En Ecuador existen 61 universidades: 34 públicas, 8 particulares con financiamiento público y 19 autofinanciadas. Al 2018, la oferta de grado, pública y privada, alcanzaba el 95,6% de la oferta nacional en el país. Para junio de 2019, se contaba con 1876 carreras registradas en diversas áreas de conocimiento y las cinco principales ofertas académicas se concentraban en las siguientes: Educación comercial y administración (355 carreras), Educación (245), Salud (151), Ciencias sociales y del comportamiento (149), Ingeniería y profesiones afines (145). Asimismo, las cinco carreras menos ofrecidas incluían: Idiomas (3), Pesca (3), Transporte (4), Servicios de Seguridad (4), Medio ambiente (5). En el rango intermedio se ubicaban las carreras relacionadas a las Ciencias físicas, Ciencias biológicas, Arquitectura y construcción, Agricultura, y Derecho, entre otras (SENESCYT, 2019).
Un informe, también de la SENESCYT (2018), sobre la matrícula universitaria al 2016, señala que, en orden descendente, el 45% de estudiantes se matriculó en carreras vinculadas a las Ciencias sociales, educación comercial y derecho; seguidos por Ingeniería, industria y construcción (14,37%); Salud y servicios sociales (14,06%); Ciencias (10,25%); Educación (6,16%); Agricultura (4,49); Humanidades y Arte (3,15%); Servicios (2,50%).
Traigo a DIALOGUEMOS la información anterior como plataforma para la reflexión sobre el Séptimo Informe Mundial sobre la Educación Superior, titulado Humanidades y Educación Superior: generando sinergias entre Ciencia, Tecnología y Humanidades, presentado por La Red Universitaria Global para la Innovación (GUNi, 2019), en el marco de un programa auspiciado por la UNESCO. El reporte presenta los desafíos y principales problemas que enfrenta la educación superior actualmente, así como sus roles en el siglo XXI. Un punto crucial en este escenario es la construcción de un nuevo paradigma en la relación entre ciencia, tecnología y humanidades, revalorizando la educación humanista como un factor clave en una sociedad democrática.
Las Humanidades son, según la definición de Global University Network for Innovation (GUNi):
un heterogéneo conjunto de conocimientos que se combinan para estudiar y reflejar la condición humana en temas sociales, culturales y artísticos. La filosofía, lenguaje, historia, literatura, geografía humana, antropología cultural, leyes, política, religión y todas las formas de arte (visual, musical y performing) (p.41).
¿Por qué es importante construir un nuevo paradigma entre estos campos de conocimiento, la ciencia y la tecnología? Para responder a la pregunta, la Red plantea cuatro tipos de consideraciones fundamentales: 1) epistemológicas y filosóficas; 2) políticas y económicas; 3) sociales y ambientales; y 4) educativas e institucionales.
Las razones epistemológicas y filosóficas tienen que ver con la reconfiguración de las relaciones entre humanidades, ciencia y tecnología, lo que implica no solo unir las disciplinas sino redefinir su separación y promover su sinergia. Se busca contar con un ecosistema vivo de conocimiento, donde las conexiones entre lenguajes y conocimiento se den de forma dinámica, respetuosa y cooperativa.
Para lograr un ecosistema de conocimiento, las instituciones del sistema educativo tendrían la responsabilidad de redefinir su misión, visión y metas; realizar un trabajo comparativo con modelos probados en diversos países o ambientes socioculturales; e ir más allá de la especialización y sectorización de los lenguajes científico-tecnológico y humanístico-artístico y dar cabida a procesos de trabajo colectivos. En suma, habría que redireccionar la organización curricular y disciplinaria de nuestras instituciones primarias, secundarias y de educación superior.
También significa incorporar las diversas concepciones sobre ‘lo humano’ y su ambiente, y asumir las culturas en constante interacción, hibridación y transformación. El objetivo es contar con abordajes interculturales y transculturales, que trasciendan lo que entendíamos como ‘humanismo’. Parte de esa consideración incluye los desafíos planetarios de nuestro tiempo y la evolución de ciencia y tecnología, ya que no solo cambia nuestra relación con el universo, espacio, tiempo, naturaleza u otros seres vivos, sino con la misma realidad y nuestra percepción de esta.
Las razones políticas y económicas se refieren a un contexto caracterizado por el nacimiento o retorno al autoritarismo, en viejas y nuevas formas; la multifacética y expandida naturaleza de la guerra, y la emergencia climática como un factor que cuestiona el sistema financiero y de producción global. La idea es que las humanidades hacen parte del sentido y experiencias compartidas; de allí su importancia para explorar su puesta en práctica, los criterios para su desarrollo y producción, y su propósito.
La Red considera importante la socialización del conocimiento a todos los niveles y dos importantes procesos de cambio: 1) el fundamental rol de la divulgación y diseminación de lo científico, humanista, artístico, tecnológico, de forma de reducir la distancia entre el conocimiento académico hecho por y para académicos, y el tipo de conocimiento del público, como una especie de polinización intelectual; y 2) el método para la comunicación académica de investigaciones, cuyo acceso se dificulta por los altos costos. En ese sentido, habría que trabajar en un modelo de Ciencia Abierta o de Open Data y su financiamiento, desde un debate sobre el ‘uso de lo no rentable’ o ‘uso del conocimiento humano’, como ha señalado la filósofa norteamericana Martha Nussbaum. De otro modo, las contribuciones académicas reposarán pro siempre en las instituciones de educación superior o centros de investigación.
Cualquier abordaje a las humanidades que se relacione a su valor social y sus efectos transformadores en la libertad y dignidad de la gente, dondequiera que sea en el planeta, con todos sus conflictos y diversidad -señala el Informe- debe ser visto como una aproximación política. Por tanto, debería sumar el estudio de indicadores, sistema social, laboral y financiero. En este sentido, es indispensable el entrenamiento humanístico en esfuerzos científicos y tecnológicos, tanto en la academia como en el mundo financiero. Y de igual manera, el valor agregado con el que científicos y tecnicistas pueden contribuir al desarrollo humanístico. Es sabido ya que muchas de las habilidades que se necesitarán en el siglo XXI están relacionadas a las humanidades, comunicación, relaciones y pensamiento crítico.
Las razones sociales y ambientales se vinculan al acceso a la cultura o culturas, que puede derivar en un asunto de inclusión o exclusión social. No solo desde las inequidades de siempre, sean de género, socioculturales o económicas, sino de las nuevas formas de analfabetismo humanístico, científico, tecnológico y digital.
El nacimiento de la filosofía occidental moderna con René Descartes en el siglo XVII y su propuesta del problema de la validez del conocimiento como primera pregunta filosófica y desarrollo del método científico, marcó la separación cartesiana entre ciencia y humanidades. Pero, la idea de vincular la sostenibilidad ecológica, económica y social con el desarrollo implica -conforme a la Red- tratar la humanidad como una parte de un sistema vital más grande, la biósfera. Desde esa visión, la Red destaca la Gaia Hypothesis (H Gaia), de James Lovelock (1969), la cual plantea que la acción conjunta del clima, la vida y el sustrato geológico se dan de modo tan interactivo, que se autorregulan y crean equilibrio, incluyendo a los humanos. Si bien la H Gaia se basa en ciertos principios científicos como la termodinámica y la teoría del pensamiento complejo, y aun cuando no se trata de una teoría sino de una hipótesis, la visión interdependiente de sus elementos contribuye a “restaurar las humanidades como una parte inseparable, ahora y en el futuro, del progreso humano” (p.52).
Las humanidades pueden facilitar un diálogo intercultural e interterritorial, y propiciar la integración armoniosa de la vida humana con el planeta, mientras la revolución digital transforma nuestras vidas. Y hablamos, no de cambios pequeños; son cambios de gran envergadura que afectarán el sentido de lo humano y su relación con el entorno. Precisamos, entonces -afirma la Red- de una profunda reflexión sobre la vida, longevidad, valores, ética e identidad de los individuos. De igual manera, sobre la vinculación de la ciencia y tecnología con la economía, la política, los medios, los mecanismos de poder y la socialización del propio conocimiento y de nuevas tecnologías.
Las razones educativas e institucionales tienen que ver con nuestra concepción sobre ‘la educación’, que en todos sus niveles debe propender a desarrollar en el estudiantado la capacidad de apreciar lo que acontece de forma integral, como un todo, desde el que se asume que las situaciones complejas solo pueden ser abordadas desde la pluralidad y la diversidad. Es decir, a través de un pensamiento complejo y una mirada amplia desde la cual optemos por hacer zoom en los puntos más importantes e interrelacionarlos.
La Red propone la incorporación de aspectos humanistas en el estudio de ciencia y tecnología, de forma de preservar esa visión más holística, sin negar la posibilidad de hacer zooming de una especialidad que se requiera en cualquier campo. De otro modo, no hablaríamos de educación sino de escolarización o adoctrinamiento.
Sin embargo, las Humanidades enfrentan actualmente diversos problemas que incluyen, desde la falta de financiamiento, reducción de salarios y horas de docencia, hasta la desvalorización de su aporte al conocimiento, lo cual provoca, muchas veces, su mudanza hacia centros artísticos y culturales, cuando más bien debería prevalecer el conocimiento como producto de todas las formas de aprender; una visión periférica que incluye los puentes y las relaciones entre ciencia, tecnología y humanidades. Con esto en mente, deberíamos organizar el currículo, tanto en lo que tiene que ver con lo que queremos aprender (el contenido), la forma en que sería mejor aprendido (la metodología) y el por qué (de aprender tal cosa o por tal vía).
Otro asunto que debe concitar nuestra atención es la tendencia a la producción, cada vez mayor, del negocio de investigaciones enfocadas en el marketing de revistas indexadas, mientras el acceso a tales investigaciones es cada vez más difícil, tanto por costos como por trámites. Esto crea otra situación de tensión para las universidades, sujetas a mecanismos de toda naturaleza para mostrar su ‘rentabilidad’, no solo al Estado sino a todos los actores: financieros, políticos, sociales, estudiantes y académicos. De igual manera, todo parece indicar que cada vez será mayor la centralización de los sistemas y procesos de coordinación y control. ¿Dónde queda la autonomía?
Escribí hace poco en mi columna de El Universo (2020), que pensadores como Leonidas Donskis y Zygmunt Bauman (2017), han advertido sobre el riesgo de que en los próximos años desaparezcan o se reduzcan las Humanidades. Es más, la filósofa humanista Martha Nussbaum (2010) ha señalado que actualmente las Humanidades tienen una enorme presión por ser ‘rentables’:
Actualmente, en los casos en que los departamentos de humanidades no se cierran por completo, se los fusiona con algún otro departamento, cuya utilidad económica sea más evidente, lo que supone un grado mayor de presión sobre la disciplina humanística para colocar el acento en los aspectos de su campo que más se acercan a la rentabilidad, o al menos pueden aparentarlo. Por ejemplo, cuando el departamento de filosofía es fusionado con el de ciencias políticas, el primero recibe presión para hacer hincapié en las áreas más “útiles” de su campo y en aquellas que tienen más probabilidades de ser aplicadas, como la ética empresarial más que el estudio de Platón, la lógica, el pensamiento crítico o la reflexión sobre el sentido de la vida, que en última instancia serían más valiosas para ayudar a los jóvenes a entender su propio interior y el mundo en que viven. La palabra del momento es “impacto”, y cuando el gobierno habla de “impacto” se refiere sobre todo al “impacto económico”.
Así mismo esta exigencia se está haciendo cada vez más extensiva a la investigación académica (pp. 170-171).
Sin duda, temas muy interesantes para pensar y debatir.
Referencias
Donskis, l. y Bauman, Z. (2017). Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida. Paidós, Barcelona.
Global University Network for Innovation (GUNi) (2019). Educación Superior en el Mundo 7. Humanidades y Educación Superior: Sinergias entre Ciencia, Tecnología y Humanidades. (Traducido al español por Gilda Macias de Higher Education in the World 7. Humanities and Higher Education: Synergies between Science, Technology and Humanities. Barcelona. Recuperado de: www.guninetwork.org
Macías, Gilda. (26 de septiembre de 2020). ¿Las humanidades peligran? El Universo, p. 11.
Nussbaum, Martha C. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires, Katz Editores.
SENESCYT (2018) Boletín analítico/Versión N.- 1. Análisis bimensual. Quito, diciembre. Recuperado de: http://www.educacionsuperior.gob.ec.
SENESCYT (2019). Informe sobre la metodología de distribución de recursos destinados anualmente por parte del Estado a favor de las Universidades y Escuelas Politécnicas Públicas, Públicas de Posgrado y Particulares que reciben rentas y asignaciones del Estado y su aplicación para el año 2020. Quito, 22 de octubre. Recuperado de: http://www.finanzas.gob.ec.
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