Fue un nueve de enero del año 2.000, con el inicio de un nuevo siglo, que un débil presidente Jamil Mahuad anunció en cadena de radio y televisión que Ecuador abandonaba su moneda el Sucre y renunciaba a las herramientas de política monetaria para adoptar el dólar como la moneda de circulación nacional. Era un presidente acorralado por las protestas de organizaciones y movimientos sociales y por el feriado bancario que llevó a miles de empresas a la bancarrota y a millones de ecuatorianos al desempleo.
“Es la salida que ahora tenemos, es el camino por donde debemos transitar -dijo Mahuad en esa ocasión-. La cotización (de cada dólar) será de 25.000 sucres”.
Doce días más tarde, Mahuad era derrocado por un país asfixiado por la crisis bancaria y unas impopulares medidas de ajuste. El shock inicial fue muy grande porque era una decisión sin marcha atrás. Solo se necesitaba otros actores políticos para volver operativo el nuevo sistema monetario.
La dolarización fue la boya que ayudó al Ecuador a estabilizar su economía, una economía inflada por grandes bancos y poderosas familias que sobrevivían de los créditos de liquidez del Banco Central, porque el dinero de los depositantes fue llevado en peso con créditos vinculados a empresas de papel. Empresas fantasmas sin una sola oficina que pasaban como grandes corporaciones. Fue un cable a tierra para sincerar las cifras, bajar la inflación, estabilizar los salarios y facilitar el crédito, sobre todo el crédito a largo plazo.
En estos 20 años no han faltado los nostálgicos de la moneda nacional, sobre todo esos que creen poder eternizarse en el poder con una caja de hacer billetes, al mejor estilo venezolano. La dolarización no solo fue una boya salvavidas, sino un escudo contra las políticas populistas. Gracias al dólar la economía pudo sobrevivir a diez años de correísmo, pese a todos los intentos por desmontarla.
Pero no es suficiente mantener la dolarización. Una economía sana necesita incentivos, normas actualizadas y un sistema financiero sólido no como el de papel que casi llevó a la bancarrota al país.
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