muestran el sufrimiento de la fauna marina a causa de las grandes cantidades de basura, pero muchas veces, observamos como un problema ajeno a nuestra realidad quizá porque no estamos cerca de la costa. En este contexto cabe recordar que el mar comienza en los ríos que atraviesan nuestras ciudades.
En los últimos años, nos hemos sorprendido con noticias devastadoras que se contraponen entre sí, periodos de sequías extensos y lluvias cada vez más escasas o, por el contrario, lluvias intensas e inundaciones que afectan la disponibilidad de agua de consumo. Recuerdo hace unos años en Loja, la temporada de lluvia arrastró una serie de material de montaña y una cantidad impresionante de basura que colapsó nuestros ríos, además de daños en tuberías que limitó la distribución de agua potable en aproximadamente 15 días. En esos días todos cuidamos el agua, volvimos a almacenarla en las ollas y baldes más grandes, y era posible ducharnos con una olla de agua (10 litros), mientras que 5 minutos bajo la ducha gasta 100 litros de agua.
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” cita otro refrán popular y efectivamente, en esos días de escasez supimos dar valor al recurso y cuidarlo. El abastecimiento de agua potable es un servicio básico, necesario para la vida, la producción y el desarrollo, aun así, en América Latina se estima que 1 de cada 4 personas no tiene acceso a agua potable (ONU, 2022). De acuerdo con el INEC en el año 2022 el costo del metro cúbico en promedio fue 0.32 centavos de dólar en el sector domiciliario. Exigimos servicios de agua de buena calidad al menor precio, no tomamos medidas de ahorro como reparación de fugas o de inodoros, pero no escatimamos en incrementar la tarifa de nuestro plan de celular. ¡Es cuestión de prioridades!
El Art. 14 de la Constitución del Ecuador (2018), reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay. Esto implica un entorno seguro para el desarrollo de la sociedad, justamente, cuando estamos en lugares limpios y ordenados tenemos la sensación de seguridad. Un famoso dicho popular menciona “Una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia”, porque quienes la ensuciamos somos nosotros. Además, el ODS 11 “Ciudades y comunidades sostenibles” busca: “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. En este contexto añado que, para construir ciudades sostenibles es necesario ciudadanos sostenibles.
EPA (2023) define a la educación ambiental como un proceso que les permite a las personas investigar sobre temáticas ambientales, involucrarse en la resolución de problemas y tomar medidas para mejorar el medio ambiente, es decir, la educación ambiental va más allá de una llamada a la acción, al investigar y cuantificar el impacto de nuestras acciones sobre el medio ambiente, como base para el desarrollo de soluciones sostenibles que los mitiguen, controlen y traten.
La clave para mitigar esta contaminación radica en motivar un cambio en el comportamiento humano. El cambio de paradigma que nos hace preguntarnos ¿para qué cambiar?, y es, para hacerlo bien. La educación ambiental, al destacar los impactos directos de nuestras decisiones, actúa como catalizador para la reflexión y la toma de conciencia.
La educación ambiental no busca solo informar, sino inspirar. En nuestro país, se están desarrollando nuevos modelos de servicio y de negocio con conciencia ecológica. Las iniciativas “Movida Verde” en Guayaquil y “Agrovivas” en Quito, son dos de los programas de gestión particular de residuos orgánicos que se están desarrollando. Trabajan con familias interesadas en asegurar el aprovechamiento de sus residuos a quienes les entregan un contenedor en el que se depositan restos vegetales. Una vez por semana se recolecta el material almacenado, se transporta hacia sus plantas de compostaje y al cabo de tres meses entregan una bolsa del compost producido.
Respecto al uso de descartables en patios de comida destaca el proyecto “Huella Verde” que busca cambiar el uso de vajilla compostable por reutilizable, brindando el servicio de distribución de vajilla de loza a centros comerciales en Quito y Ambato, evitando así que miles de descartables se depositen en rellenos sanitarios. Otros casos son los de transformación de botellas plásticas en marcos de lentes que realiza “Tukuna recicla”, los “Puntos Gira” para la recolección de materiales reciclables, “Panka Inventions” que elabora lubricante mecánico y jabón a partir de aceite de cocina usado.
Como estas, son muchas las iniciativas para promover medidas de cambio que reduzcan el impacto ambiental de nuestras actividades. En este contexto, particularmente en el 2023 docentes y estudiantes de la carrera de Ingeniería Ambiental de la UTPL participaron de proyectos de investigación, innovación y vinculación en: biominería, bioestabilización de suelos, calidad del aire, fotocatalizadores para la desinfección de agua, uso de humedales artificiales en tratamiento de vertidos, producción de biohidrógeno y biogás, monitoreo de calidad de fuentes de agua, identificación de impactos ambientales, entre otros. El propósito de estos proyectos es contribuir al desarrollo de soluciones que atiendan los problemas de contaminación ambiental.
Otra medida se centra en la organización de eventos académicos en los que se generan espacios de actualización constante, esenciales para adaptarse a nuevos avances tecnológicos y enfoques ambientales, que fortalecen las conexiones profesionales que fomentan el intercambio de ideas y formación de redes académicas. Así también, la participación en actividades de reparación ambiental incide en el incremento de conciencia sobre la importancia de conservar el medio ambiente. Estas actividades no solo benefician a la comunidad, sino que también fortalecen el sentido de empoderamiento personal.
En este día mundial de la Educación Ambiental, que se celebra cada 26 de enero, invito a adoptar el desafío de cambiar y mejorar nuestros hábitos incorporando cambios de comportamiento capaces de inspirar y de consolidarse como ejemplos positivos en medio de los desafíos ambientales y la indiferencia que nos rodean.
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