El Ministerio de Finanzas anunció la liquidación de dos créditos con Goldman Sachs y el Credit Suisse por $1.000 millones adquiridos en 2018 con la garantía de papeles de la deuda, bonos soberanos de 2022, 2023 y 2026.
Esas operaciones financieras son aceptables en cualquier parte del mundo ya sea a nivel de Gobiernos o de la banca privada o de inversión. En la ley ecuatoriana estos mecanismos de financiamiento están amparados en el artículo 123 del Código de Planificación de las Finanzas Públicas.
Antes de que el Ecuador adoptara la dolarización como su sistema monetario ciertos bancos, alguno ya no están, hacían la famosa oferta a sus clientes de estos denominados Repos. Esos instrumentos servían al banco para cubrir su encaje. Son operaciones de muy corto plazo donde el cliente entrega el dinero a cambio de una tasa de interés algo más elevada de la normal.
Cuando se producía un alza en los tipos de cambio los bancos privados recurrían a este tipo de operaciones. La entidad financiera vendía a un inversor un activo con el compromiso de comprarlo en una fecha determinada a un precio determinado.
Son transacciones de uso común en el país y en otros países del mundo, tanto en el sector público como privado. De hecho, si nosotros retrocedemos a abril de este año, podremos ver que el Banco de la República de Colombia recurrió a la Reserva Federal de Estados Unidos para tener acceso a una liquidez en dólares, siempre y cuando exista en el mercado de compras de los Títulos del Tesoro una muy baja liquidez. También existen casos en Europa, por ejemplo Suiza por intermedio de su banca central hizo ciertas operaciones para afrontar crisis cambiarias.
¿Por qué hago esta referencia a la memoria histórica y a la comparación con lo ocurrido en otros países y a la literatura sobre los modelos empíricos acerca de este tema? Es necesario entender el contexto. Ecuador debió recurrir a este tipo de operaciones con dos bancos como Goldman Sachs y Credit Suisse para obtener liquidez con la confianza de tener de vuelta, tras el pago de los intereses acordados, los bonos 2022, 2023 y 2026.
Lo que hizo el país en el 2018 fue salir a tratar de captar fondos de liquidez con una garantía, sus papeles de deuda, con una mayor tasa de interés, para no caer en ningún tipo de default y luego devolver lo acreditado con los intereses correspondientes. Ese es el contexto de la operación que debía cerrarse en algún momento como ha anunciado el Ministerio de Finanzas que ya lo hizo.
Ahora no es lo mismo cumplir esos compromisos de contado, en una sola cuota como dieron a entender varios medios de comunicación tras la noticia divulgada por Bloomberg, que hacer varios desembolsos. El mismo capital pagado, sin estrangular la liquidez ni las capacidades de financiamiento del país.
El Ecuador fue pagando poco a poco a esas bancas de inversión y en abril de este año lo que hizo fue saldar lo restante para garantizar el retorno de sus bonos, los $2.500 millones en papeles entregados como garantía.
La garantía puede considerarse alta. No lo es. La comparación pude sonar dura. Si, por ejemplo, alguien necesitado de liquidez en un momento dado recurre a un chulquero con una fama de agresivo si no hay los pagos a tiempo, ¿qué hace cuando llega la fecha de corte? Esa persona sabe que deberá pagar intereses extra si no hay el cumplimiento de la obligación a tiempo o, peor, le puede pasar algo; entonces intentará conseguir el dinero lo más rápido posible a cualquier precio. Para eso talvez dispondrá de su anillo de matrimonio valorado en mil dólares por el que seguramente una casa de empeños le prestará 400 dólares. Gana tiempo para cubrir la obligación pendiente y hacer una especie de refinanciamiento en sus gastos para rescatar su anillo de matrimonio.
Una analogía a lo ocurrido cuando Ecuador acudió a las bancas de inversión con papeles de su deuda como garantía. No había otra forma. Tal vez en ese momento era la única forma para salir de un bache de iliquidez.
Si Ecuador no liquidaba esa deuda en ese momento igual debía pagar intereses adicionales, además de sufrir una mayor restricción en su liquidez y fuentes de financiamiento. Fue preferible pagar y quedar sin pendientes extra por no haber cumplido esa obligación, porque el riesgo era cargar más intereses a la deuda y haber metido al país en la lista los deudores incumplidos. Lo que se llama default. Es el costo de oportunidad.
Cuando un país cae en default por circunstancias ajenas a factores exógenos, la capacidad de ser sujeto de nuevos créditos de los organismos multilaterales o de la banca de inversión se bloquea automáticamente. Se cierra a la ayuda financiera internacional. En esos momentos es cuando se debe valorar el costo de oportunidad.
La precancelación de cualquier deuda ahorra intereses, con una reliquidación hasta se sale con un vuelto. Estas operaciones a nivel del país tienen mucho que ver con la capacidad de entendimiento y de gestión de quienes están al frente de las finanzas públicas del país para evitar una estrangulación de liquidez en el futuro. Si hay el dinero se debe pagar en ese momento a menos que se vea un escenario donde el futuro se pueda ver afectado o en peligro. Este no era el contexto de esa liquidación de los créditos con dos bancas de inversión.
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