1888-2008. 120 años de servicio
A los 120 años de su vida institucional, la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG) publicó en dos tomos el libro 1888-2008. 120 años de servicio. La creación y construcción de la Junta hasta nuestros días fue un proceso sui géneris de Guayaquil, así como su independencia. Miembros destacados de la comunidad guayaquileña, quienes trabajan ad honorem, junto a profesionales remunerados, conforman la JBG, que presta asistencia médica, educativa y de protección social a la población más vulnerable, de forma seria, eficaz y a bajo costo, demostrando una preocupación genuina, difícil de encontrar en otros lugares del mundo. Por esta razón, reseñamos a continuación el libro que relata su historia.
En 1887, por iniciativa de la Municipalidad de Guayaquil, el Congreso Nacional expidió una ley que permitía a los gobiernos locales encargarse de una serie de servicios a favor de la comunidad. El Consejo Municipal de Guayaquil aprobó la creación de la Junta de Beneficencia (JBG), con carácter autonómico y laico, excluyendo la política partidaria y antidiscriminatoria. Los recursos provendrían de herencias, legados, donaciones y de los fondos obtenidos por el ramo de loterías.
Los directivos de la JBG, por estatutos, siempre han ejercido el voluntariado. Así nació el hospital Luis Vernaza, el de Neurociencias (psiquiátrico Lorenzo Ponce), el de Niños Roberto Gilbert Elizalde, el Cementerio General, el Asilo para niños, los hospitales Alejandro Mann y Enrique C. Sotomayor, además de varios asilos y unidades educativas.
En la década de los 80, del s. XIX, la población de Guayaquil había llegado a 40 000 habitantes, y los servicios básicos ya resultaban muy deficientes. Recién en 1892, Francisco Campos inaugura el sistema de agua potable en la ciudad. En esa época, el Estado central no asumía los servicios públicos, lo hacían los Municipios, pero estos tenían fondos insuficientes para ese propósito. Por ello, los sectores dirigentes de Guayaquil propusieron dicha ley al Congreso.
Como antecedente consta el auspicio del gobernador Vicente Rocafuerte para la formación de la primera Junta de Beneficencia, con el fin de afrontar los estragos de la fiebre amarilla en 1842. Otro aporte lo realizó la Sociedad Filantrópica del Guayas en 1849, que existe hasta hoy. En 1862, Pedro Carbo Noboa formó la Junta de Beneficencia Municipal. En 1874, se constituyó la Sociedad Humanitaria del Guayas, que se mantuvo por 14 años. Además, la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso contribuyó con la obra social solidaria.
Las colonias de ciudadanos extranjeros también formaron instituciones de asistencia social, como la Sociedad Italiana de Beneficencia Garibaldi (1882), la Sociedad Española de Beneficencia (1884), la Sociedad Otomana de Beneficencia y la Sociedad de Beneficencia Siria. En el s. XX, se constituyó la Sociedad Colombiana de Beneficencia y las actuales Sociedad Unión Libanesa y la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China. Por iniciativa de los guayaquileños, se crearon otras beneficencias en Quito, Jipijapa, Manabí, Yaguachi y Lima, Perú.
La constitución de la JBG fue una demanda ciudadana. En 1888, se institucionalizó, aprobándose el reglamento. El Consejo cantonal propuso y nombró a 35 miembros, quienes eligieron al directorio de la Junta, y entregó 45 000 sucres. La JBG tomó a su cargo los hospitales de Guayaquil y comenzaron las donaciones de los personajes pudientes. Por lo general, hasta 1918, se cobraron módicas sumas por los servicios que otorgaba la Junta. Al comienzo, los destacados filántropos fueron: doña Jesús Pereira de Galecio, Manuel Galecio Ligero, Agustín Coronel Mateus y Pedro Sánchez Rubio.
En los años siguientes, la cobertura de pacientes se incrementó, convirtiéndose en uno de los mejores servicios médicos del país. Se inauguró el Asilo para Niñas en 1890. En 1892, el Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús, para la atención a ancianos e indigentes, abrió sus puertas. El Dr. Francisco Aguirre Jado donó el terreno.
En 1892 aconteció el primer conflicto con el Estado central, cuando el Ministerio de Hacienda, con base en una nueva ley creada por el Tribunal de Cuentas (Contraloría), obtuvo la facultad de revisar las finanzas de las propiedades de las Juntas de Beneficencia municipales. El director Eduardo Arosemena se opuso, defendiendo la autonomía de la JBG y argumentando que la institución era municipal y no estatal. Un total de 21 miembros de la JBG presentaron su renuncia ante semejante intromisión, con el temor de que esta se disolviera.
Como resultado, el Tribunal de Cuentas se abstuvo de intervenir y se gestionó ante el Congreso la defensa de la autonomía de la JBG, logrando que se excluya a la JBG de la fiscalización en 1894. Es más, el Congreso otorgó exclusividad a la JBG para la explotación de las loterías, la entrega de los impuestos a la producción de azúcar y la importación de licores. El ingreso de las loterías se distribuiría también a las otras beneficencias de la ciudad y a los bomberos.
En 1894, una asamblea popular en Quito denunció la famosa “venta de la bandera”, con protestas populares por todo el país. Y, al año siguiente, se inició la revolución liberal de Eloy Alfaro. Siendo la JBG autónoma, solo colaboró con la atención médica ante los estragos que ocasionó la guerra civil.
En 1896, el gobierno de Eloy Alfaro quiso ampliar la cobertura de la atención, creando Juntas de Beneficencia estatales; se intentó incluir en ese proyecto a la de Guayaquil, la cual se opuso firmemente. Esas Juntas estatales existieron hasta 1925, cuando la Revolución Juliana las disolvió para dar paso a las Direcciones de Asistencia Pública.
Luego, en 1896, la Junta negoció hábilmente la compra de los terrenos de la Atarazana, lo cual le permitió construir el Asilo José Domingo Santistevan. Sin embargo, el “Incendio grande” de ese año significó un duro golpe a la JBG, perdiendo muchas de sus propiedades, pero, mediante un gran esfuerzo, atendieron a miles de damnificados eficientemente. Desde otras ciudades como Lima, Valparaíso, Concepción y Buenos Aires se enviaron importantes donativos.
Luego, en 1897, la peste bubónica llegó al puerto. La JBG volvió a ponerse a la cabeza en la lucha contra la epidemia. El gobierno central pidió a la JBG crear el Instituto de Vacunas, que tuvo notable éxito hasta la creación del Instituto Nacional de Higiene. En 1899, se culminó la construcción del Asilo Calderón Ayluardo para niñas pobres.
En 1900, se expidió un decreto legislativo liberal que transfería al Estado la propiedad de los cementerios a los municipios, anteriormente en manos de las órdenes religiosas; salvo en Guayaquil, que se entregaron a la Junta. En 1902, otro incendio en la ciudad destruyó el Hospital Civil, el principal de la JBG. El gobierno liberal de Leonidas Plaza decretó la entrega de fondos para la edificación de un nuevo centro médico, el Hospital General, en las faldas del cerro del Carmen, actual Hospital Vernaza. El Consejo municipal donó los terrenos y se terminó en 1904. En 1903, se construyó, en los terrenos del destruido Hospital Civil, el Hospital Maternidad Alejandro Mann (ingeniero que lo construyó y donó recursos).
En 1907, la Asamblea Nacional, sin éxito, intentó arrebatarle a la JBG su prerrogativa de nombrar a sus médicos y funcionarios. En 1909, se inauguran dos nuevas salas de cirugía en el Hospital General.
En 1908, se aprobó en el parlamento, durante el gobierno de Eloy Alfaro, una Ley de Beneficencia (o de “Bienes de manos muertas”), la cual determinaba que las propiedades y rentas producidas por los bienes que la Iglesia poseía desde la colonia fueran confiscadas y pasen a las instituciones de beneficencia del Estado, manteniéndose el régimen autonómico de Guayaquil. Sin embargo, se produjo un nuevo conflicto por la soberanía de la JBG, en tanto que se dictaminaba que se debería rendir cuentas al Tribunal de Cuentas estatal. Alfaro gestionó con los legisladores la reforma a esa ley, evitándose dicho control estatal. Estas propiedades incrementaron sustantivamente el patrimonio de la Junta.
En 1910, se aprobó una ley que dictaminaba que todos los servicios asistenciales de la ciudad serían asumidos por la JBG, y que el Estado debía transferir fondos para ese propósito.
El antiguo y vetusto Manicomio Vélez fue demolido en 1901 y se construyó otro, terminándose en 1910, que llevó el nombre del filántropo Lorenzo Ponce, miembro de la Junta. En 1911, los hospitales de la Junta tuvieron que afrontar nuevamente la peste bubónica y gran cantidad de enfermos de tuberculosis. En 1912 y 1913, hubo otra vez guerra civil y los hospitales cumplieron su labor. En 1914, se inauguró en el Hospital General el pabellón Enrique Sotomayor, gracias a la donación de este personaje.
La Gran Guerra de 1914-1918 impactó la economía del Ecuador seriamente. La JBG racionalizó los gastos sin bajar la calidad del servicio, cuya demanda aumentó. A pesar de la inflación mundial de la posguerra y la debacle de las exportaciones del cacao, la JBG inauguró el pabellón de oftalmología Pantaleón de Ycaza, gracias a su donación. Se arrendaron los terrenos de la Atarazana y se utilizaron los ingresos de dos haciendas donadas por José Gabriel Peña.
En 1920, el Dr. José Luis Tamayo, presidente de la República y miembro de la Junta, creó una serie de impuestos específicos para contribuir en la financiación de la JBG. En ese año, el Hospital General atendió a más de 150 000 pacientes, un crecimiento considerable.
Bajo la dirección de Luis Vernaza, en 1924, se inauguró en el Hospital General el primer pabellón edificado con cemento, siendo el más avanzado del país. Se iniciaron las reconstrucciones de todos los edificios que daban servicios con el nuevo sistema de construcción.
En 1924, el Congreso pretendió crear un instituto biológico en Quito con el 5% de las rentas de la JBG. Todo Guayaquil se opuso y la iniciativa fracasó. En 1924, se produjo la “Revolución Juliana”, que fortaleció el centralismo estatizante, atacando a la banca guayaquileña e imponiendo impuestos a la JBG. Sin embargo, en 1933, el congreso exoneró a la Junta de estos gravámenes. El Dr. Leopoldo Izquieta Pérez declaró: “Se nos quiere obligar al suicidio de la institución, pero no lo haremos, y preferimos que se nos asesine”.
Mientras tanto, crecían los pacientes debido a la migración (100 000 habitantes poblaban Guayaquil), pero con el legado de Calixtro Romero en 1929, se construyó el edificio del Bien Público, que atendió a los ancianos pobres; además, se inauguró el tercer pabellón del Hospital General, entre otras obras. En 1930, ante el requerimiento del gobierno, la JBG vendió al Estado, a precio simbólico, los terrenos de la Atarazana, para construir el aeropuerto de Guayaquil, de beneficio nacional.
En 1930, el Dr. John Long, representante de la Organización Panamericana de la Salud, otorgó a Guayaquil el certificado “Puerto Limpio, Clase A”, que declaraba a la ciudad libre de epidemias como la fiebre amarilla y la peste bubónica, gracias a la labor de la Junta. Hasta 1940, la Junta logró realizar avances en sus servicios, a pesar de la inestabilidad económica y política del país.
La Segunda Guerra Mundial afectó negativamente al Ecuador y puso en dificultades a la Junta. Sin embargo, la atención a enfermos subió significativamente. El gobierno solicitó un convenio para atender sin costo a los policías nacionales y se recibieron con media pensión a los pacientes del nuevo Seguro Social, ya que no existían otras instalaciones en todo el país.
Durante la guerra con Perú, en 1941, se atendió a los heridos y a miles de refugiados que provenían de la frontera, produciendo un déficit preocupante en las finanzas de la JBG. En 1942, un terremoto sacudió a Guayaquil, pero los edificios de cemento armado resistieron. Los servicios de la Junta se pusieron a disposición de los damnificados. Afortunadamente, el Congreso Nacional aprobó nuevos gravámenes al arroz, el azúcar y la gasolina en favor de la Junta.
En 1943, se dictaron decretos del gobierno del Dr. Arroyo del Río, creándose nuevos impuestos a los comercios y bancos, para ser entregados a la Junta. Esto permitió la construcción de nuevos pabellones del Hospital Luis Vernaza y, paralelamente, la firma de un convenio con EE. UU. implicó la incorporación del Dr. Herman Grimmer, quien asesoró en la modernización de los servicios hospitalarios y la dación de fondos; lo cual, sumados al legado del Sr. Enrique Sotomayor, permitiría construir la Maternidad que lleva su nombre.
El 28 de mayo de 1944 se produjo una protesta popular masiva en Guayaquil llamada “La gloriosa”. El mismo año, Velasco Ibarra inició su gobierno, quien apoyó a la Junta mientras mejoraba todos sus servicios al público, los cuales eran gratuitos. Además, se vendió un terreno de la Atarazana para construir el cuartel de la policía.
Al final de la guerra, en 1945, Guayaquil ya tenía 200 000 habitantes, lo que requería una mayor atención a la población, por lo cual ampliaron sus servicios y construyeron nuevos pabellones en el Hospital Vernaza y en los otros hospicios y hospitales durante los siguientes años.
En medio de la inestabilidad política y económica, en 1948 se inauguró la Maternidad Enrique Sotomayor, con el apoyo del gobierno de los EE. UU. y la presencia del presidente de la República, Carlos Julio Arosemena, quien fue miembro de la JBG. También fue inaugurado el Hospital Calixto Romero de la Liga Ecuatoriana Antituberculosa.
En 1950, a pesar de que el Municipio no transfería los fondos que correspondían a la Junta, se innovaron los servicios hospitalarios y se instaló el Banco de Sangre de la Cruz Roja del Guayas. En 1952, la Sra. Isabel María Yépez de Mosquera, de Quito, donó una valiosa quinta a la Junta. Se inició también la organización de congresos médicos por parte de la JBG.
De 1949 a 1954, aumentaron los pacientes de 16 064 a 23 706. En la década del 50 inició una corriente migratoria masiva a Guayaquil que duró varias décadas. En 1954, un total de 10 971 guayaquileños usaron los servicios de la JBG, y 10 191 provenientes del Litoral, 1816 de la sierra; y dos, del exterior. Un aumento equivalente sucedió con la Maternidad Enrique Sotomayor. Paralelamente, la Lotería no dejó de crecer, siendo la principal fuente de financiamiento. En 1955, la venta de terrenos de La Atarazana y Urdesa a particulares, para efectos de urbanización, incrementaron los fondos de la Junta, cuando la ciudad ya tenía 350 000 habitantes.
En 1956, la Beneficencia enfrentó un duro conflicto con el Municipio y las Fuerzas Armadas. Desde 1948, el subsidio municipal empezó a incumplirse, y, sin consultar a la Junta, el Municipio le vendió a la Armada Nacional terrenos colindantes con el río Guayas, a precios irrisorios, entregándole a la Junta un valor simbólico.
En 1958, los médicos del Hospital Luis Vernaza crearon la Sociedad Ecuatoriana de Urología, a la par que la entidad atravesaba dificultades económicas, por el crecimiento de la demanda de servicios de salud. Esto obligó a iniciar el cobro módico por prestaciones médicas, ya que el llamado al apoyo del Estado y de donantes particulares no tuvo eco.
En 1960, para obtener fondos, la JBG urbanizó sus terrenos vía a la Costa, zona que luego se llamó Los Ceibos. En 1962, se inauguró el aeropuerto de Guayaquil, y en 1963, el Terminal Marítimo de Guayaquil (Puerto Nuevo), así como el primer plan de vivienda popular del gobierno en los terrenos de La Atarazana. La ciudad ya tenía medio millón de habitantes.
En 1963, se instaló una dictadura militar con perspectivas estatistas centralistas, presionando para controlar las rentas de la Junta de Beneficencia. Las instituciones guayaquileñas, bajo el nombre de “Fuerzas vivas”, apoyadas por la ciudadanía, se opusieron activamente. A los asesores burócratas de la dictadura se les apodó “Kikuyos”, en referencia a una planta depredadora del páramo que no tiene utilidad alguna.
Los líderes del movimiento de protesta fueron perseguidos y arrestados, lo cual empeoró el conflicto y el Régimen tuvo que ceder. Las mujeres guayaquileñas salieron a las calles y fueron arteramente reprimidas, convirtiéndose el episodio en un escándalo nacional. La dictadura respondió con una fiscalización de las cuentas de la Junta, demostrando esta un manejo intachable de los fondos.
Al retornarse a la democracia en 1967, se realizó una Asamblea Constituyente en la que se presentó un proyecto para crear el Ministerio de Salud, que, aunque era una necesidad, buscaba absorber completamente a la JBG. La respuesta fue una impresionante marcha en Guayaquil convocada por la Unión Nacional de Periodistas, en cuyo evento participaron todo tipo de gremios, rechazándose el centralismo y defendiendo la autonomía de la JBG.
Los autores del proyecto, Andrés Córdova y Pablo Dávalos Dillon, retrocedieron, pero trataron de establecer gravámenes a la importación de las medicinas que la Junta distribuía gratuitamente. La presión ciudadana hizo que este tema fuera dejado de lado. En 1968, se formó el Frente de Entidades Autónomas del Guayas contra el centralismo.
En los años 70, continuaron las mejoras en los hospitales de la JBG, remodelándose edificios y se amplió el cementerio, permutándose los terrenos con los de Urdesa, Miraflores y Ceibos. Por otro lado, se defendió enérgicamente las propiedades de la Junta ocupados por la II Zona Militar del general Guillermo Durán. Mientras que los ingresos millonarios por la nueva explotación petrolera generaron una gran burocracia central y despilfarro, los costos de la Junta subían.
Recién en esta década el Estado central y el Instituto de Seguridad Social iniciaron la construcción de hospitales púbicos. También surgieron las clínicas privadas, aumentándose la cubertura de salud.
Desde 1973 hasta hoy, damas guayaquileñas emprenden el voluntariado en los hospitales de la Junta. En 1977, se inició un programa de operaciones al corazón impulsado por médicos suizos, el cual duró hasta 1980.
En 1978, se volvió al Estado de derecho democrático. La Beneficencia continuaba sus mejoras, realizándose por primera vez trasplantes de riñón en el país. A su vez, en terrenos de la Junta se construyó el centro comercial Policentro mediante la modalidad de trueque con locales.
Posteriormente, en 1981, se inauguró el pabellón Olga Bucaram en el Hospital Vernaza y se construyó un helipuerto. Así mismo, hubo nuevos conflictos con los estudiantes internos de la Universidad de Guayaquil, ya que esta no les pagaba por su práctica. En 1982, los empleados sindicalizados de la Junta, en huelga, ocuparon los hospitales, pero mediante la intervención de directivos y autoridades se logró negociar una salida a la crisis.
Hasta 1984, las minidevaluaciones del sucre pusieron en serios aprietos el presupuesto de la Junta. Una ayuda económica del gobierno de Hurtado permitió cierto respiro. En 1985, préstamos del Banco de Desarrollo (BEDE) abonaron para construir una nueva sala de emergencia en el Hospital Luis Vernaza. A su vez, la Junta vendió sus terrenos para construir el estadio de Barcelona, que se inauguró en 1987.
El apoyo del gobierno de León Febres Cordero a la Junta permitió realizar nuevas mejoras en los servicios hospitalarios. En el Vernaza se instaló el laboratorio para detectar el SIDA. En 1986, se instaló la Unidad de Farmacodependencia en el Hospital Lorenzo Ponce y se amplió el Cementerio General. Se construyó otro pabellón para ancianas en el Hospicio Corazón de Jesús. En 1988, se inauguró otros tres anexos para 600 pacientes en el Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce. La Lotería, importante fuente de financiación, comenzó a diversificar las suertes.
En 1993, la Junta General eligió al Dr. Roberto Gilbert Elizalde (padre de la presidenta del Consejo de Regentes de la Universidad Casa Grande, la Ed. Marcia Gilbert,) como nuevo director. Tuvo que afrontar el intento fracasado del Consejo Provincial de Pichincha de eliminar la exclusividad de la Lotería mediante el juego Quiniela.
En 1994, se lanzó la Revista Médica de Nuestros Hospitales, de difusión científica y labor social. También se inauguró el nuevo pabellón para adolescentes drogadictos en el hospital Lorenzo Ponce y la Unidad de Tratamiento Breve. Bajo la dirección de Roberto Gilbert, se planificó la construcción del nuevo hospital para niños. En 1997, se instaló el departamento de resonancia magnética del Hospital Vernaza.
A pesar de las convulsiones políticas, económicas y los desastres naturales al final de la década de los 90, en el 2000 se inauguró la atención en el nuevo Hospital de Niños Dr. Robert Gilbert de la JBG, con el apoyo de una misión de médicos norteamericanos, siendo el hospital más grande del país. El Templo de los Mormones donó 100 000 dólares para los hospitales pediátrico y gineco-obstrético, el Hospital John Hopkins de EE. UU. entregó valiosos insumos médicos y el Club de Leones de Guayaquil cumplió un rol importante en su financiación.
Pero la crisis del feriado bancario implicó un importante déficit presupuestal para la Beneficencia. En el 2001, el directorio de La Junta realizó varias acciones ante el presidente Gustavo Noboa para solventar la situación, y el Eco. Danilo Carrera implementó medidas de modernización de la JBG.
Luego de la crisis bancaria vino un periodo de más estabilidad. El Dr. Luis Sarrrazín implementó el programa de medicinas genéricas, el cual abarataba sus costos. El departamento de Dermatología del Hospital Vernaza participó con 341 trabajos científicos en congresos médicos internacionales, obteniendo varios premios.
En el 2002, se inauguró la Clínica Pediátrica del Hospital de Niños Roberto Gilbert con todos los adelantos médicos. Un crédito del Banco del Estado financió la obra. Solo en el 2003, el Hospital Vernaza atendió a 129 252 pacientes, de los cuales fueron operados 11 727. El hospital recibió la certificación de calidad ISO 9001:2000. En el 2006, se firmó un convenio con el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (ISSFA), el cual permitía a 250 mil afiliados utilizar los servicios hospitalarios de la JBG. Por otro lado, se iniciaron las operaciones de implantación de células madre a los pacientes.
Los hospitales de la Junta* son eficientes, con una tradición de mística de servicio de todo el personal, lo cual les ha otorgado liderazgo y reconocimiento internacional y académico. Continuamente se realizan misiones médicas de países del primer mundo que apoyan la labor de la atención clínica.
Como epílogo del libro, se señala que “la Junta de Beneficencia mantiene, desde 1888 hasta el presente, una constante de servicio y solidaridad hacia los sectores con menores recursos y mayores necesidades, que la hacen una institución modelo en nuestro continente y el mundo, admirada y respetada. Para la generación actual es honroso continuar con esa tradición (…) con una firme voluntad y honestidad en los procedimientos (…)”
*En el 2016 la JBG inauguró el Hospital de la Mujer Alfredo Paulson en honor a este filántropo que donó que donó más de 60 millones de dólares para su construcción, con los adelantos médicos de última generación y con parámetros hoteleros para comodidad de los pacientes.
Texto original publicado en el N.17 de Ventanales, revista de la Universidad Casa Grande:
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
La IA marca una nueva era en los procesos editoriales
Unos suben en ascensor panorámico veloz y otros en escaleras espinosas lentas
Entrevista: ‘Incremar impulsa su crecimiento con la plataforma Ecuador Agroalimentario’
Mente positiva
ENTREVISTA: Energía sostenible: el futuro empieza en casa