Las grandes compañías tecnológicas (sobre todo las de EE. UU.) constantemente han multiplicado sus ingresos y capitalización bursátil. Este ha sido el caso de las más representativas Google (Alphabet), Apple, Facebook y Amazon, celebradas con el acrónimo GAFA (según el medio digital La Vanguardia), a las que se puede sumar Microsoft (un gigante que ha resurgido en los últimos 3 años). Su capitalización fluctúa entre los $500.000 millones de Facebook y los $850.000 millones de Apple.
Con este razonamiento (un tanto volátil), pero indicador del potencial de una empresa, por ejemplo, si Apple fuera un país, tendría un tamaño similar al de la economía turca, holandesa o suiza. Silicon Valley, además, tiene una presencia considerable en los nuevos negocios: Google acapara el 88% de cuota del mercado de publicidad online. Facebook (incluido Instagram, Messenger y WhatsApp) controla más del 70% de las redes sociales en teléfonos móviles. Amazon tiene el 70% de cuota del mercado de los libros electrónicos y en los EE.UU absorbe un 50% del dinero gastado en comercio electrónico.
La enorme capitalización que han adquirido, sobre la base de monetizar la gran acumulación de datos que almacenan, junto con la transversalidad que ofrece la tecnología que han desarrollado les permiten introducirse en numerosos sectores industriales, cambiando las reglas de juego tradicionales, como sucede ya en los casos de la energía, el transporte, la vivienda, la salud o los medios de comunicación.
Son el exponente de la disrupción que impera en la economía y que avanza imparable a través de la creciente digitalización y automatización de todos los procesos que han impulsado y que controlan. Pero esto plantea serios riesgos. Con todo lo beneficiosas que son las innovaciones de las grandes tecnológicas, también pueden servir como importantes canales para que actores estatales o no generen sus propias disrupciones.
En la campaña previa a la elección presidencial del año pasado en Estados Unidos, algunas plataformas de redes sociales permitieron la difusión de desinformación. Y grupos extremistas como el Estado Islámico han requerido a las redes sociales para reclutar gente y con fines de propaganda.
Esto les da un enorme poder que se acrecienta día a día, no sólo económico sino también social y político. En este sentido, las grandes firmas tecnológicas, pese a los intentos de los gobiernos por controlarlas, desafían a los poderes públicos, que siempre van detrás con sus normas regulatorias. En los últimos años, las firmas tecnológicas importantes enfrentaron un mayor escrutinio de sus prácticas competitivas, su comportamiento impositivo, el uso que hacen de los datos y las políticas de privacidad. Y también han surgido cuestiones más amplias sobre su contribución al desplazamiento laboral y otros temas. Es claro que, a mayor importancia sistémica, más escrutinio, y mayores esfuerzos por regular sus actividades.
Los demócratas en Estados Unidos elaboraron un informe de 450 páginas en el que hicieron varias recomendaciones sobre cambios que deben hacerse para atajar el poder que tienen las cuatro grandes tecnológicas del país: Amazon, Google (Alphabet), Facebook y Apple. Después de investigar miles de documentos, escuchar testimonios y hacer entrevistas, el comité señaló que estas compañías tienen un monopolio, por lo que es necesario que el Congreso adopte cambios en las leyes antimonopolio, lo cual podría resultar en la separación de algunas partes de sus negocios.
Los reguladores de la Unión Europea están elaborando una lista con hasta 20 grandes empresas tecnológicas que estarán sujetas a nuevas normas mucho más estrictas que tienen como objetivo frenar su poder en el mercado. Las grandes compañías de la lista deberán cumplir con unas normas más estrictas que los competidores más pequeños, según han informado personas familiarizadas con el asunto a Financial Times. Entre otras cosas, las nuevas normas planeadas obligarán a las compañías tecnológicas a compartir datos con rivales, así como ser más transparente en cuanto a cómo recopilan información. Entre tanto, en Estados Unidos se conoció que el comité demócrata investigó por más de 16 meses las actuaciones de las grandes tecnológicas en ese país y sugirió que deben hacerse “enormes cambios” debido al poder que concentran Facebook, Amazon, Google (Alphabet) y Apple.
El poder es hoy más competitivo. Se han reducido las barreras de entrada: llegan a la cima nuevas compañías, como Inditex, y desaparecen clásicos como Compaq. “Hay que tener en cuenta el horizonte temporal, porque hace 10 años hablábamos del dominio de Microsoft y ahora ya no”, responde en una entrevista Naím en referencia al poder de Google o Facebook. Rechaza comparar empresas con países: “La capacidad de influir no se mide necesariamente por la facturación de una empresa en relación con el PIB de un país, porque la forma del poder empresarial difiere de la del Estado”. Además, hay nuevos actores cada vez más influyentes, como las nuevas firmas de inversión, los fondos especulativos (hedge funds) y mercados como los dark pools, donde se negocia la compraventa de acciones al margen de las autoridades supervisoras.
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