La crisis obligó al gobierno de Lenín Moreno a presentar una pro forma presupuestaria con una reducción del 10% al 15% a nivel macro, con recortes en diversos sectores desde la salud hasta la educación. En cada sector estratégico, Finanzas ha tratado de recortar en lo más mínimo. Y las universidades no fueron la excepción a esta realidad.
Todas las universidades públicas necesitan de cada centavo para financiar sus operaciones por la cantidad de alumnos que tienen. Es decir, cualquier reducción en sus rentas les va a afectar bastante, en especial a las más grandes.
La primera, la Universidad de Guayaquil tiene unos 63 mil estudiantes; luego está la Universidad Central con aproximadamente 40 mil alumnos; de ahí tenemos la Universidad de Cuenca y la Escuela Politécnica Nacional. En ese orden, son los centros universitarios que más fondos públicos reciben o más dependen de los recursos del Estado.
El recorte en todas estas universidades está en el orden del 10% al 12%. Eso, en el contexto actual, les va a generar muchos problemas, porque todas necesitan profesores a tiempo completo y con PhD. Y esos problemas ya comienzan a hacerse públicos, la Universidad de Guayaquil, por ejemplo, no pudo hacer la convocatoria para la contratación de docentes a tiempo completo y hasta ahora ha sido intervenida unas tres veces.
En la última intervención, Finanzas le destinó $50 millones para mejorar la calidad de su enseñanza, pero no lo ha hecho solo ha podido avanzar en una reingeniería de su imagen sin enfrentar hasta ahora los problemas de fondo.
Lastimosamente, hay que decirlo, las universidades públicas han despilfarrado los recursos y como no han hecho una reingeniería de gastos ni optimizado la administración de sus presupuestos les preocupa mucho recibir menos fondos ahora.
Solo la Universidad de Guayaquil, necesita ampliar sus aulas, mejorar su infraestructura, capacitar a sus profesores para que obtengan, al menos, un PhD; está en la obligación de cumplir con los temas de doctorados, de investigación, de publicación de libros. Para eso necesitan recursos. Con la reducción de su presupuesto se verá obligada a ajustar ese tipo de gastos.
De ahí es entendible que los rectores fueran a la Asamblea, donde se analiza el Presupuesto de 2019, para exponer cuál es la situación de cada universidad y lo que les preocupa del recorte presupuestario, pero lastimosamente el ajuste en la pro forma es un problema macro: no solo es de las universidades, es un problema que se deberá enfrentar en los hospitales, en los colegios, (…) porque la situación fiscal es muy dramática. El gobierno ha tratado de reducir en ciertos sectores lo menos posible, pero ningún sector se ha salvado.
El problema en las universidades públicas, además, no es nuevo, lo enfrentan cada año, porque los recursos asignados no han sido manejados correctamente: no contratan el personal adecuado, ni una planta docente a tiempo completo. Muchas veces se manejan con facturas.
Y todo ese despilfarro de recursos es la causa de esta coyuntura. Si las universidades hubieran optimizado y supieran manejar presupuestos en cada una de sus escuelas y facultades, no habría estos problemas cada año.
El tema en la administración de las universidades públicas es el de los grupos. Cada uno va a querer que no les retiren fondos, sobre todo las facultades grandes con muchos alumnos. La de Medicina, por ejemplo, en la estatal de Guayaquil, será reacia a un recorte en sus fondos, pero hay otras facultades como la de Comunicación donde podrán decir que ahí sí es posible recortar porque ya no hay muchos medios de comunicación.
Las universidades públicas enfrenta un problema estructural, porque cuando tienen recursos, aunque sean pocos, no los saben administrar adecuadamente, por un tema político interno. Los grupos no se ponen de acuerdo, no ven el problema en su conjunto. No hay un uso adecuado de los recursos, porque cada escuela o facultad quiere administrarlos a su antojo.
El uno no quiere ceder, porque piensa que el otro se va a beneficiar. No piensan en la universidad sino en cada facultad. Y el mejor ejemplo de eso está en la estatal de Guayaquil, intervenida desde hace cinco años. Por no cerrarla por ineficiencia, el gobierno ha tratado de auxiliarla. La historia también se puede repetir en la Universidad Central.
La Politécnica Nacional es una historia aparte y será una de las más perjudicadas porque los estudiantes tienen niveles excelentes, al igual que sus investigaciones en carreras muy técnicas.
Pero las demás universidades como las de Cuenca, la de Guayaquil y la Central no han logrado especializarse, tienen todo tipo de carreras como hotelería, economía, administración, medicina: desde las que tienen gran demanda hasta las que en la actualidad atraen poco.
Las universidades públicas tienen que ser medidas con indicadores que cumplan, para saber qué hacen con los recursos. A la Universidad de Guayaquil le dan casi $180 millones y ¿cuáles son sus resultados?, ¿cuál es el aporte al país?
El principal problema de las universidades públicas es la trinca política, porque ahí todavía hay personas que no entienden que en el mundo actual la educación, la innovación, el nuevo sistema informático y la tecnología es fuerte. Eso hace que esos centros desaceleren su nivel de producción académica.
La calidad de la educación en las universidades estatales y los perfiles contratados no responden al momento actual. Mientras las universidades privadas están creciendo y expandiéndose con matrículas diferenciadas, becas para estudiantes con buenas notas. Comienzan a captar una clase media alta.
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