Cualquier energía renovable, o recurso renovable, es aquella que se restituye a una velocidad mayor de la que se consume. El petróleo, por ejemplo, no es renovable porque para producir el hidrocarburo de manera natural se necesitan miles de millones de años, todo lo contrario de la energía eólica, por ejemplo. Esa es la principal diferencia, el tiempo para restituir ese recurso respecto al tiempo usado para consumirlo.
Las energías renovables son esas que nosotros podemos utilizar y volver a producir inmediatamente después de usadas como la solar, la eólica, la hidroeléctrica o la geotérmica. Pero, ¿qué tan limpias son?
Aquí es necesario hacer una puntualización: cualquier actividad humana va a tener un impacto sobre la naturaleza. Todas. No hay ninguna actividad humana con cero impacto, ya se trate de combustibles fósiles, como la extracción del petróleo, la minería… La energía producida con madera, carbón, gas o petróleo obviamente tiene un impacto por los niveles de contaminación, mucho mayores con respecto al uso de otras energías.
Pero la energía eólica también tiene un impacto sobre la población de aves. En Estados Unidos se estima que hay alrededor de 450 mil aves que mueren al chocar con las aspas de los molinos de viento. Cualquier actividad humana tiene un impacto, por eso aquí el tema está en entender cuál es el mal menor. Entonces, las energías limpias tal vez puedan ser consideradas aquellas que no liberan el CO2 al ambiente, no generan mayor contaminación y sus impactos son de alguna manera mucho más controlables desde el punto de vista de su gestión.
Esto puede ayudarnos a diferenciar entre lo que son las energías renovables y no renovables, pero, sobre todo, limpias y no limpias en el sentido de si contaminan el ambiente o no, porque el impacto siempre existirá. Lo primordial es saber cómo minimizar ese impacto.
En el caso de las hidroeléctricas el impacto siempre ha existido y a menudo ha sido bastante grande, aunque los más importantes son dos: el primero es la alteración del régimen natural de un río por el que fluye agua continuamente debido a un régimen de lluvias natural; evidentemente habrá épocas en las que por el río correrá más agua y otras menos, pero el ecosistema está adaptado a esas variaciones, sobre todo a la época del año en que ocurren y su magnitud. Cuando nosotros llegamos a un río, ponemos una pared y acumulamos agua ya generamos un impacto, porque hemos formado un lago donde antes no había, hemos cambiado parte del ecosistema, y eso a menudo atrae a especies invasoras, muchas más agresivas que otras especies locales. Pero además podemos afectar a los ciclos biológicos de las especies aguas abajo, que pueden depender del régimen de caudales para reproducirse, desovar, etc.
El segundo impacto importante está relacionado con la actividad de la operación de la hidroeléctrica. La represa necesita acumular gran cantidad de agua que después es liberada de forma violenta para turbinar y generar electricidad. Entonces, tenemos regímenes de caudales que pueden ser bajos y de inmediato multiplicar el caudal circulante aguas abajo. (NOTA: depende de la turbina, puede incrementar el orden de magnitud por 3, 5, 10…). Esto significa que podemos tener un río que lleva agua de manera muy mansa y en cinco minutos uno que es un tsunami. Eso tiene un impacto tanto en la población de la ribera como en el propio ecosistema.
Aquí el debate se centra en las reglas de operación de los embalses, como la necesidad de no liberar de manera brusca ese volumen de agua sino ir soltando progresivamente: no pasar de un caudal de diez a uno de cincuenta metros cúbicos por segundo en cuestión de un minuto, sino pasar de uno de diez a uno de cincuenta de manera progresiva, tal vez en 15-30 minutos. Eso ayudaría a muchas especies a buscar refugio y esperar el paso de la crecida. Sin embargo, eso implicaría una merma en el rendimiento económico de las hidroeléctricas. Es el eterno conflicto entre los ecologistas y los operadores de los embalses de las represas.
En resumen, cualquier acción va a tener un impacto en el ecosistema, ¿cuál es el impacto menor? En el caso de las hidroeléctricas el tema está en la gestión de los embalses, porque, por ejemplo,en su fondo se deposita una gran cantidad de material orgánico que viene de aguas arriba y tiende a pudrirse y al hacerlo consume el oxígeno del agua y sin oxígeno no pueden vivir ni los peces, ni las plantas.
Cuando se abre el embalse del fondo se suelta todo ese material orgánico con agua anóxica, es decir sin oxígeno, es como enviar veneno al río, el impacto aguas abajo será muy grande. Una gestión adecuada del embalse sería primero liberar el agua superficial del embalse junto con el agua anóxica del fondo. Esta práctica de gestión minimiza mucho el impacto, pero a su vez obliga a reducir la producción energética de la hidroeléctrica.
En Ecuador, el tema de la gestión de las hidroeléctricas todavía no ha sido analizado en profundidad, porque hay algunos datos que no encajan y se ha detectado una serie de problemas con las construcciones, desde los geotécnicos, porque el país está en una zona sísmica y esa realidad es algo que no cambiará.
Pero esos problemas no son solo de Ecuador. El tema de la soberanía energética, la importancia de no depender de otros países para el suministro de energía es general, pero no es bueno poner los huevos en una sola canasta.
Las energías no renovables son almacenes de energía, como un tronco de madera que puedo guardar y utilizar cuando necesite, pero en el caso de las energías renovables no. La hidroeléctrica solo puedo turbinar cuando tengo agua; en el caso de la eólica, puedo mover el molino cuando hay viento; solo puedo obtener energías de las mareas cuando hay marea que sube y marea que baja, lo mismo pasa con el sol.
El punto está en que dejar de depender de las energías no renovables no significa pasar a depender del sistema natural. La mejor manera de irse contra esa dependencia es diversificar al máximo sus fuentes. No es buena idea apostar todo por la energía hidroeléctrica, potenciarla está bien, pero ¿qué pasaría si Ecuador sufre una gran sequía?
La energía hidroeléctrica es una buena apuesta porque hay agua para riego si se busca hacer una transformación agrícola, pero lo fundamental es saberla gestionar y lo segundo diversificar con energías como la solar, la termosolar más que la fotovoltaica. En Ecuador el sol no es un problema, es un lugar ideal para producir una gran cantidad de esa energía con un impacto muy reducido en el ecosistema. También está la energía eólica o la mareomotriz.
Pero es importante también entender que a Ecuador le va a resultar muy difícil dejar las energías fósiles, pero ahí también hay alternativas como implantar la biomasa que es básicamente utilizar los desechos y quemarlos para obtener cierta energía. En Europa ya se trabaja en la utilización de aguas residuales urbanas para producir biomasa que posteriormente se convertirá en biofuel.
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