Una ola de indignación recorrió el país al conocer que dos personas no autorizadas usaron sus privilegios para administrarse las primeras dosis de vacunas antiCovid-19 que llegaron al Ecuador, desarrolladas por Pfizer y BionTech. Dos personas vinculadas al sistema de salud pública.
Es desde todo punto de vista inaceptable y se llega hasta a poner en duda su correcto uso en el país, que debe privilegiar al personal de primera línea que está en los hospitales, ya sin camas en las Unidades de Cuidados Intensivos que atienden a pacientes con esta enfermedad a costa de su propia vida.
Eso no solo significa la existencia de gente que minimiza el trabajo de este personal, así como en su momento fueron víctimas de discriminación en varios países del mundo por considerarlo agente de contagio, sino que sigue vigente la ley del más vivo.
Si bien esas personas que abusaron de sus cargos merecen sanciones ejemplares, también es cierto que la vacuna no es la gran panacea para acabar con la pandemia en todo el mundo. Basta hacer números con cuántos laboratorios en el mundo están en capacidad de producir la cura del Covid-19. Italia ya consideró inaceptable el retraso en el suministro de la vacuna contra el coronavirus por parte de Pfizer y AstraZeneca.
Un portavoz de AstraZeneca dijo el viernes que los volúmenes iniciales serán más bajos de los previstos originalmente.
En estos momentos, la mayor prevención contra el Covid-19 está en el uso correcto de la mascarilla, evitar las aglomeraciones y las llamadas fiestas clandestinas tan populares, pero que solo reproducen el virus con mayor velocidad.
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