¿Se imagina vivir en un lugar donde la cantidad de basura que se produzca sea mínima y aprovechada a lo máximo antes de arrojarla al tacho?
En el 2020 Ecuador generó alrededor de 375 mil toneladas de residuos sólidos urbanos, 57% son orgánicos, el resto es material inorgánico. Sin embargo, el 96% del total de desperdicios es enterrado en sistemas de disposición final y solo el 4% lo recuperan los recicladores de base.
A ello se suma que la crisis por la basura ha aumentado por la pandemia, por el alto consumo de productos y su protección. Muchos están empacados o con doble envoltura y eso ha hecho que los porcentajes del uso del cartón, plásticos y otros materiales de un solo uso se incremente en todas las ciudades. Las frutas, las verduras y otro tipo de alimentos que antes se compraban a granel ahora tienen esta protección.
Lo preocupante es que el 96% de los desechos que van al botadero de basura o rellenos sanitarios, luego de un determinado proceso forman parte del ecosistema, pero a la larga es un sistema que no se explota.
La basura orgánica podría ser aprovechada en su totalidad, solo hay que saber utilizarla y lo ideal es comenzar desde casa. Las cortezas de ciertos frutos o diferentes tipos de hortalizas sirven para preparar otro tipo de alimentos; por ejemplo, la cáscara de la zanahoria en una ensalada e incluso, luego de deshidratarla puede transformarse en harina. La piel del tomate que, generalmente, se desecha por las grandes cantidades de químicos que suele tener, sirve como abono para los huertos en casa.
El tema de los huertos urbanos ha crecido a nivel mundial y lo seguirá haciendo. Allá podría ir ese 50% de la basura para fertilizar y abonar las plantas. O utilizarse para otros productos tanto alimenticios como en manualidades. Si algo positivo se ha sacado de esta pandemia es que se han salido a flote ciertas habilidades para diferentes procesos.
Hay mucha gente que vive en departamentos y no tiene la posibilidad de tener un huerto para aprovechar los residuos orgánicos, pero se debería hablar con la comunidad y generar este intercambio. La Academia puede ser el vínculo, porque tiene un papel muy importante y es el que puede capacitar a la gente, en la elaboración de huertos orgánicos. Actualmente, la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil tiene aprobado el proyecto de vinculación huertos urbanos y eso ayudará a reducir la basura orgánica de las casas. En general, el hecho de producir tus propios alimentos en casa motiva a muchas familias.
Y quienes no pueden tenerlo, pueden entregar el material orgánico que generan a quienes lo necesiten. Se puede hablar de una economía circular porque puedo vender mis desechos a mi vecino y luego comprarle los alimentos que esté cultivando.
Si no ponemos un alto a la inmensa cantidad de desechos que generamos a diario las consecuencias serán muy graves. Cuando la basura orgánica por diferentes acciones va a las fuentes de agua por procesos de oxidación, las contamina y la fauna puede reducirse porque emigra. Y al contrario pueden atraer roedores y cucarachas.
También hay que hacer un llamado de atención al sistema de recolección, porque muchos hogares aportan con la clasificación de la basura colocándola en diferentes recipientes desde casa, pero pasa el recolector y todo termina en un mismo lugar. Debería establecerse como en otros países la recolección diferenciada, por ejemplo, los lunes y martes de la basura orgánica y el resto de los días, de la inorgánica.
No generar desechos es difícil; sin embargo, el concepto de Cero basura es reducir su generación al mínimo. Para cumplir esa filosofía es primordial reutilizar todo al máximo posible, eliminar el uso del plástico, disminuir el uso del cartón, porque está ligado directamente a la deforestación. El objetivo es reutilizar todo en cualquier ambiente, en nuestra comunidad y en el mundo entero. No es difícil, pero son necesarias políticas de Estado tanto a nivel local como nacional.
Una persona genera al día un promedio de dos a tres libras de basura y antes de la pandemia producía, en promedio, una libra. Es decir, en la pandemia la generación de basura se triplicó. Por ello, más allá de poner normas que ya existen en el país, es necesario un trabajo conjunto entre la empresa privada, la institución pública, la academia y la comunidad para tratar de cumplir al máximo posible, la generación de Basura Cero.
Optemos por usar los sacos de tela al hacer las compras, en lugar de colocar cada producto en una funda plástica. En países como Francia ya no existen las empresas de plástico, porque cambiaron la modalidad de hacer productos a base del reciclaje, como los sorbetes y vasos. En nuestro país se realizan estudios para transformar la semilla del aguacate en utensilios, pero todo se hace con gestión y capacitación; y con la guía directa de los municipios y de las autoridades apoyados por la comunidad.
Se debería trabajar con una comunidad y aplicar planes piloto para que sean el reflejo de otras. Comenzamos con una cuadra, luego podemos hablar de una manzana y vamos fomentando el crecimiento de cero basura. Inculcar que las personas utilicen, por ejemplo, la ropa y la conviertan en paños de limpieza.
Este cambio se genera en conjunto entre la ciudadanía y las autoridades, pero siempre debe haber una normativa, una guía por parte de los gobiernos locales y darles seguimiento, a través de los medios de comunicación. No necesitamos que nos castiguen, sino darnos un incentivo para motivar a las personas a cumplir esta filosofía, a generar menos basura en las calles, en los botaderos y reutilizar todo en beneficio de la familia, que es la célula de toda la comunidad.
Al reducir la basura se reduce la contaminación en especial cuando se trata de plásticos de un solo uso. No entendemos que la botella de agua de un solo uso que tomamos en la ciudad después de un mes aparece en el océano o en nuestras playas. Las políticas deben incrementarse y algunas empresas privadas por tema de responsabilidad social se están involucrando. El hecho de reducir el uso de sorbetes es vital porque es muy peligroso para la fauna acuática y otros especímenes menores. Ahora se debe dar énfasis y control a las botellas de un solo uso.
La ordenanza puede ser generada en las mismas ciudades, en donde hay playa debería estar prohibido el ingreso de botellas de un solo uso y la empresa privada debe cambiarlas, si lo que quiere es vender. Una sola botella se rehúsa hasta 20 veces y eso repercute en su precio, porque el líquido cuesta menos. Para implementar estos cambios, las empresas deben tener incentivos, como menos impuestos para importar los equipos y lograr esa transformación.
Desde casa seamos responsables con el ambiente y reduzcamos al máximo, todos los componentes que generan basura.
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A propósito de basura en Ecuador
Por qué las calles de las ciudades de la sierra se ven mucho más limpias que las de la costa?
Mejor servicio de recolección?
Los ciudadanos ensucian menos?
Existe mejor conciencia ciudadana?
Todo lo anterior?