El plástico está de forma omnipresente en nuestras vidas. Por donde quiera que miremos podremos encontrar productos que tienen componentes de plástico, están en nuestros vehículos, celulares, ropa, materiales de oficina, botellas, juguetes, cables, enchufes y más. El inconveniente es que, una vez que cumple su función, se convierte en un problema de contaminación para las ciudades, así como, para nuestros océanos.
Como consecuencia de una mala gestión de estos residuos o de su abandono, se estima que ocho millones de toneladas de basura plástica al año se depositan en los mares y océanos, el equivalente a 200 kilos por segundo…
El problema del plástico que se deposita en los mares es que, por la influencia solar y a través del oleaje, se descompone en pequeñas partículas llamadas microplásticos o nanoplásticos. Los nanoplásticos son micropartículas de plástico menores de cinco milímetros que provienen de la fragmentación de otros plásticos de mayor tamaño. Estos nanoplásticos que han sido expuestos al sol y se han degradado podrían volverse tóxicos y potencialmente ingresar en la cadena alimenticia. El impacto en los humanos está aún por ser determinado. Sin embargo, no está lejos de ser una realidad, por lo que no sería del todo errado suponer implicaciones perjudiciales para la salud humana.
Recientemente la problemática ha captado la atención y numerosas iniciativas locales, regionales, mundiales, políticas, empresariales y de otras índoles que han tomando impulso. No extraña la diversidad de documentales disponibles en portales como Netflix o Youtube, los cuales ponen en evidencia los impactos del plástico en la vida marina como: enredos, asfixia, estrangulación o la desnutrición que resulta del bloqueo del estómago o intestinos de diversas especies marinas.
Por lo expuesto, el plástico que se deposita en los océanos afecta tanto a especies de menor tamaño como a las de mayor tamaño y potencialmente a los humanos. Las implicaciones para la vida marina podrían ser múltiples, pues la vida de las especies está entrelazada. Para ilustrarlo, tomemos por ejemplo la disminución de la población de las ballenas como resultado de la desnutrición que resulta del bloqueo de su sistema digestivo por plástico; una menor población de ballenas tiene un efecto negativo importante en la cascada trófica marina, pues las ballenas fertilizan los océanos con sus heces, propiciando el desarrollo del fitoplancton, el cual es esencial para la vida marina.
Diversos estudios han estimado que aproximadamente el 80% del plástico que termina en nuestros océanos proviene de las ciudades y apenas el 20% restante por la actividad humana en los mares, como pesquería, entre otras. En este sentido es importante notar que, dependiendo del tipo de plástico, sus componentes y características como flexibilidad, ligereza, y durabilidad dependerá la facilidad con que puede ser reciclado. De aquí, la preocupación: ¿Qué están haciendo las ciudades para combatir esta problemática?
Naciones Unidas ha reconocido la importancia de los océanos al incluirlos en el objetivo 14 de los ODS y ha propuesto una Conferencia de los Océanos para el 2020. A estos esfuerzos, novedosas iniciativas se han sumado como 4Oceans.com y theoceancleanup.com. El M.I. Municipio de Guayaquil no se ha quedado atrás al emitir una ordenanza que regula la fabricación y comercialización de plásticos de un solo uso.
Estos son pasos en la dirección correcta, pero no son suficientes. ¿Qué pasa con los plásticos que no son de un solo uso?, ¿Cómo podemos fomentar su separación y reciclaje? Es necesario pensar regionalmente, si el 80% del plástico que termina en los océanos proviene de las ciudades, por qué no aunamos esfuerzos con el Municipio de Durán y Daule que pertenecen a la misma cuenca y están tan cerca?
Y ¿cómo podemos los ciudadanos comunes ayudar? Hace poco estuve de tribunal en una instancia de casos de los estudiantes de la Universidad Casa Grande en el que evaluaron el impacto de la ordenanza del MI Municipio de Guayaquil. Una de sus recomendaciones fue tan sencilla como potente: “Cuando solicitemos comida a domicilio como pizzas, hamburguesas y demás, solicitemos que no envíen sachets de salsas o condimentos, cubiertos de plástico, sorbetes o servilletas pues con frecuencia vienen añadidos como parte del servicio, no los usamos y terminamos desechándolos”. Y en esta época en que lo digital está en boga, por qué no añadir un casillero con esta opción en las aplicaciones de servicio a domicilio. El beneficio sería tanto para la empresa como para el planeta. ¡Les propongo ponerlo en práctica!
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