El desenlace final de la novela de Donald Trump y su vicepresidente Mike Pence, reacios a reconocer el triunfo de Joe Biden, por fin se aclara. El nuevo presidente por lo pronto nombró al juez de la Corte Federal de Apelaciones, Merrick Garland, como secretario de Justicia y Fiscal general. Hace cinco años, Garland fue rechazado por los republicanos para que ocupara un puesto en la Corte Suprema.
Es un buen nombramiento. Joe Biden ha dado pasos acertados para sanar las heridas en Estados Unidos, pero uno de sus principales retos será retomar el tema de la globalización y el comercio internacional que el nacionalismo de Trump intentó enterrar.
En ese momento existen regiones claramente definidas, ansiosas de acuerdos comerciales para hacer fluir las inversiones en el mundo. China e India tienen un mercado de 2.500 millones de personas; Europa, otro con 741 millones de personas si incluimos a Gran Bretaña; América Latina y el Caribe, con 629 millones. Y si incluimos a México, Canadá y Estados Unidos hablamos de una población de más de mil millones de personas en el continente americano.
Son mercados regionales con gran potencial para fortalecer el comercio internacional y las inversiones, temas bloqueados por el discurso nacionalista de Donald Trump que habló de sacar a las empresas estadounidenses de China y hasta capitalizar al Banco Interamericano de Desarrollo con $40 mil millones para que las empresas estadounidenses aterricen en la región.
Fue así como se desató la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Finalmente, el presidente chino, Xi Jinping, llegó a abogar por la globalización y se habló de acuerdos comerciales entre la Unión Europea u China. Todo eso cambió con la salida de Trump de la Casa Blanca y ahora Europa empieza a hablar de la firma de un acuerdo comercial con Estados Unidos tras la llegada de Biden.
Estos proyectos se están moviendo desde que se aclararon las cosas en Estados Unidos donde el Partido Demócrata incluso tiene ya el control del Senado. Trump logró perder no solo la Casa Blanca, la Cámara de Representantes sino también el Senado, tras la doble victoria demócrata en Georgia.
Jon Ossoff fue proclamado ganador en la segunda de las dos elecciones al Senado en juego. El reverendo Raphael Warnock se convirtió en el primer afroestadounidense en representar a Georgia.
Todo esto facilitaría los nuevos acuerdos comerciales que Estados Unidos podría firmar con China, la Unión Europea y hasta la misma América Latina. Es como si estuviéramos hablando de un nuevo orden económico mundial.
La salida de Trump puede darle un gran empuje al comercio internacional. Es un tema sobre el que ha hablado mucho Henry Kissinger, quien definió el nuevo orden como un conjunto de reglas justas y legítimas, aceptadas por consenso, que delimitan las acciones permitidas y propician un balance de poder, promueven moderación y previenen que una entidad política domine a las demás.
Es un nuevo orden en el que la URSS no tiene el papel protagónico que tuvo durante la Guerra Fría, después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora quién tiene el papel protagónico es China con un gobierno comunista, pero al mismo tiempo con una economía de mercado.
Un ejemplo de ello está en Ecuador donde China se convirtió en el principal financista de grandes obras. Si bien ahora los principales financistas de la economía ecuatoriana son los mercados de capitales, China y Europa comienzan a voltear los ojos hacia América Latina porque después de todo seguimos siendo el nuevo continente con muchas materias primas y terrenos todavía por explorar.
China todavía necesita un gran proveedor de alimentos y en ese campo América Latina puede ofrecer mucho. Las condiciones básicas en este nuevo orden están en la educación, la salud y la democracia, y en este último ámbito no se sabe qué pasará con China.
Lo que sí es fundamental es apoyar la globalización frente al nacionalismo. El tema de la salud será un factor clave, sobre todo por la pandemia. Es necesario volver a fortalecer organismos como la Organización Mundial de la Salud a la que Donald Trump intentó quitar financiamiento. Es fundamental sobre todo el tema de la vacuna, la existencia de campañas de vacunación masiva contra el Covid-19.
Es algo que puede comenzar a andar con la salida de Donald Trump del poder, porque no sólo intentó desunir al mundo sino a su propio país, al mismo Partido Republicano que quedó dividido.
El nacionalismo de Trump fue un fracaso, pese a que se intentó copiarlo en otros países, como Brasil, con Jair Bolsonaro a la cabeza.
Es algo histórico lo que estamos viviendo. Ya nadie quiere a Donald Trump en la Casa Blanca. Y Estados Unidos está saliendo de una noche negra.
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