Uno de los objetivos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) es transferir conocimiento a la industria nacional para aportar -de manera tangible- a la sociedad. Este propósito se ha hecho realidad con la transferencia de la patente del proyecto “Desarrollo de biopolímeros a partir de almidón de corteza de yuca y cáscara de plátano” que hace 8 años fue estructurado como un proyecto de investigación por la docente Gabriela Punín Burneo y la UTPL Alumni María José Valarezo.
La empresa South American Inspection Services Sais Ecuador S.A se convirtió en la destinataria de la patente, como una compañía que se dedica a la elaboración y construcción de planes y programas de inspección industrial e integridad mecánica.
Gabriela Scholis, gerente general de Sais Ecuador, cuenta que, a partir de la pandemia de covid-19, la empresa empezó a buscar alternativas para evitar el uso plástico y utilizar materiales orgánicos. “Hicimos investigaciones y vimos que la UTPL tenía una patente para el desarrollo de fibras naturales. Nunca se había hecho la transferencia tecnológica de patentes a la empresa privada, pero lo logramos. Estamos haciendo la recepción de la fórmula y la descripción de la patente para llevar la producción de biopolímeros a nivel industrial”, relata.
Pero ¿qué es un biopolímero?
El biopolímero es un plástico obtenido a partir de productos naturales, en este caso, de la yuca y del plátano. Gabriela Punín, docente del departamento de Filosofía, Arte y Humanidades de la UTPL, fue parte de la investigación que se realizó con 60 plantas de ciclo corto (ciclo vegetativo menor a un año) y con desechos orgánicos. Así, a partir de un proceso de estudio e innovación, se identificó que la cáscara de yuca y la fibra del plátano combinada con materias primas como glicerina y ácido acético generó un biomaterial con características similares a las del plástico: resistente, flexible y elástico. Este biopolímero puede ser usado para la fabricación de artículos como empaques y envolturas que desaparecerán entre cinco y seis años.
El proceso de obtención de la patente fue largo. María José Valarezo, UTPL Alumno de la carrera de Ingeniería Química de la UTPL recuerda que la universidad le propuso iniciar el trámite para patentar la investigación y, finalmente, luego de cinco años de análisis y pruebas, el Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (Senadi) concedió en 2018 la protección como patente de invención y emitió el título respectivo.
“Con nuestra investigación y patente aportamos a mejorar la calidad de vida de las personas y también al cuidado del medio ambiente”, expresa la profesional que actualmente se desempeña como directora del Laboratorio de Análisis Químico de la Universidad Nacional de Loja.
Ahora que Sais Ecuador ha recibido la patente de parte de la UTPL, se plantea buscar una alianza con el Gobierno para promover el proyecto. “Este desarrollo conjunto entre la academia y la empresa privada busca una alternativa para los plásticos de un solo uso que no son reciclables o que tienen una poca escala de biodegradabilidad. En adelante podremos hacer una infinidad de artículos que sean biodegradables -no únicamente reciclados- y que se convierta en materia prima orgánica”, concluye Mario Cevallos, director general de la empresa.
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