Al ser docente y madre al mismo tiempo encontramos muchas dificultades.
Soy formadora de docentes y en ese campo encuentro cosas que son contradictorias en los procesos de enseñanza de los niños: hay que enseñar a tenerles automía, responsabilidad con sus deberes, pero los docentes califican de mejor manera los trabajos perfectos en los que se nota la mano de un adulto, en lugar de destacar el esfuerzo de los niños.
Tengo una hija universitaria y, al tener alumnos jóvenes, la experiencia me ha permitido comprender las diferentes etapas entre niños y jóvenes para poder educarlos de mejor manera. A veces en clase uso a mis hijos como ejemplo, tanto de lo que son buenas prácticas como de las malas prácticas.
Los docentes, siendo padres, tampoco somos infalibles y cometemos errores como cualquier persona. Sin embargo, mi formación y actividad académica me ha permitido ser más adaptable y tener paciencia.
Tengo cuatro hijos, dos niños y dos niñas, y me encanta enseñarles cómo aprender, cómo enfrentar los retos de la vida y cómo no creer en todo lo que les dicen, ni siquiera a mi que soy su madre. Cuestionar, no con sentido de rebeldía, sino con un sentido de aprendizaje.
Como madres tenemos muchos desafíos.
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