No es una tarea fácil combinar la docencia con la maternidad, sobre todo cuando nuestros hijos están muy pequeños, pero también te da muchas recompensas.
Los hijos de alguna forma se motivan al ver el ejemplo de los papás, crecen muy influenciados del ambiente académico y tienden a querer superar a los padres. Con ellos, el éxito es mayor que con los mismos estudiantes.
Es difìcil por los factores de tiempo, pero tratamos de que siempre sea tiempo de calidad. Mis hijos, dos varones de 14 y 9 años, tienen también una vida muy ajetreada. Llegan a la casa después de las actividades extracurriculares y todos pasamos ocupados.
La vida de docente exige estar actualizado al cien por ciento, por lo mismo, además de dar clases, hay que estudiar, asistir a conferencias, hacer investigaciones, escribir artículos, organizar eventos… Soy profesora desde hace 9 años y cuando me vinculé a la docencia mi hijo menor tenia solo 6 meses de nacido. Ha sido demandante pero muy satisfactorio.
La clave, en mi caso, es el tiempo de calidad: nunca sacrificamos las cenas, siempre estamos juntos porque es un tiempo familiar sagrado, al igual que los fines de semana. Para lograrlo hemos aprendido a extender la noche y aprovecharla adelantando trabajo.
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